23. Tenemos que contarte algo

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Ya había pasado otro mes, hace dos meses que entré en la cárcel, se me había pasado algo rápido.

Mi hermana no ha venido a visitarme desde la última vez, me dijo que mataría a alguien si hiciera falta, pero no se ha vuelto a presentar por aquí para verme, es extraño.

Con Miriam la cosa va bien, nos queremos mucho y por ahora seguimos juntas, no he vuelto a tener noticias de su fuga, y no hemos hablado nunca sobre ello, sólo sé que Mary sigue aquí y que debe estar ya al irse.

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Ya habíamos acabado de desayunar y, como de costumbre, estábamos todas en la azotea fumando y charlando, y de repente, Miriam me agarró del brazo y sin decir absolutamente nada (porque ya estoy acostumbrada a esto) dejé que me llevara al baño.

-¿Qué pasa hoy? -pregunté

-Mary se va mañana de aquí

Nos quedamos por un instante en silencio, ¿qué quería que le respondiera?

-Em... ¿Vale?

-¿Vale? ¿Ya está? ¿Eso es lo que tienes que decir?

-¿Qué quieres que te diga? ¿Tenemos que hacer algo?

-Pues claro Amaia, hay que torturarla

Me quedé un poco en shock, ¿torturar a una persona? Nunca había echo algo parecido, sólo amenacé una vez a un chico con una cuchara de plástico cuando tenía cuatro años.

Pero por Miriam, si hace falta lo hago.

-¿Cuándo lo hacemos?

Miriam soltó un suspiro de alivio.

-Pues luego, yo te aviso, tengo todo lo que hace falta

-¿Qué es lo que hace falta?

-Una silla y algo para atarla, lo haremos en la lavandería y para atarla utilizaremos sábanas

-Vale

-¿Estás nerviosa?

-Nunca he hecho esto

-No va a ser tan malo —me besa—. Y ahora ve a la azotea y vigila a Mary, donde vaya ella, vas tú, ya me encargaré yo de encontraros

-Vale...

-Que no te pongas nerviosa Amaia

-No... No lo estoy

-Te tiembla la voz más que un flan

-Buah es que me da miedo

-No va a pasar nada —me agarra la mano—. ¿Crees que voy a dejar que te hagan algo?

Pero luego te vas a escapar sin mí.

Le di un beso a modo de respuesta y me marché con unas lágrimas resbalando por mis mejillas, no tengo asimilado que se va a ir, no sé cuando pero se va a ir, sola y sin mí.

Dramática.

Me volví a la azotea y me senté al lado de Mary, nos llevábamos "bien", por lo menos no nos damos de hostias como hacen otras presas.

-Aquí huele a que te has peleado con la novia —dice Mireya

-No

-No ni na' —se ríe—. Os conozco

-Que no ha pasado nada, lo digo en serio

-Vale, lo que tú digas amiga

Pasó un rato y Mary se levantó y se fue hacia la puerta para meterse en el edificio, yo me fui al minuto con la excusa de que iba a hablar con Miriam, aunque en realidad iba a perseguir a Mary.

Me encontré a Miriam por el camino y le agarré del brazo para que no se marchara.

-Se está yendo

-Vamos a seguirla —dijo la gallega

Y eso hicimos, casualmente estaba yendo hacia la lavandería, pero cuando fuimos vimos que se había ido allí para hablar con Vázquez, no podíamos hacer el plan.

-Mierda —susurró Miriam—. Tendremos que hacerlo esta tarde noche

-Vale, pues nos vemos

-Espera —dijo agarrándome del brazo y acercando nuestros rostros—. Yo... Lo siento

-¿Por qué lo sientes?

-Estás rara de cojones conmigo, y no sé qué estoy haciendo mal

-Entonces no te disculpes si no sabes qué es lo que estás haciendo mal

-¿Estoy haciendo algo mal entonces?

-No —dije con una sonrisa triste—. Yo soy la que está haciendo algo mal

-¿Qué estás haciendo mal?

-Hacerme ilusiones, pero no te preocupes, tengo que solucionarlo por mí misma, tú sigue así y ya está

-¿Estamos haciendo las dos algo mal?

-Sí, pero no te vas a dar cuenta nunca de lo que estás haciendo mal, pero... No importa

-Joder Amaia... —suspira—. Quiero quererte, hacerte feliz aunque estemos en el puto infierno, quiero que tengas siempre una puta sonrisa en la cara, tu sonrisa es el motivo por el que me levanto de buen humor cada día, tú en general

Y me puse a llorar. Miriam me abrazó y me enterré en su pecho, ella me acariciaba el pelo para calmarme, y yo mojaba su camiseta con mis lágrimas, Miriam no se merece que la tenga confundida aunque en realidad tenga las ideas claras. Se va a ir sin mí, tengo que superarlo.

Sentir a Miriam me reconfortaba, me sentía protegida, sentía que alguien me quería, que alguien se acordaba de mí. Ahora que lo pienso, ni siquiera mis amigos y mis amigas han venido a visitarme, ¿qué pensarán de mí?

-Amaia, tienes un vis a vis —dijo de repente Vázquez saliendo de lavandería—. ¿Qué hacéis?

-¿Tú qué crees? —dice Miriam—. La estoy abrazando

-Ya, eso lo veo —dice mirándome

-¿Quién ha venido? —pregunté

-No te lo puedo decir, tú solo ve, es importante

-Son mis padres, ¿verdad? ¿O mi hermana?

-Tú sólo ve y ya está, vamos joder

Mary salió también en ese momento de la lavandería y nos miró mal, porque yo seguía abrazada a Miriam, la cual me dio un apretón en la mano antes de marcharme a el vis a vis.

Y efectivamente eran mis padres. Me senté en la silla, delante del panel de cristal con mis padres al otro lado, no sabía describir qué expresión tenían en la cara, era entre ira y tristeza.

-¿Qué hacéis aquí?

-Amaia —dice mi madre acercándose al micrófono—. Tenemos que contarte algo

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Lo siento por dejaros con la intriga, os quiero y lo sabéis

Bueno, pues este capítulo ya es más largo que el del capítulo anterior, tiene más de 900 palabras, así que espero que os haya gustado

Nos vemos en el próximo!!

Love In Prison | AmiriamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora