°04° Un contrato que establecer

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El silencio era cómodo, no eran más que dos jóvenes recargados mirando el piso inferior.
Desde lo ocurrido hace un buen rato no habían dicho nada, se limitaban a ver como bebían y atendían las personas de abajo. No querían decir nada, ¿La razón? No había.

Su silencio fue brutalmente interrumpido por la llegada de unos hombres de apariencia llamativa. Hombres grandes y robustos, armados y de traje. Junto a ellos, un hombre de estatura inferior, de ojos azules y cabello rubio.
Gold no se percató de esto hasta que aquellos hombres yacían a su par.

–Gold... –Llamó el hombre de ojos azules.

–Padre... –Gold estaba asombrado. ¿Cómo lo había encontrado? Fred no sabía lo que pasaba, así que optó por ocultarse detrás de Gold.

–¡¿Qué haces aquí?! ¡Vámonos! –Aquel hombre no era paciente, gritó y llamó la atención de algunas personas a su alrededor. El albino no decía nada, su padre llegaba a causarle mucho temor, desde niño, su padre nunca fue amable con el. Siempre le gritaba, siempre lo regañaba, siempre lo insultaba, siempre lo culpaba. Gold tenía dignidad, sí que la tenía. Se armó de valor. Ya no quería tener que seguir al pie de la letra las órdenes de su padre, ya no.

–No –Fue seco y directo, era firme y esbozaba esa aura de superioridad que tanto caracterizaba al albino.

–¿Disculpa? ¿Qué has dicho? –El hombre no se la creía, acaso... ¿Acaso su hijo se estaba revelando?

–Lo que escuchaste, déjame tranquilo –Estaba nervioso, más no lo aparentaba.

–Te recuerdo que aún no eres mayor de edad –El de ojos azules miraba atentamente a su hijo, tratando de dar en el blanco –¡Espera! Ya pasa de la una. Felicidades hijo, ya eres mayor de edad, ¿Y tu prometida? –Gold no sabía que responder, se quedó congelado ante su pregunta, retrocedió un poco y dejó al descubierto al chico, que hasta ese momento solo se había limitado a escuchar, frente a los ojos de Henrick.

Henrick lo vio confundido y Fred no quería meterse en problemas, se giro tratando de ocultar su rostro. Que vergüenza, debió haber pensado el azabache.

–¿Quién es ella? –Apuntó el rubio al menor de todos los presentes. Gold no entendió la pregunta hasta que miró a la persona que señalaba su padre.

–El... Digo ella –¿Qué debería hacer? ¿Sacar provecho? El albino estaba nervioso, así que soltó lo primero que se le vino a la mente –¡Ella es mi novia!

Tanto Fred como Henrick se sorprendieron ante tal declaración del albino, sobre todo Fred, ¡Apenas lo había conocido ese día! Definitivamente el azabache no se iba a quedar callado, nadie juega con el. Inmediatamente el albino lo tomó del brazo y lo miró a los ojos, era una mirada de súplica, una mirada cómplice. Fred cerró la boca y miró hacia otro lado. Solo hoy.

–¿Por qué no nos habías contado sobre ella hijo? –Le cambiaron las cartas a Henrick, estaba impactado.

–La iba presentar hoy en la cena, como es la tradición. –Eso que dicen: "Una mentira te lleva a otra..."

–De acuerdo... –Henrick volvió a ver al azabache una última vez, sabía que había algo raro en "ella" pero dejo de darle importancia. –De antemano me disculpó joven... ¿Joven? –Hasta ese momento no sabía su nombre.

–Eeeh... –Fred no tenía idea de lo que tenía que decir, Gold tuvo que intervenir.

–Fr... Fridda... Sí, su nombre es Fridda – "...Sin darte cuenta formas un mar de mentiras..."

"El Contrato" ||GoldFred||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora