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—¿Maeve?— preguntó, al entrar en mis aposentos, el caballero estrella del rey

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—¿Maeve?— preguntó, al entrar en mis aposentos, el caballero estrella del rey.

—¿Por qué habéis entrado?— no podía dormir por el miedo y estaba completamente armada, de modo que no tenía miedo de él.

—Arthur os necesita.— tendió su mano hacia mí.

—¿Por qué vos querríais proteger a vuestro oponente?— pregunté dudando si se merecía mi confianza.

—Deseo un duelo justo, es parte de mi código de caballero.— asentí lentamente, sabía lo importante que era también para Arthur.
Me levanté y noté sus ojos recorriendo mi cuerpo de arriba a abajo y sus mejillas sonrojadas.— Señorita, vamos a un calabozo, no puede ir así vestida.— miré mi camisón, era de color blanco y me llegaba hasta los tobillos.

—¿Qué he de vestir?— puse las manos en mis caderas como gesto de enfado y el caballero desvió la mirada al suelo. Dejó unos pantalones, una camisa muy ancha y un gran sombrero sobre mi cama.

Bajé mis medias y con estas cayeron dos cuchillos y tres dagas. Esto llevó al caballero al borde del desmayo.

—Esperaré fuera para escoltarla hasta el calabozo.— dos minutos después de que él cruzará la puerta lo hice yo disfrazada.

Salimos del castillo y un impresionante caballo negro esperaba en la salida. Le miré y él asintió, por tanto subí al caballo de un salto.

—Arthur tiene mucha suerte.—murmuró el caballero.

Detrás de un gran reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora