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Dentro de la sociedad es bien sabido que para una dama adquirir honra debe ser desposada, y para cada caballero perdurar su título. El amor y ese género de sentimientos casi siempre resultan innecesarios a la hora de contraer matrimonio.

Lady Anastasia, una amante secreta de la lectura romántica, tenía pensamientos no acordes su época. Tal vez su madre la marquesa de Bainbridge, tenía razón y gastaba su tiempo en infames fantasías, no necesitaba desarrollar el amor al momento de la boda, el cariño llevaba con el paso de los años.

—Nadie va al matrimonio estando enamorada, lady Anastasia—le recordó lady Prudencie—vos debes dejar de perder el tiempo en aquellos libros infames. No entiendo como lord Bainbridge te permite que te manches de esa manera, para una mujer no es necesario leer o escribir.

Lady Prudencie hacía gala a su nombre, era la representación de la prudencia en carne y hueso, además la imagen de lo que una dama de sociedad debía ser. Vivir acorde a las necesidades de su marido, ser la sombra. Anastasia nunca llegaría a ser la mitad de sumisa y la prudencia no era su fuerte, no envidiaba en absoluto el matrimonio de su amiga, quien recientemente se había casado con el sobrino del conde de Martel. El futuro sucesor del título, envista que el conde ya entrado en edad no poseía herederos. Dentro de del círculo de la alta sociedad se rumoreaba que el joven no poseía lo necesario, apuestas se habían jugado de en cuantos meses le tomaría despilfarrar dicha fortuna.

A pesar de ser este un hombre joven y adinerado, lady Prudencie no era feliz; se podía apreciar claramente en su mirada perdida y las sonrisas tristes que flotaban en sus labios, en cada ocasión que el nombre de su esposo salía a relucir, Anastasia podía juraría de hecho en cierta ocasión la vio temblar.

Ella no deseaba esa vida para sí. Anhelaba al caballero valiente y gallardo que la rescata a la princesa de las sombras, el que se enfrentaría al mundo por ella. Un hombre que la protegiera y la tomara como suya. Quería ese amor que solo había podido apreciar en sus preciados libros.

—Lord Bainbridge no tiene conocimiento de ellos—dijo Anastasia. No quería llegar a pensar qué sucedería si su padre el marqués, descubriera en qué tipo de lectura gastaba su tiempo su mayor—espero que sigas siendo tan discretas como lo has sido, Prudencie

—Sabes que jamás traicionaría vuestra confianza—se defendió lady Prudencie—. Pero lo que has estado haciendo no es correcto, y lo sabes, ya es tiempo de ponerle fin.

Anastasia suspiro. Cómo podría su amiga pedirle algo así, era la única forma en la que ella podía ver amor. Quizá lady Prudencie tuviese razón y ese amor era producto de la imaginación de un hombre. Pero he de decir que era una imaginación muy vívida.

—He escuchado que tu mano será dada a lord Shepherd —chilló feliz lady Prudencie cambiado a un tema más parcial—. El duque será un marido espléndido, sería bueno que te apresures para con los preparativos. No quieres que se arrepienta y termines como lady Lena. Aunque eres tan hermosa que cómo podría este rechazarte.

Lady Lena era la hermana de su padre, quien nunca se casó a pesar de tener una belleza pulcra y espléndida. Anastasia lograba ver el tormento que acechaba tras los ojos de su tía, aunque siempre tratara de cubrirlo con una sonrisa esta nunca alcanzaba a sus ojos. Solo su hermano el marqués y su esposa, conocían el secreto que cruelmente atormentaba esta mujer, y del que probablemente jamás sería libre.

—Escuche en una ocasión decir a lord Bainbridge, que en su edad casamentera recibió innumerables propuestas. Pero todas fueron rechazadas por ella.

— ¡No entiendo, ¿Cómo lady Lena pudo haber hecho algo así?! —expresó lady Prudencie horrorizada, como si tal acontecimiento fuese semejante a cometer un homicidio. Al final se estremeció, estrechando sus ojos almendrados— solo espero que no se te ocurra seguir su ejemplo.

Anastasia #ZelAwards2019 #pgp2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora