Uno

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JungKook

La ciudad de Talio City se conoce por dos cosas: 1.Ser tan miserablemente pequeña y 2.Ser una de las ciudades capaz de mantener una hortensia en buen estado a pesar de su clima no tan templado como lo pide el cuidado de la misma flor. "Vivir en una ciudad pequeña trae buenos beneficios" dijeron muchos de mis compañeros al avisarles que me iría de Seul para ir hacia aqui.

Pero en todo este largo trayecto en el auto de mama no he dejado de pensar todo lo contrario. Había tenido que dejar a mis amistades, una excelente oportunidad de la universidad de deportes, todo por mi madre.

— ¡Listo! Hemos llegado— habló alegre mi madre, quien había frenado el auto frente a una gran casa blanca ya desgastada por el tiempo y la humedad, suponía. La cerca que dividía la otra casa estaba decorada por unos, ya secos, rosales —. Valla, hasta tenemos plantas incluidas.

—Puedo elegir mi habitación, ¿O eso tampoco puedo elegir yo?— alegué para abrir la puerta del copiloto y salir, el olor a humedad llenaba mis fosas nasales, aunque también una diferencia en el aire, este era más fresco.

— ¡Oh! Ustedes son los que se mudarán a la casa— ganó nuestra atención una señora de más edad que mi madre acompañada de un hombre igual de anciano —, Perdonen si los sorprendimos, mi nombre es Jung HaNeul, él es mi esposo Meng Xu.

La pareja había hecho una sonrisa, una que llegaba a contagiar hasta cierto punto esa alegría.

—Mucho gusto a ambos, yo soy Kim SunHee, él es mi hijo JungKook. — nos presentó contagiada por la calidez de la pareja.

Había cambiado mi vista de la pareja a la casa. Era sin duda una antigua construcción, las tejas rotas o incluso faltantes lo demostraba. Seguía tan perdido en la observación y mis pensamientos que el gran salto que había provocado el señor Meng era indescriptible al posar su mano en mi hombro.

—Es magnifica, ¿No crees?— parpadee para calmar mi corazón que latía veloz por el susto, el también observaba la construcción —. Esta casa fue de las primeras cuando crearon estos suburbios— me miro —, Son los segundos dueños de esta casa.

—Ya veo, ¿Qué les paso a los "primeros"?— Meng borro poco a poco su sonrisa sin dejar de verme. Su mirada me había dado cierto escalofrió.

—Eres curioso muchacho, aquí debes de tener cuidado con eso.

Y con eso regresó al lado de su esposa, no entendí su "advertencia" o el que fuera, opté por tomar mis pocas cosas que llevábamos en el auto y entrar al interior, era espacioso y decorado por un piso de madera caoba que por ahora estaba opaco de la suciedad y polvo, había unas grandes puertas de cristal que quisiera pensar que se deslizan para salir a lo que podría imaginar era el patio trasero, no había muebles, eso hacía que se viera todo el piso mucho más grande de lo que probablemente era. Seguí mi camino en las escaleras que crujían con cada escalón que subía; inspeccioné casi todas las habitaciones de la segunda planta dejando una para el final, una con puerta color café oscuro mientras que las demás eran blancas, en cuanto entré una gran ventana me recibió, al no tener las cortinas iluminaba todo el espacio.

Observe el techo y pude notar que había un pequeño cuadro con una cuerda, había ático, creo que esta sería mi habitación. Por ahora no tengo las fuerzas ni las ganas de subir a inspeccionar el nuevo piso arriba de mí, tal vez sea un lugar oscuro con polvo y con arañas. Volví a bajar por las cajas que había dejado en la entrada principal de la casa.

En todo ese día había maldecido a Dios o a cualquier entidad que estuviera escribiendo mi historia. 

Hortensia || ¡JJk! || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora