Capítulo 6 |¿Nuevo Hogar?|

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Al día siguiente Emma fue llevada al reformatorio, en el viaje ni su padre ni ella se dirigieron la palabra, ella estaba molesta y triste a la vez, y su padre no sabía que decirle. Al llegar Emma se despidió de su padre y entró al lugar, en donde ella pasaría uno de los peores años de su vida, o al menos eso pensaba.

El lugar era enorme, era como una mansión, pero al entrar de que no era para nada una mansión, solo tenía el tamaño de una; tenía 3 pisos, y en cada piso había como mínimo 20 habitaciones, en las cuales dormían juntas 3 chicas, así que habían un montón de chicas, que estaban ahí cada una por razones distintas, algunas porque eran muy malcriadas, otras porque en serio estaban locas, otras tenían una enfermedad psicológica y sus padres no tenían tiempo para cuidarla, etc.., pero Emma era la única a la que habían metido por decir la verdad, pero una verdad que nadie creía; por un segundo pensó que quizá encontraría a alguien ahí que se pareciera a ella, pero ese pensamiento fue eliminado, al ver al montón de chicas, el cual comportamiento le recordaba a un robot, ella se prometió a si misma nunca convertirse en ello, y fingir si es posible la mayor parte del tiempo.

Emma entró, y notó que el lugar estaba totalmente aseado, pero tuvo un escalofrío al notar que por más limpió que estuviera, en sus pasillos se sentía el dolor, y el desprecio que tenía cada una de las chicas que estaban allí; ninguna de ellas quería estar ahí más que Emma, pero sabía que tenía que aguantar, quién sabe lo que le harían si hace algo malo en el reformatorio, quizá la quemaban como hacían con las brujas en los siglos pasados, ese pensamiento hizo que se alertara un poco.

Al adentrarse un poco más se encontró con una señora, de unos 60 años calculó Emma, quién la saludo y la recibió como si tuviera una hija más en su hogar lleno de tantas mujeres.

─Que tal, me llamo Susana, soy la directora de este reformatorio, me alegra mucho que hayas decidido venir aquí, tú eres Emma ¿no? ─dijo la señora a lo cual Emma solo pudo responder con una falsa sonrisa y un asentimiento con la cabeza, ya que si abría la boca quien sabe la cantidad de cosas que le diría a esa pobre señora ─Bueno sígueme, te mostrare todo ─Y así lo hizo, le mostró desde el comedor, hasta la sala donde guardaban los productos de limpieza; a todo lo que Susana le decía, ella solo llegaba a sonreír, y a asentir si lo veía necesario, no veía el por qué hablar, y tampoco quería arrepentirse de haberlo hecho.

Al llegar a su habitación se encontraban otras dos chicas, que al igual que ella no parecían muy felices de estar en ese lugar, pero parecía que lo manejaban mejor que Emma.

─Ellas son Jennifer y Sofía, son tus compañeras de habitación, y te ayudarán a adaptarte mejor aquí ─Ambas chicas parecían amigables, así que no tuvo miedo de presentarse y hablar un poco con ellas, mientras que la directora las dejaba a las tres solas en la habitación.

─¿Así que por qué estás aquí? ─preguntaron las chicas que no entendían que hacía una chica como Emma entre ellas, al contrario a las demás chicas Emma parecía ser una pequeña y frágil muñeca, aunque era todo lo contrario

─Mi papá cree que estoy loca, y ¿ustedes? ─Ella no quiso dar más detalles, no sabía con qué clase de personas estuviese tratando, aunque parezcan simpáticas puede ser simplemente una máscara, al igual que hacia ella gran parte del tiempo al mostrarse feliz cuando era todo lo contrario en esos momentos

─Bueno, en el fondo creo que si estoy loca ─dijo Sofía, que inmediatamente después de decirlo soltó una carcajada muy rara, ella tenía un aspecto algo callejero, era morena y su cabello era rizado, pero era una chica muy linda, de esas a las cuales cualquier chico miraría en la calle

─Mi mamá dice que debo hacer más amigas y que encerrada en mi cuarto leyendo o viendo películas no me ayuda a ser más sociable, no lo entiendo, pero bueno me obligó a venir aquí ─dijo Jennifer, ella tenía un aspecto más de chica inteligente y tímida, su cabello era color café, y es de esas chicas que si ves por la calle, simplemente sigues de largo y no la tomas muy en cuenta, pero que si la llegas a conocer se roba tu corazón

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