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—Maeve ¿qué haces aquí?— preguntó la reina al verme entrar en su alcoba

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—Maeve ¿qué haces aquí?— preguntó la reina al verme entrar en su alcoba.

Claro que si ella estaba sorprendida, yo lo estaba el doble, pues su majestad no estaba sola en la cama.

—¿John?— reconocí al hombre de confianza del rey vistiéndose junto a la mujer del rey.

—Hola.— susurró mientras se rascaba la nuca nervioso.

—¿A qué esperas? ¡Vete!— estaba a punto de darme la vuelta, pero comprendí que no me lo decía a mí. John salió de la habitación a toda velocidad.— ¿Por qué estás aquí?

—Yo...— aún estaba tratando de olvidar lo que había ocurrido.— ya sé quién puede matar al rey.

—Oh, querida, — sonrió ante mi ingenuidad.— no tienes que preocuparte por eso, ya he encontrado al asesino.

—¿Quién...?— la reina era persuasiva, pero ni siquiera salía del castillo.

— No todo se paga con dinero, querida.— si entendí bien, insinuaba que aquel crimen no le iba a costar ni una moneda porque las motivaciones del asesino iban más allá de lo material.

—Estoy impresionada.— realmente, ella era todo premeditación. Siendo sinceros; el rey solo era una marioneta en sus manos, y ahora que dejaba de obedecer, se iba a librar de la marioneta.

—Así es como se gobierna tras el trono, manchando tus manos y lavándolas despu...— de pronto paró aquel inspirador discurso.— ¿Esa atrocidad en tu mano en un anillo de compromiso?

—Sí, Arthur y yo nos hemos casado esta mañana.— tragué saliva con dificultad, sabía que la estaba decepcionando.

— Creí que eras más inteligente.— su voz estaba rota y su cara parecía no saber qué emoción la ocupaba.— Has desperdiciado la oportunidad de tu vida, ¿no ves que podrías ser reina? Buscas un amor verdadero que no existe, y eso te va a llevar a la casa de un aprendiz de barbero.

Detrás de un gran reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora