Los días seguían transcurriendo, sin ninguna novedad. Cada vez veía más gente en la AV. Montpelier donde estaba el "Sabroso" a veces me paraba afuera, y sonreía invitando a la gente a venir, algunos entraban pero la carta. Ese era el problema. No era muy apetecible que digamos. Antes era un sitio donde venía mucha gente mayor a vacacionar, era un sitio tranquilo. Era una carta para esas personas. La carta consistía en diferentes tipos de carne, todo a la plancha con verduras y patatas cocidas, el pescado lo mismo, la pechuga de pollo también. De entrante tenía dos sopas, una minestrone, y otra de tomate. También un par de ensaladas, en fin nada del otro mundo.
Ahora después de cuatro años que llevaba el "Sabroso" abierto. Los turistas no eran los mismos de antes. Ahora la gente mayor ya no venía debido al alboroto y los bares con música que funcionaban hasta altas horas de la madrugada.
Ahora había gente joven, la mayoría extranjeros, y a veces venían en grupos también.
Solían pasar por el frente del restaurante haciendo ruido, silbando, cantando, intentando incluso decir algunas palabras en español. Si, estaban como una cabra. También los veía borrachos, o poco ya les faltaba. pero yo veía y sabía que no tenían donde comer. Estamos desperdiciando una gran oportunidad me repetía a mi misma, cuando los veía venir en manada.
Algunos a veces entraban al "Sabroso" y siempre era la misma pregunta ¿Hay hamburguesa? Pero que maldita obsesión con la hamburguesa tienen estos niñatos. Acaso en sus hogares sus madres nunca les enseñaron acerca de lo que es comer sano, un buen filete de carne o pechuga de pollo asado a la plancha con guarnición de verduras y patatas al horno????? Mario repetía siempre lo mismo. Parecía que no se cansaba.
No me quiero ni imaginar por un momento, como sería mi cara de estúpida, no sólo en el momento en que me disculpaba por no tener hamburguesas, no sé con exactitud que era peor, seguramente era cuando todos querían saber porque un restaurante que estaba en una avenida principal y a pocos metros de la playa, no tenía hamburguesas. Sinceramente, yo me limitaba a decir: Lo siento, yo solo soy una empleada aquí, y no sé porque no tenemos hamburguesas. Agradezco su sugerencia y se lo comunicare al jefe.
Yo no sé como hacía para decir tanta tontería junta. Todo eso me salía muy natural. Y sin pensarlo antes.
A veces me sentía tan intrépida que les decía, si ustedes quieren tenemos aquí un libro de reclamaciones, al que amablemente, yo les invito para que expongan su queja. Pero la cara de la gente después de escuchar eso. Quedaban atónitos de escuchar mi invitación a escribir una reclamación por el hecho de no haber hamburguesa en la carta. Pero para mi eso significaba mucho, significaba mostrarle a Mario que estaba en un error, y que teníamos que adaptarnos a los cambios que el mismo "Sabroso" nos estaba mostrando.
Una vez se me ocurrió llamar a Mario para que diera la cara y explicará porque no había sandwichs, o hamburguesa en la carta. Quería dejarlo en ridículo a ver si así se daba cuenta de los gustos de la gente que ahora venía por allí.
Mario, esas personas que están leyendo la carta, quieren hablar contigo, conmigo?? dijo llevándose su mano derecha al pecho. Sí contigo que eres el chef. Y ¿De que quieren hablar conmigo si todavía no han ordenado?? ¿Se supone que primero se come y después se habla con el Chef?? No sé Mario No sé, una vez más estás pensando por los demás. Y sacando tus propias concluciones. Entonces ¿que? Vas a ir hasta donde ellos o vas a seguir cuestionando acerca de lo que tú piensas. Diles que estoy ocupado. ¿ Queeeee??? Como puedo ir a decir que estás ocupado si ellos son los únicos clientes que tenemos. No voy a ir dijo Mario. Diles lo primero que se te ocurra, lo que te dé la gana.
Yo estaba furiosa, quería darme un golpe en la cabeza para saber si eso era de verdad o yo estaba dormida en medio de una pesadilla, el golpe no me lo di, pero reconocí que sí era una autentica y jodida pesadilla, y que esa era la vida real, tal cual estaba pasando delante de mis ojos.
Contuve la respiración, y me dirigí hacia ellos, al igual que casi todas las personas, pidieron bebidas, y dejaron a un lado la carta.
Todos mis intentos fueron infructuosos, la gente no quería perder el tiempo, escribiendo una reclamación en un restaurante, por no tener hamburguesas. Y ahora que lo pienso..... Yo nunca lo hubiera hecho tampoco.
No sé como se me ocurrían ese tipo de cosas.
A veces venía Lucy la camarera, venía a saludar pero también quería saber si podía volver a trabajar, ella seguía haciendo trabajos de limpieza en algunas casas. Aceptaba trabajar de limpiadora, pero no le gustaba, lo podía ver en su mirada cuando yo se lo preguntaba.
Lucy era una joven humilde ella jamás diría directamente que no quiere limpiar, pero yo la conocía y la entendía, y hacía todo lo posible para que ella no se sintiera incomoda al hablar de ese tema. Ella al igual que yo no teníamos por ahora otra opción. Lucy a veces trataba de animarme y me decía con mucho respeto, lo mismo que yo pensaba. Sería bueno que el "Sabroso" cambiará la carta Alice, ¿te das cuenta cuanta gente joven se pasea por aquí? Claro que me doy cuenta Lucy, el único ciego aquí es Mario que no quiere admitir, que hay que hacer cambios.
Lucy no decía nada más, veía en mi cara que a mi tampoco me apetecía hablar de ese tema, estaba harta y eso se notaba en la expresión de mi rostro, ella por no incomodar hablaba de otra cosa, y yo siempre preguntaba por Nico, le decía que tenía que volver con él, porque yo quería probar otro de los cocteles que el había creado.
Yo siempre le decía a Lucy la verdad, que el restaurante no iba bien, que teníamos problemas, y que por eso no la podía contratar como las dos queríamos. No era capaz de alimentar falsas expectativas, no quería mentirle, ni ilusionarla.
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NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS [sin editar]
General FictionEl desamor y un negocio que no va bien, es lo único que une a esta pareja. Se encuentran en una zona de confort. Uno de los dos deberá salir y romper con ese ciclo. Es vital encontrar una solución justa y equitativa para los dos. Pero el destino...