Parte 4

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Sin darme cuenta, me había enfocado a pensar en la manera como empezar la conversación, no se trataba solo de empezar, quería una solución, no aceptaba otro tipo de pacto o convenio. Nada de eso lo consideraba. 

Me mataba la cabeza pensando en hallar una solución, pero tampoco era capaz de encontrarla.

Debíamos dinero al banco, y en caso de que convenciera  a Mario de vender el restaurante, tampoco eso solucionaba nada. El dinero por el cual yo calculaba podíamos venderlo, no era mucho,  considerando que la gente quiere pagar poco  por comprar un negocio que casi no vende. Normal. Después de pensar eso me decía que  yo también haría lo mismo.  Con suerte y logrando que alguien pagará una suma  razonable,(quizá emborrachandole antes) eso alcanzaría para pagar el crédito y no nos quedaría mucho a Mario y a mi como para empezar de nuevo. 

Mario tenía 53 años, siempre había querido tener su propio restaurante, y ahora que lo tenía, no lo veía con ganas le faltaba  pasión. 

En mi caso antes  trabajaba como asistente contable, pero no me gustaba mi trabajo, era mónotono y aburrido estar detrás de un escritorio tantas horas y con tantos papeles de por medio. Tal vez si hubiese tenido más  contacto con la gente , a lo mejor hubiera sido más entretenido.  

A decir verdad cuando Mario me dijo la idea del restaurante, a mi me gusto desde un comienzo. Yo puedo hacer de camarera y atender en la barra, replique al instante. Creo que vi esa oportunidad como  un escape al encierro de esa oficina. 

Y así fue como rápidamente hicimos un crédito al banco. La madre de Mario sirvió de aval. Ella con tal de ver feliz a su único hijo hubiese hecho lo que fuera, le daba igual como  si de una tienda para vender cocodrilos se tratará. 

Y después de dos meses buscando un local apropiado para nuestra nueva etapa, encontramos uno en la Av. Montpelier, estaba cerca a la playa y cerca al apartamento donde nos habíamos mudado. En ese entonces todo parecía fantástico. Negocio propio, vivir en la Costa.No le podíamos pedir nada más a la vida. 

 Nunca llegue a imaginar en ese entonces, que todo lo que un día pareció idílico hoy en día se había convertido en una autentica pesadilla. 

Mariana  la madre de Mario  era muy cariñosa conmigo, cuando hablaba me trataba mejor que hasta mi propia madre. Repetía y repetía siempre lo mismo. Yo para ella era la hija que nunca tuvo, y la mejor mujer para su hijo. En los últimos tiempos era ella la que llamaba para preguntar como estamos.  Mario se había vuelto tan fresco,  que no quería ni hablar con su propia madre. Muchas veces cuando veía su nombre en la pantalla de su teléfono, simplemente lo ignoraba como si no fuera con él. 

A mi eso me reventaba. Como era posible que ni tan siquiera saludara a su madre. Ella siempre fue tan querida con él, le dio todo lo que pudo, se dedico por completo a él, sola y sin ayuda de nadie. Se sacrifico toda su vida, y trabajo muy duro para que nada le faltara a Mario, y para pagar la hipoteca de su casa, lo único que ella poseía.  

De inmediato, y  por inercia.  Mariana llamaba a mi teléfono y yo por pena le contestaba. No me apetecía mucho hablar con ella, a decir verdad me agobiaba tantas palabras dulces hacia mi, la misma mujer que estaba empezando casi a odiar lo que ella más adoraba. Pero Mariana estaba muy lejos de saber la verdad, y ella no tenía la culpa de mi desgano por hablar con ella. 

Cuando hablaba con Mariana, mentía por Mario y  por mi, pero sin exageración. Me limitaba a contestar con un bien, todo esta bien. Y cambiaba la conversación para preguntar por sus tres gatos,  de los cuales nunca recordaba el nombre, quizás por que los gatos nunca han sido de mi agrado. Si te acuerdas de mis gatos cariño.... Pinta se perdió una semana pensé que nunca la volvería a ver pero después regreso, flaca y muy sucia, tan sucia, que me toco echarle dos veces champú mientras la bañaba. Romeo esta precioso, sigue siendo mi consentido. Es el más listo de todos, abre la puertas, en especial la del baño cuando estoy adentro, es increíble los saltos que pega.  Pantera como siempre tan negra como su nombre y más aún después de que empece a bañarla con un champú especial para cabello negro, el que anuncian por la Tv, ¿ has visto el comercial Alice?   No  no lo he visto, Mariana pero cuando lo vea me acordare de Pinta,  de Pinta no querida, de Pantera. Si si disculpa de Pantera. Ella reía, y me daba nostalgia de que tuviese un hijo así tan dejado y despreocupado por ella. 

Muy pocas veces Mario me hacía señas de que le pasará mi teléfono para hablar no menos de cinco minutos con  Mariana.  El se limitaba a preguntarle por su salud y si se tomaba sus pastillas como se lo decía el médico, y un poco más. Y eso era todo.

Me dolía Mariana, sola con sus gatos, y sin saber los problemas financieros donde su casa estaba de por medio. Me dolía Mario,  con tanta indiferencia que mostraba por todo y por todos.  A que hora su corazón se volvió  frío y con tanta insensibilidad. 

Y sobre todo a mi también me dolía el alma. Me sentía insatisfecha, viviendo una vida que no me gustaba, que no quería y sobre todo, una vida que por más que lo pensará, no cambiaba, en ningún sentido.

NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS  [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora