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Presente

Emma suspiró airada por la actitud de su hermana menor, un intento inútil de no alterarse más con la pequeña Rose. Quien, en contra de la cordura, daba alaridos a lo que ella consideraba canto, con el fin de animar a su padre y aligerar su trabajo.

Era una lástima que el canto no fuera una capacidad en la joven, y que en cada nota sonará como si estuviera destripando a un gato moribundo. Si los oídos de su Emma pudieran hablar, gritarían de indignación. No perdió el tiempo en intentar acallar a su hermana, en su lugar, le envió una mirada significativa a su padre.

—Padre—rogó—por favor deténgala

El hombre mayor profirió una prolongada carcajada que culminó con un fuerte estallido de tos; lo único que fue capaz de detener el canto de su hija. Rose inmediatamente dio fin su canto y corrió a su auxilio, momento en el cual el hombre le dio un pequeño guiño a su hija mayor. Quien en respuesta rio entre dientes por la astucia de su padre.

Sus labios se congelaron cuando su mirada se posó en lo que se encontraba tras la espalda de su amado padre, lo siguiente que pasó fue algo que jamás llegó a imaginar que vería y hubiera hecho cualquier cosa por borrar ese recuerdo de su mente.

Lord Shepherd estaba exhausto en el momento que al por fin había regresado a Obsidiana. Al bajar de su caballo sintió una fuerte briza, como si una ventisca se aproximará, ante sus ojos no lograban ver nada físico que acompañara tal presentimiento, sin embargo, la sensación prevalecía en sus huesos.

Como un simple soplo el silencio reinó un par de segundos, por algún motivo desconocido pareció prolongarse más allá de minutos y horas. El grito de una mujer rompió la calma hipnótica, fue como el despertar de una ensoñación. Lord Shepherd instintivamente llevó la mano en su espada la cual aguardaba fría en su vaina, pero el conocimiento de que no estaría mucho tiempo así no lo abandonó.

Su cuerpo se movió por voluntad por propia en dirección a los gritos que no se silenciaban, en su lugar, se iba uniendo a muchos más, un aullido amenazante se extendió, llevando al duque a agilizar sus pasos.

Vio al señor Ross levantar su arma, para dar un único y certero disparo al lobo manchado que se encontraba acorralando a dos doncellas; cuyos rostros habían adquirido una tonalidad blancuzca, muertas del pánico y terror. La joven de una edad superior trataba de proteger a la más joven, quien cuyo parecido físico lo llevó a la conclusión de que eran hermanas.

Ante el escándalo, hubo una congregación de hombre y mujeres que, atraídos por la curiosidad, ahora proferían auxilio a las doncellas quienes por su semblante podrían desmayarse en cualquier momento. Los hombres recelosos se miraban entre sí tratando de dar una explicación al fenómeno.

Pero la situación carecía de sentido.

El lobo se encontraba inerte, una baba negra salía a borbotones de su hocico, aquellos ojos antinaturales miraban al vacío.

Fiebre salvaje— anunció alguien con voz pastosa—la peste a...

No pudo completar su frase, otro grito espantado se alzó, sin embargo, la trascendencia de los aullidos y rugidos que lo acompañaron lo ahogaron. Una jauría de lobos infectados apareció de la nada, serpenteando en las calles.

Algunos pocos lograron refugiarse en casas y negocios, otros más quedaron abandonados en la intemperie. No había donde esconderse, no había a donde correr. Estaban sitiados

La lucha había dado comienzo y Obsidiana llevaba las de perder.

Un sudor frío bajó por la espina dorsal de Anastasia. Estas criaturas resultaban más salvajes, en comparación con aquellas que la atacaron tiempo atrás en el claro, y más horrendas de lo que la dama recordaba.

Era inquietante encontrar tal magnitud de lobos en las calles de Obsidiana, y aún más vivir tal desenfreno. Contaba tres cuerpos inconscientes, por sus heridas y el color anormal en su piel era poco probable que estuvieran vivos.

El señor Flynn, llevaban en sus manos lo que parecía ser un rodillo para pan, como un arma contra los lobos que lo rodeaban a las señoritas Stewart, los brazos del panadero se veían robustos y fuertes, producto de un arduo trabajo, aun así, no parecía ser suficiente. Demasiado tarde se dio cuenta de que no podía derrotar a la bestia con un simple rodillo puesto que, por astucia de esas criaturas, se encontró rodeado y sin posibilidad alguna de ayudarse a sí mismo y a la señora Anderson quien acabó encerrada con él. Gracias a Dios el americano se encontraba lo suficientemente cerca dándole con su espada un golpe mortal al animal.

Todo sucedía tan lento, pero al mismo tiempo con solo un parpadeo se perdía todo el suceso, tres de esas bestias ahora rodeaban a el duque un grito ahogado abandonó a Anastasia. Su corazón latía frenéticamente intentando abandonar su pecho y correr en auxilio a su esposo.

Daemon vio las intenciones de la joven, antes de que ella cometiera la imprudencia que predominó en sus pensamientos, saltó en favor del duque. Su destreza y agilidad superaba por mucho a los presentes, con movimientos fluidos inmovilizó a dos de ellos, mientras lord Shepherd batallaban con el lobo restante.

Era difícil decir cuál de los tres se encontraba más impactado por la acción. Daemon acababa de salvar la vida del hombre que más odiaba en el mundo, el que durante años planeó destruir. Ninguno de los dos hombres se movió cuando la pelea hubo terminado, se observaban con rostros serios e impenetrables sin apartar la mirada el uno del otro, bailando un mortal vals.

Los lobos se encontraban en su mayoría muertos y los restantes simplemente huyeron de nuevo, pero la adrenalina aun corría por las vanas de los hombres y la necesidad de encontrar un culpable no se hizo esperar. La paz solo reinó por unos segundos. Antes de que todos a la una se lanzaran por el Catanys; improperios, profanaciones y maldiciones saltaban por sus bocas y los golpes no se hicieron esperar.

Destruir al Catanys se tornó un acto de vital importancia.

Solo Anastasia y el viajero americano, no se levantaron contra él, este último tenía una mueca de asco en sus labios, reprobando rotundamente tales acciones, sentimiento en el cual ella lo acompañaba.

Anastasia #ZelAwards2019 #pgp2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora