27. Explosiones

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Una raya más en la pared, esta vez encima de otras cuatro.

Ya llevaba cinco días metida en aislamiento, cinco días sin saber nada de Miriam, ¿habrá conseguido escaparse? Seguramente lo haya hecho, y no se ha molestado en bajar aquí a despedirse de mí (porque puede hacerlo perfectamente, siempre consigue lo que quiere).

En estos días que llevo aquí metida he intentado superarlo, he intentado olvidarme de ella, pero no puedo, sé que me ha traicionado, pero no puedo olvidarla.

Y es que es imposible para mí olvidar a alguien que me ha hecho olvidar.

Sí, ella me hizo olvidar, pude olvidar a Alfred, el cabrón que me arruinó la vida, pude ser feliz sin acordarme del motivo por el que estoy aquí, en la cárcel.

Y si mi vida terminó de dar el giro de ciento ochenta grados a trescientos sesenta fue gracias a ella, descubrí que me gustaban (y me gustan) las mujeres y me acabé enamorando de ella, de la mujer más preciosa que hay en el mundo y de la que desgraciadamente ahora mismo desconozco su paradero.

Esté donde esté espero que haya conseguido escapar de aquí, que es lo que más deseaba en este mundo, salir de este infierno.

{•••}

Ya tendrían que ser las dos de la tarde, pues me estaban pasando la bandeja llena de la asquerosa comida de este sitio, que para las están en aislamiento siempre suelen ser sobras del día anterior o de más días atrás, te dan ganas de vomitar.

Terminé de comer y me volví a tumbar en el colchón viejo con muelles rotos que tengo por cama, podría ser peor, así que tampoco me puedo quejar.

Me puse a mirar el techo repleto de grietas pero unos golpes en la puerta hicieron que me levantara corriendo de la cama.

-¿Sí? —susurré

-Amaia

-¡Mireya! —exclamé feliz—. Te has acordado de mí

-He estado acordándome de ti todo el tiempo, pero me ha costado lo suyo venir hasta aquí

-¿Hay guardias?

-No, he venido yo sola, sé muchos secretos y el personal de esta cárcel me debe favores

-Enchufada de mierda —me reí

-Que te jodan —dice Mireya correspondiendo mis carcajadas

-¿Cómo está Miriam?

-No puedo decirte nada Amaia —dijo en un suspiro como si le doliera—. Me gustaría poder decirte algo

-¿Por qué?

-No quiere que sepas nada

-¿Eso es porque ya no me quiere? —digo aguantando los sollozos que amenazan con escapar

-Nunca te ha dejado de querer, y tampoco dejará de hacerlo

-¿Pero la volveré a ver alguna vez?

-No puedo decirte ni siquiera eso

-Joder... —suspiré—. Es que no sé nada de ella desde que me metieron aquí

-¿Y no estás cabreada con ella por lo que hizo?

-No, realmente no, y debería de estarlo... Pero la quiero tanto y la necesito tanto que se me hace imposible enfadarme con ella

-Mierda, creo que viene alguien, me tengo que ir, intentaré venir otro día

-Vale

Y se empezaron a escuchar sus pasos acelerados, cada vez menos porque se estaba alejando. Hasta que el silencio volvió a inundar las cuatro paredes que me rodean desde hace días, ya estoy acostumbrada, tampoco me es muy agobiante.

Lo que verdaderamente me agobia es no saber nada de mi novia, por lo menos parece que está viva, pero, ¿y si sigue en la cárcel? ¿Por qué no viene a verme entonces? Podría darme una explicación de por qué hizo eso.

Y sin darme cuenta ya estaba empezando a llorar, porque cuando todo va mal, lo único que puedes hacer es llorar, pensando que con eso se va a solucionar todo.

La triste realidad es que con eso no se soluciona nada.

Unos sonidos algo extraños interrumpieron mis pensamientos e hicieron que me asustara dando un bote en la cama, me levanté corriendo y pegué la oreja a la puerta para poder escuchar mejor.

Otra vez el mismo sonido

Estaba empezando a ponerme nerviosa y a sudar.

Gritos. Explosiones y más gritos.

¿Quién quiere atacar a gente de la cárcel? ¿Qué pueden conseguir aquí a parte de armas? Bueno, realmente ni siquiera sé si están atacando porque sí o si se acaba de formar la tercera guerra mundial.

Más explosiones.

Se van a olvidar de mí, así que supongo que hasta aquí he llegado, es mi hora, voy a morir sin ni siquiera ver a Miriam, no voy a poder decirle que no me importa que me haya traicionado, no voy a poder decirle lo mucho que la quiero, tampoco podré empezar de cero con ella, una nueva vida fuera de este país, las dos y nadie más.

Una explosión que se escuchó muy cerca hizo que dejara de pensar en todo lo que no podría decirle a Miriam y me aparté corriendo de la puerta.

Me fui a una de las esquinas de la habitación.

Y la puerta explotó.

Me desmayé, pero antes de hacerlo pude ver una silueta familiar.

-¡Amaia!

Reconocí esa voz al instante.

La voz de Miriam.

También pude sentir como me rodeaba con sus brazos.

Volvía a estar en casa.

FIN

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Holaa!

Antes de nada, no os preocupéis por este final que hay epílogo y ese será el verdadero final de este fic!

Así que nos vemos allí y ya sabéis que mi twitter es @proudragoneyyy por si me queréis decir cualquier cosa!

Me pondré moñas en una nota que escribiré después de publicar el epílogo pero muchísimas gracias por todo os quiero muchísimo❤

Love In Prison | AmiriamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora