Parte 5

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Me parecía increíble que mi vida girará en torno a esta situación. Bueno es que tampoco había otra. El restaurante seguía igual, de mal.  Y nosotros también. 

Yo me estaba volviendo especialista en pensar las mil y una maneras de salir de ese atolladero,  buscaba, y calculaba pero sin éxito alguno.

 Mario a mi parecer seguía engordando, y  había empezado a beber un poco más de la cuenta, o eso era lo que a mi me parecía. Ya no se limitaba al par de cervezas que bebía en casa antes de irse a dormir, o mientras se quedaba dormido delante de la tv.

Notaba que bebía cerveza en el restaurante,  pero no era para preocuparme, eso era lo que yo creía,  tampoco estaba pendiente de lo que el hacía o dejaba de hacer.   Mario nunca fue un gran bebedor, y  no  le veía borracho como para atreverme a hacer algún tipo de comentario.

Yo tenía muy claro que teníamos que cambiar el menú, o por lo menos anunciar comida rápida, nos haría bien incorporar en el Menú alguna hamburguesa,  hot dog, o sandwiches, o pizzas. La clientela estaba cambiando y la zona (donde se encontraba ubicado  el "Sabroso" así como se llamaba nuestro restaurante, y que de sabroso no tenía más que el nombre.)  estaba cambiando paulatinamente y sin darnos cuenta, habían abierto algunos negocios de bares y discotecas para ser exactos tres nuevos negocios en nuestra Av. Montpelier. Ninguno de ellos vendía comida. 

Me había dado cuenta de eso, porque a veces me gustaba simplemente salir y dar una vuelta alrededor, sólo para curiosear cuanta gente había en los demás negocios.  Si reconozco  que no debía de importarme eso, porque al fin y  al cabo no era asunto mio, pero siempre terminaba dando la misma ronda. 

A veces Mario preguntaba:    ¿A donde vas??  y yo le respondía sin mirarle a la cara. Voy a fumar un cigarrillo.  El ni se había enterado que hacía más de un año que yo había dejado de fumar. Después de ver como a mi vecina le habían abierto la traquea para que pudiera respirar, y es que ella fumaba tanto o menos que yo. El verla tan enferma, me hizo coger escarmiento.  Y deje de fumar de un día para otro.

Por Dios!!! Exclamé y creo que en voz alta, porque una pareja que caminaba casi a  la par, giraron la  cabeza para verme. Si pude dejar de fumar..... como no voy a ser capaz de dejar a Mario. 

 Pero no era sólo a Mario, era todo. Sentía miedo y eso es lo único que me  frenaba  la vida, para avanzar, ese miedo que me invadía, y  me bloqueaba,  y que no me permitía mover mi  trasero lejos de allí y sin medir las consecuencia, al fin y al cabo ¿Habría algo en esta vida peor comparado a como vivíamos él y yo????  

A veces sentía pena por Mario, me daba pesar, que pasaría con él si yo me fuera, que pasaría con la casa de Mariana, quedarme  allí tampoco hacía la diferencia, muy a menudo me encontraba preocupada  por él, y por su madre. Y me olvidaba de mi. 

Otras ocasiones y no se como me decía a mi misma que  tenía que pensar más en mi, lo sabía, debería ser egoísta, luego me repetía,  eso no es ser egoísta, tengo que vivir mi propia vida, lejos de Mario y lejos de el "Sabroso" 

 En mi mente a veces veía mi imagen en el apartamento, Mario por su puesto no estaba. Me veía empacando  mi ropa en una mochila, ni una maleta me hacía falta, para poner mis cosas. Pondría en una bolsa también todas esas camisas y camisetas blancas, los pantalones negros, los zapatos de trabajo y los tiraría en el primer contenedor de basura que encontrara en mi camino. Soltaba mi cabello y sacudía mi cabeza de lado a lado,  hasta ponía un poco  de color en mis mejillas y un poco de labial.  Me gustaría dejarle una nota a Mario diciendo algo como por ejemplo:   "Sé Feliz" No eso no, era patético, algo como "Te deseo todo lo mejor" eso tampoco, sinceramente no se me ocurría nada para dejarle en una nota, creo que esa idea de la nota era fruto de algunas peliculas en donde a veces uno de los dos dejaba un mensaje corto para enviar el otro a mierdilandia.  Cuando me cansaba de pensar en el mensaje que podía escribir.  Salía a la calle y era como si todo tuviera más colorido, todo lucía diferente, en mi mente, hasta me veía sonriendo de nada. 

Era muy básico mi sueño, pero era lo que me hacía sentir feliz. De solo imaginar eso, me entraba un subidon que hacía que mi animo cambiará, me imagino que sonreía mientras veía en mi cabeza esas imágenes.   Pero no duraba mucho tiempo.   Mi sueño terminaba justo allí porque luego me daba cuenta que no tenía adonde ir, eso era frustrante.



NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS  [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora