Ya ha pasado una semana desde la ultima vez que vi a Charles, al parecer la cosas llegaron a donde iban; y ya fui olvidada por él.
Ya no quiero hablar sobre eso. Mañana debo ir al banco para reunirme con el supervisor del señor Ghandden pero con el correo de hoy me llegaron los documentos de la casa por parte del banco. No lo comprendo, quedamos en que no me los enviarían hasta que me reuniera con el supervisor Ghandden.
Ya hoy no puedo ir al banco pero mañana al salir del trabajo iré.
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Hace unos minutos salí del trabajo, ahora voy en el metro al centro camino al banco.
Me bajo en la estación correspondiente y camino una calle más y llego a al banco.
Traigo los documentos de la casa porque aún no me pertenecen, yo no los pagué; dirán ustedes, Helena no seas tonta y deja eso como esta pero no quiero problemas después. Tal vez no termine la universidad pero no soy estúpida y mucho menos una ladrona. Si fue una equivocación de ellos luego me acusan de estafadora y yo ya tengo suficientes problemas para agregarme uno más.
Por estar sumidas en mis pensamientos choco con alguien, levanto la mirada encontrándome con una chica hermosa pero con mucho maquillaje para mi gusto, yo casi ni me maquilló «creó que menos es más.»
—Fijate estúpida...
—Disculpe, venia distraída y no la vi, reconozco que fue mi error pero no por eso debe ser grosera.- Hice lo único que hago sin esfuerzo alguno, ser amable; esa es la solución, al menos eso decía mi madre.
—Yo soy como se me pegue la gana de ser y tú fíjate por donde vas, no tienes una idea cuanto cuesta esta ropa.— lo ultimo lo dijo casi en un chillido, me dio una mirada asesina y continuó su camino, yo hice lo mismo.
Es cierto lo que dicen por ahí, si las miradas mataran, ya estaría yo sepultada cuatro metros bajo tierra... Enserio, es una chica muy grosera esa.
Al entrar al banco una de las chicas del servicio al cliente me atendió, luego de chequear mis datos en la computadora me guió al piso 20 donde me esperaba el señor “Moore” el supervisor de Ghandden.
El señor Moore, tiene unos 60 años, es el encargado legal del banco. Es un señor muy calmado, me transmitió mucha paz durante el tiempo que estuvimos reunidos, también me estuvo explicando que no fue ningún erro de la compañía que se realizo un cheque a mi nombre y la cuenta fue saldada.
¿Pero quién dio el cheque?
Entendí todo lo que estuvimos hablando, bueno casi todo, cuando llegue dijo algo entre dientes; así como: “Ya entiendo porque el señor insistió tanto”. No estoy segura porque fue un balbuceo pero eso me dejo con muchas dudas ¿El señor? ¿Insistir? ¿A qué o a quién se refería?
Charles...
Llevaba una semana en Alemania, estuve visitando dos sucursales de mi banco allá. Llegué a Birmingham en la madrugada del lunes, antes de irme no arregle las cosas con Helena y tampoco he tenido el tiempo de hacerlo ahora que regrese.
Al llegar me enteré que no quiso los documentos de su casa y que se negaba a aceptar que la deuda había sido saldada. Personalmente me encarte de enviar los documentos de su casa por el correo el lunes a primera hora.
Me enoje mucho porque aunque es mi banco fueron muchas las fichas que tuve que mover para que no se viera como un fraude y apareciera mi nombre en el cheque que saldo la deuda; y aún así ella desconfió, no la culpó ¿Quién no desconfiaría de algo así?
*
* *Hoy me gustaría hablar con ella, arreglar las cosas. Durante mi viaje no la pude sacar de mi cabeza, su aroma, sus labios, sus pecas, el brillo en sus ojos que reflejan tanta amabilidad e inspiran confianza.
Pero ¿Cómo arreglo las cosas con ella?
Creanme nunca había tenido la necesidad de buscar a una mujer, por el simple hecho de tener dinero ella me buscan y en dado caso de ofenderles lo olvidan y vuelven como abejas a la miel.Tomo mi teléfono celular y le marco a mi prima “Charlotte” al segundo tono contesta:
— ¿Estás en Londres? Charles.— pregunta, ya que generalmente le llamo cuando estoy en su ciudad.
—No, recién llego de Alemania.
— Leí algo de eso en internet.
—Si, luego que arregle unos asuntos te visitare; no mejor tú lo harás, yo siempre lo hago.—Ríe del otro lado de la linea.
—Ok, después quedamos. Ahora dime ¿A que se debe tu llamada?
— Si fueras una chica a la que prácticamente le dicen que no la quieren para nada formar. ¿ Cómo te gustaría que te pidan disculpas?
—Ey, soy una chica! Pero bueno si fuera una a la que le dijeran que solo la quieren de puta privada un Ferrari rojo como el tuyo no estaría mal; ya sabes para ser una puta de verdad.—Ahora soy yo que rió.
Continua...
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K.R
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Míster Hartmont
RomanceCharles Hartmont multimillonario dueño de una cadena de bancos distribuidos en toda Europa. A sus 29 años es un hombre calculador; adicto al orden y la puntualidad. No hay nada que se escape de sus manos; él todo lo sabe. ¿Qué tendría que pasar para...