XIV

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CAPÍTULO 14Deidades

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CAPÍTULO 14
Deidades

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Los días siguientes, Syntherea se sentía sumamente apenada y se reprendía constantemente por la decisión tan cobarde que había tomado, el sentimiento de frustración se incrementaba cada vez que pensaba en ello y le provocaba esconderse bajo una roca. Había desechado la oportunidad de su vida por puro miedo a ser nada más que algún pasatiempo dispensable del príncipe. Temía sentirse usada, haberse ilusionado como tonta por puro capricho del menor –tal y como le había advertido años atrás la rubia– al cual le había dado lo que quería. No podía caer tan bajo por querer algo que parecía ser imposible y nada más que una fantasía de una mente susceptible a palabras bonitas.

Sin embargo, el suplicio y su malestar continuarían por un rato más, ya que ese no sería el último evento al que asistiría, había muchos más por venir. El más cercano era la ceremonia que les daría el título de Dioses a los hermanos y aquellos que se hayan ganado la oportunidad de obtener tal reconocimiento otorgado por el Padre de Todo. Lo bueno, era que ella estaría entre el público, procurando simplemente observar desde un punto adecuado, donde no llamara la atención y pudiera ver lo que sucedía sin tener que mover la cabeza constantemente para tener una buena vista. Mantendría un perfil bajo, vería a los príncipes hacer lo necesario para que el Padre de Todo decidiera un título para otorgarles, al igual que con Sif. En otro momento se acercaría y les felicitaría por cual fuese el título que portarían en su eternidad, pero por ahora, preferiría que se la tragara la tierra y le escupiera en Muspelheim antes que dirigirse al príncipe menor.

Su padre estaba bastante ocupado en su taller, así que no estaría presente a su lado en el evento, afortunadamente Ekanna aceptó acompañarla, de todas formas ese sería un día poco concurrido y no afectaría mucho si se ausentaba por un rato. Ambas se dirigieron al lugar predilecto y buscaron un buen lugar junto a una columna, desde ahí tenían una buena vista a la arena y no eran tan visibles a quien estuviera en ella, o al menos con eso contaban. Al detallar los objetos presentes en la arena, la castaña logró distinguir un martillo posado en un montículo de tierra, parecía tan simple que no creía que fuera útil en más que dejar inconsciente al oponente, pero eso estaba por verse.

Nothing Else Matters | Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora