Al día siguiente mi padre me llamo para decirme que en dos días ellos estarían de regreso a casa, y esa noticia me dejo un poco triste, porque aunque no estaba acostumbrada los últimos años a vivir cerca de ellos, de todos modos me alegraba la vida cuando podía y sabía que los tenía cerca.
Esa mañana note que Mario no estaba del todo bien, a decir verdad últimamente no lo veía bien pero ese día lo veía más cansado, más pálido que de costumbre.
En la tarde Mario me dijo que no se encontraba bien, y que tenía un dolor muy fuerte en el pecho, y que ese dolor parecía que se extendía por su brazo derecho, eso me preocupo bastante y le dije que le llevaría al hospital , pero el no me respondió y se llevo la mano al pecho y sin decir más nada se apoyo en una silla donde suavemente se dejo caer.
Confieso que sentí pánico, lo vi tan débil y vulnerable, me apresure a llamar a la ambulancia que no tardo en llegar pero mientras no supe que hacer o que decir, Mario se encontraba allí casi muerto, yo no quería tocarlo, estaba completamente paralizada, asustada de verlo allí sin conocimiento.
Los paramedicos que vinieron a verlo dijeron que había sido un infarto y debía ir urgentemente al hospital. Yo no podía ni siquiera decir palabra alguna, solo me limite a cerrar rápidamente mientras ellos subían a Mario en la ambulancia.
En esos momentos de camino al hospital y con la sirena a tope, sentí pesar de Mario, no es que me sintiera culpable ni mucho menos por eso que le estaba sucediendo, simplemente pensaba como era posible que el estuviera en esas circunstancias. Soló quería pensar y deseaba que el se recuperará pronto y que pudiera resistir, no sería capaz de desearle nada malo a nadie y mucho menos a él a pesar de nuestras diferencias.
Cuando llegamos al Hospital inmediatamente lo llevaron a una sala de cuidados intensivos y yo me quede en la sala de espera, llame a mis padres para contarles acerca de lo que sucedía y ellos no tardaron en llegar al hospital hacerme compañía.
A pesar de que Mario no demostraba su preocupación o tensión acerca de la situación con el restaurante estaba más que claro que sufría mucho tanto que su corazón no pudo resistir.
Por mi cabeza pasaban muchos pensamientos, y me aterrorizaba verme allí en esa situación, sentía tantas veces que mi vida se estaba perdiendo día tras día sin encontrar una salida, y Mario estaba igual solo que ahora él estaba peor porque su cuerpo ya no había aguantado tanto estrés. Y yo no quería que me sucediera lo mismo a mi pero seguro que si seguía igual podría terminar allí en urgencias.
Estaba llorando a mares cuando mis padres llegaron y creyeron que era por Mario, pero no. No era que no sintiera pena por él. Lloraba de mi impotencia de mi fragilidad de lo dificil que era todo y más aún cuando no tenía a nadie a quien acudir o tan siquiera hablar.
Mis padres me abrazaron diciendo cosas como tranquila, todo estará bien. Yo sentí mucho miedo de la vida. No hay nada seguro en la vida, lo único seguro es la muerte, y nada más.
Nos pasamos la vida sufriendo, aguantando las situaciones o las personas con las que no queremos estar y eso ¿ para que al final? Ahora después de tanto tiempo que ha pasado y cuando miro para atrás me doy cuenta que fue inútil sufrir, ahora lo considero una pérdida de tiempo y energía.
Luchar contra algo que no podemos cambiar sea una situación que no nos guste, o una persona con la que no queramos estar, luchar contra eso es perder el tiempo, perder energía es un desgaste sicologico que nos agota hasta el extremo de llegar a sentirnos deprimidos o hasta llevarnos al estrés la antesala de un infarto.
Después de que pasaron un par de horas el doctor salio a informarnos que Mario se encontraba mal, y que lo habían inducido a un coma. No nos dijo cuanto tiempo podría estar así, solo preciso que su diagnostico era reservado y en otras palabras Mario se encontraba entre la vida y la muerte.
Pregunté si podía pasar a verlo y el médico no lo vio conveniente, con lo cual después nos dijo que sería mejor que nos fueramos a descansar a casa y que ya veríamos como seguía Mario.
Mis padres me acompañaron hasta el apartamento y estuvimos tomando café y charlando acerca de la vida, y de la muerte. Y de como deberíamos de disfrutar cada día que vivimos porque es un regalo del universo, pero la mayoría de las personas incluyéndome a mi, no lo vemos de esa manera, y eso es muy triste.
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NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS [sin editar]
Ficção GeralEl desamor y un negocio que no va bien, es lo único que une a esta pareja. Se encuentran en una zona de confort. Uno de los dos deberá salir y romper con ese ciclo. Es vital encontrar una solución justa y equitativa para los dos. Pero el destino...