Parte 23

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Esa noche procure regresar al apartamento, lo suficientemente tarde,  para no ver a Mario alli como siempre sentado en el sofá. Cuando llegue el ya se había ido a dormir, y yo me senté en el sofá donde después poco a poco me fui durmiendo.

Esa noche tuve una pesadilla. Veía a Mario señalándome con su dedo indice, mientras se burlaba de mi . Yo me veía tumbada en el suelo como si me hubiere caído. La poca ropa que yo lucía en ese sueño estaba sucia y rota. Y yo solo intentaba cubrir las partes de mi cuerpo que tenía destapadas. Quería ponerme de pie, pero no podía. Sentía como si un camión hubiera pasado por encima de todo mi cuerpo, porque me dolía.  Empecé a llorar con mucha angustia. Eso parecía que hacía a Mario disfrutar. De pronto vi una piedra era un poco grande y quería alcanzarla pero no me podía mover, pensaba en que si la lograba tener en mis manos se la lanzaría a Mario directamente. Estaba muerta de ira. Mientras el sin moverse  no paraba de reírse. Luche mucho por moverme hasta que me desperté y sentí como mi brazo también se movió bruscamente. 

 Ufff que alivio. Abrí los ojos y  cuando vi que estaba en el sofá y que mi ropa estaba intacta, y no como la había visto tan real en esa pesadilla, sentí un alivio muy grande. Tenía sed y me fui a la cocina me serví un vaso de agua, y al mismo tiempo puse un vaso de agua en el horno micro hondas  para preparar una infusión de valeriana. Estaba nerviosa, y empecé a analizar esa pesadilla, realmente Mario se había burlado toda la noches de mi, de mis padres y de toda la situación. Yo sabía que era así tal cual lo vi en la pesadilla pero no sabía porque el había actuado de esa manera ni mucho menos que pretendía.

El hubiera podido actuar normal tal vez como el era antes, yo no entendía porque ese afán de aparentar lo que el no era, ni nunca fue, ni tampoco nunca llegaría a ser. 

Cuando el agua caliente estuvo lista, prepare la infusión y me fui de nuevo al sofá.

Tampoco entendí porque el había retirado el cartel de "Se vende". Eran muchas cosas al mismo tiempo. 

Y por más que pensaba intentando darme a mi misma una explicación lógica no la podía encontrar y así después de dar tantas y tantas vueltas al mismo asunto, no pude volver a dormir, hasta que amaneció y escuche la vibración de  la alarma en mi teléfono como de costumbre.

Quería pensar en algo diferente pero no podía, cuando intentaba ocupar mi mente en otra cosa, volvía otra vez esa situación del restaurante. Era una agonía.

Lo único que tenía claro es que yo iba a ignorar por completo la actuación de Mario la noche anterior. Iba a seguir normal con total indiferencia y no le iba a preguntar a el, absolutamente por ninguna explicación acerca de su comportamiento. 

Esa mañana Mario se levanto un poco más temprano, y salió primero al restaurante. 

Cuando llegue vi que el aviso de "Se vende" estaba otra vez colocado afuera. 

Tampoco le dije nada acerca de eso. 

En la tarde un  hombre entro al restaurante preguntando por el dueño. Llame a Mario de inmediato y le dije que alguien quería hablar con él. Mario salió de la cocina y saludo al hombre que estaba interesado en comprar el "Sabroso".  Me fui para dentro haciendo como que hacía algo  y procurando no estar  tan lejos para alcanzar a escuchar la conversación. 

El hombre empezó haciendo muchas preguntas relacionadas, con el costo del alquiler, la electricidad, el agua. También pregunto acerca del tipo de licencia que tenía el restaurante, y el horario que venía escrito en la licencia.

Pregunto a que hora venía más la gente a comer. Y Mario le dijo con total normalidad. Que era en la noche cuando más comensales tenía, debido a que la gente en su  mayoría turistas pasaban el día en la playa. Y en la noche era cuando más venían aunque durante el día también venían clientes pero no como en la noche.

Mario hablaba con mucho desparpajo sonaba muy convincente, hasta hubo un momento en el que hasta yo le creí todo ese montón de mentiras que salían de su boca una tras de otra.

Mario sabía que yo estaba escuchando la conversación. Y de un momento a otro empezó a caminar en la terraza casi llegando al otro extremo. Seguro quería hablar acerca del dinero que el quería vender el "Sabroso" pero el muy listo, no me dejo escuchar más nada acerca de la conversación.

El hombre leyó la carta y hablaba con Mario pero yo no sabía que decían. También salio afuera y veía el rótulo donde se podía leer "Sabroso Restaurant" y lo vi sonreír con disimulo.

Una vez más me sentí ignorada, otro  mueble más en el restaurante, pero tampoco quería meterme en la conversación, aunque a veces pensaba diferente, y que debería también yo hacer parte de esa conversación porque yo también había puesto mi dinero allí. 

Sinceramente no sabía que hacer.  

Al final el hombre se despidió de Mario, y me dijo adiós con su mano, cuando al mirar para dentro vio que yo les estaba mirando. 

Hice el mismo gesto. Después Mario se entro a la barra y se sirvió una jarra de cerveza. 

El silencio a veces era eso como nadie estuviera allí. Había una gran tensión se respiraba en el ambiente. 

Odiaba eso y quise ir a caminar un poco.


NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS  [sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora