°05° Estrella en Oscuridad

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La madrugada había pasado en un abrir y cerrar de ojos, ya eran las 8 AM. Una alarma estaba sonando, unos rayos de sol se colaban por la ventana. Unas obligaciones se presentaban en la mente del chico. Un dolor de cabeza. Bueno... Eso era al rutina de siempre.

Un azabache que se encontraba bajo unas mantas en total desastre trataba con su mano encontrar ese aparato tan ruidoso, palmeando cada parte de la mesita de noche a lado suyo. Después de varios toques no logró encontrar ese aparato del demonio lo cual causó una mueca de desagrado en su rostro, logrando así que quitara aquellas cobijas de su cara y levantarse finalmente.

Una vez arriba, decidió contemplar la hora... 3... 2... 1... Entonces ahora si se dio cuenta de lo tarde que era.

–¡No voy a llegar! –Gritó como loco ya que, bueno vivía solo, no tenía con quien charlar.

Se levantó corriendo y se metió a la ducha importándole poco si el agua estaba fría, o más bien congelada. Punto extra para el baño.

Salio secándose rápidamente y cambiándose mientras comía una tostada y caminaba dando brinquitos a la puerta. Ya estando ahí se "peinó" porque eso ni siquiera cuenta como peinarse, arregló bien su ropa, se colocó sus zapatos y salió disparado a su trabajo.

Claro, primero tenía que asegurarse si lo habían echado o no del trabajo... Cosa que era bastante evidente.

Bajo por las escaleras que daban a una puerta que se encontraba a nivelada a una mayor profundidad que el resto de edificios y casas de toda la colonia. Abrió la puerta sin hacer mucho ruido y se introdujo en el bar.

–¡Fazbear! – Inmediatamente detuvo su andar poniéndose tenso y haciendo muecas de preocupación y ansiedad.

–¿Si... Jefe? –Dio media vuelta tan lentamente como si le pesara realizar aquella acción.

–Ven conmigo –Dichas palabras fueron acompañadas con un tirón de manos directo a la oficina del jefe del local.

¿Qué más daba? No se puede negar lo evidente.

–Explicame lo que pasó ésta madrugada –Fred lo miró nervioso ya no sabía que decir para defenderse, después de todo esto le fue advertido cuando comenzó a trabajar en ese lugar –¡Ahora! –El de cabello oscuro dio un pequeño brinco del susto y desvío la mirada.

–Bueno... Y-yo... Fue mi culpa. Lo siento... –Su voz estaba débil y quebrada.  Su jefe lo veía con total desagrado, colocando sus dedos sobando su sien.

–Estás fuera –La sentencia fue dictada y acatada.

Fred salió como un perro regañado cabizbaja. Cerró la puerta con delicadeza y comenzó a caminar a la segunda planta para buscar a su nuevo jefe.

Subió las escaleras y justo antes de tocar la puerta fue abierta mostrando de ella a un albino saliendo de tal lugar.

–¡Oh! Viniste, creí que te habías arrepentido y huido del país.

–Ja, ja, que gracioso. Para tu información yo no huyo como cobarde de mis responsabilidades como otros –¿Te cayó la pedrada, Gold?

–Pues... Pues... –Gold colocó sus dedos en sus labios pensando en algo tan bueno para callar de una vez a ese emo carbonizado.

–Nada, ya cállate –Le miró reprobatoriamente y se cruzó de brazos –Mejor cambiate ya y vámonos.

Más que una petición fue una orden que tardó unos segundos en ser procesada en la mente del albino, el cual permaneció quieto por unos segundos para finalmente dar media vuelta y encerrarse en su habitación.
El azabache se quedó afuera esperando al descolorido que tenía por... ¿Amigo?

"El Contrato" ||GoldFred||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora