Capítulo 14

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Narra Shannon

Desperté gracias a un fuerte olor a humo que penetraba desde el pasillo e inundaba la habitación. Todavía era de noche, eso lo podía percibir porque aun pegaba un viento gélido nocturno, que hacía estremecer las cortinas de la ventana de mi habitación.

Una luz proveniente del pasillo me terminó de despertar. Susurros de personas se aproximaban a la puerta de mi habitación. Esa noche parecía algo siniestra (Bueno... siniestra para una niña de nueve años que le teme a la oscuridad) . Los susurros aumentaban volviéndose voces de adultos a medida que se acercaban a la puerta de mi habitación.

Me cubrí la cabeza con la manta, esperando lo peor. La puerta se abrió, dejando que la luz del pasillo inundara la habitación. Descubrí uno de mis ojos para ver de quién se trataba, era mi padre.

Su mirada se posó en mi. El era un hombre alto con los cabellos castaño claro como los míos. La luz se reflejaba en sus suaves cabellos, haciéndolos lucir de un marrón pálido. Sus ojos centellearon brillantes y las comisuras de sus labios se elevaron en una sonrisa cansada.

-¿Por qué no duermes cariño? , ya son las dos de la madrugada- Dijo mi padre observando su reloj de muñeca.

-Es que quería esperarte despierta, pero mamá me envió a la cama- hice un puchero.

-Sabes muy bien que siempre llego tarde casa, mi trabajo es muy cansado- Las sombras bajo sus ojos eran notables.

-Pero es que, siempre te quiero contar lo que hice en el día, por ejemplo...hoy levanté una silla- le hice una seña con la mano para que se sentara a los pies de mi cama- ¡sin mis manos!, la eleve completamente del suelo, aunque... algo salió mal - hice una mueca al recordar- y ahora mamá me prohíbe usar magia en la casa, porque....- arrugue la nariz al percibir de nuevo el olor a humo- ¿mama esta cocinado?-

Las cejas de mi padre se curvaron en una expresión de disgusto y extrañeza, su nariz se arrugó para percibir el olor también.

-Tienes razón, debe de estar cocinado- Se levantó del pie de mi cama, y corrió la manta hacia arriba hasta llegar al comienzo de mi cuello- espera aquí cariño, ya vuelvo para que me sigas contando lo ocurrido- dándome un beso en la mejilla se marchó al pasillo cerrando la puerta tras el, llevándose la luz tras el.

-¡¡Ryan!!- Oí la voz lejana de mi madre, gritando.

-Lucy, ya voy- la voz de mi padre se sentía mas próxima. Los pasos firmes de mi padre se alejaban y yo me sentía cada vez mas sola.

El viento retumbando contra la ventana, y las cortinas abatiendo se cada vez mas fuerte. Los helados vientos entraban por la ventana y hacían que mis dientes temblaran, incluso con la manta tenía frío.

Los árboles en el exterior se agitaban con fuerza y unas cuantas gotas de agua descendieron, impactando contra mi ventana, haciendome estremecer.

Habían sombras reflejadas por la rendija inferior de la puerta. Su movimiento pendulante me imnotizaba. Hasta que un estruendoso sonido me hizo despertar de ese estado. El sonido era como de cristales rotos y después de aquello se escuchó un grito.

La puerta se abrió de golpe, y entró mi mamá corriendo hacia mi con cara alterada. Me entregó su Ópalo.

-Cariño...ya sabes que hacer con esto- Sus manos estaban temblorosas y pegajosas, las comisuras de sus labios se crisparon en una sonrrisa- ponte esto, y recuerda... nunca te lo quites-

Mi madre se dirigió tambaleante hacia la puerta, donde se desplomó de inmediato.

-¡¡MAMA!!- grité. Me levanté lo mas deprisa que pude, me detuve un momento a mirarme en el espejo que tenía en la pared izquierda de mi dormitorio.

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