Parte 17

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Habían aterrizado tres vuelos casi al mismo tiempo que el vuelo en el que viajaban mis padres. Yo me encontraba esperando afuera, y no les veía venir por ninguna parte, había mucha gente en el aeropuerto esperando, y mucha gente llegando y saliendo por la puerta. 

Deben estar esperando por su equipaje, estaba segura que mi padre se arreglaba bien con una maleta de mano, pero mi madre ella no, ella seguro que había facturado una maleta grande, y  la traía, incluso con dulces que sabía que a mi y a Mario nos gustaban. 

Seguro que también se había acordado de traer el queso casero que ella preparaba, y que para mi era el mejor del mundo.  La boca se me hacía agua pensando en los dulces y en el queso. Hasta cuando de repente los vi aparecer por la puerta, Mamá Papá grite tan fuerte que la gente me miro, y a mi esas cosas no me importaban.

Por fin habían llegado. Cuando me vieron empezaron a saludar con la única mano que cada uno traía libre, sus sonrisas eran de oreja a oreja,  "tan lindos mis viejos" pensé, y cuando estuvieron en frente de mi los abrace a los dos, como antes, como siempre. Me emocione y otra vez una que otra lágrima rodó por mis mejillas. Les echaba tanto de menos, cerré mis ojos mientras olía el perfume de mi madre, el que había usado toda la vida Anais Anais , y del cual mi padre siempre se encargaba porque a ella no le faltará. 

 No me había acordado del globo que aún seguía anudado a mi dedo el cual también se podía poner en el suelo o sobre otra superficie porque en el otro extremo del globo tenía un corazón de algo que no se que era, pero que impedía que el globo lleno de helio se escapará. 

Esto es para ustedes, les dije mientras secaba otra de mis lágrimas, lo siento estoy un poco nostálgica (lo que yo tenía era una depresión de caballo) y flaca dijo mi madre.¿ Te parece mamá? mi padre interrumpio diciendo, yo te veo igual de hermosa Alice,  te sienta de maravilla esa camiseta,  que globo más bonito continuo mi padre. Gracias hija.  Nosotros también te queremos. ,  Mi padre como siempre, el rey del disimulo. No quería que mi madre fuera a empezar con ese tema. Pero el si que me conocía como nadie más.

Agarre la maleta grande de mi madre que traía mi padre, y el cogió su maleta pequeña que traía mi madre. Fuimos directo a la parada de  taxi, y me fui con ellos al Hotel donde se iban a hospedar. El hotel quedaba a dos calles de el "Sabroso".  Estaba situado en una calle donde se encontraba la mayoría de las tiendas de souvenirs y ropa para ir a la playa. 

Mi madre dijo, que buen ojo has tenido Arturo escogiendo el hotel.  Seguro que eso no era casualidad y era otra de las cosas que previamente había preparado mi padre, el no daba puntada sin dedal, lo mire y el sonrió agachando la cabeza. 

Con mi padre siempre habíamos tenido una relación más estrecha, el me conocía mucho. Yo podía disimular con mi madre, pero a mi padre a él no lo podía engañar. Muchas veces nos entendíamos tan solo con mirarnos. Esa cualidad que siempre nos unió y que ahora me aterraba porque sabía que el en cualquier momento que estuviésemos a solas, me preguntaría directo cuál era mi problema. 

Intenté pensar rápido creyendo que no me podía quedar a solas con él, también sabía que el delante de mi madre  no se atrevería a preguntarme absolutamente nada. 

Intente relajarme un poco, mi padre me miraba con sus  gafas que estaban  un poco caídas sobre su nariz. 

Yo  no  necesitaba ni abrir la boca, solo hacía falta que mi padre viera a Mario, y nos viera a los dos, y que fuera al restaurante y ya con eso  sabría más de la mitad, mi padre era muy listo.

Cuando llegamos a su habitación, mi madre se fue directo a la nevera y pregunto a mi padre que quería beber, estoy muerta de la sed dijo mi madre destapando una botella de agua con gas, mi padre pidio otra botella de agua pero sin gas. 

También hay vino  Arturo dijo mi madre, sonriendo un poco. 

Alice vas a tener que darme la dieta que has hecho para adelgazar.  Ayyyy no por favor otra vez no. Mamá es simple, en verano casi no como y tomo mucho líquido. Sabes que nunca me gusto el calor, aquí ya ves con estas temperaturas, a veces no me apetece comer.

¿Y Mario ?  pregunto mi padre. Mario esta en el restaurante papá. Si eso ya lo sé. ¿ Mario como esta?   Sin pensar conteste, gordo y lento. Mis padres se carcajearon. En serio Alice, de modo que tu te adelgazas y el se engorda dijo mi madre, vaya pareja más curiosa. Yo levanté mis dos cejas, frunciendo el seño después de escuchar a mi madre, ante la mirada atenta de mi padre.

Bueno no se ustedes, que quieren hacer, pero yo  me tengo que ir al restaurante. Que tal si nos vemos luego, si quieren descansen, mi madre dijo yo no estoy cansada, quiero ir a esas tiendas de souvenir, mi padre sonreía con picardía como diciendo que una vez había dado en el clavo.

Espera Alice antes de irte, quiero darte algunos dulces que traje para ti y para Mario.  ¿Todavía os gusta el dulce?  pregunto mi madre. Sí mamá, y por dentro  dije el dulce sí pero Mario no!

No te olvides del queso dijo mi padre. Mi  cara se ilumino, me has tráido queso. Que delicia!!! Pero no el suficiente como para que aumentes  de peso. 

Resople como diciendo otra vez!, luego les di las gracias a los dos, me despedí de ellos con un par de besos y salí con mis regalos en la bolsa donde lo había traído mi madre. 

Camine despacio, no tenía prisa por llegar adonde yo no quería estar. 


NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS  [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora