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Días antes del incidente de Lydia

Anastasia no había tenido noticias de Damon en días, los mismos desde que lanzó en su dirección aquella advertencia. Transcurrió una semana, durante la cual lord Shepherd continuó el cortejo para con su persona, predispuesta por las acusaciones que lanzó el catanys en dirección del duque buscó cualquier prueba de ello, sin embargo, no halló ninguno. Caballerosidad, decencia eran muchos de los rasgos que la joven captó de sus continuas visitas.

— ¿La estoy aburriendo, mi lady? —preguntó Shepherd al notar la distracción en el semblante de la joven.

—En absoluto, excelencia—respondió la dama con un respingo.

Sin embargo, permaneció ausente a la conversación del hombre a su lado, el hecho de no tener noticias sobre Daemon era un mensaje en sí, el catanys ya había tomado una decisión y no era ella, aceptar el hecho no representaba consuelo alguno, ni mucho menos apaciguara la magnitud del dolor. Se acercaba el plazo que el duque entabló para finiquitar el acuerdo que pactaron aquel primer día, que la aspen si la joven ya tenía una decisión clara para este punto.

— ¿Le preocupa nuestro trato, mi lady? —preguntó el lord como si conociese las perturbaciones de Anastasia

Negar tal afirmación sería tal vez la mayor mentira que atravesaría los labios de la joven. Quien se reconoció a sí misma que tenía tal derecho a dudar, ¡Era el resto de su vida por Dios! No podía tomárselo a la ligera. Se encontraba en una terrible encrucijada, rechazar al lord representaría rechazar todo para lo que fue formada, así como hacer a un lado a Daemon era negarse a sí misma quién era.

Anastasia le era imposible no establecer diferencias entre ambos hombre más allá de el origen de ambos, eran de caracteres similares, de eso se dio cuenta rápidamente, pero la manera en que cada uno expresaba sus pasiones eran totalmente opuestas, el duque era un hombre recatado y buscaba introducir sus opiniones de manera firme pero sutil, Daemon era una llamarada ardiente y directa, que entraba sin pedir permiso y se negaba a salir, vivía con una constante tira y afloja con los entre los modales y ausencia de ellos. Shepherd le era una apacible calma una torre que le proporcionaba seguridad. Daemon producía en ella un arrebato de inestabilidad y dependencia que francamente le hacía temblar. Anastasia se dijo que si fuese una mujer prudente acompañaría al duque sin rechistar, pero al ser una mujer fatalista, amante de los romances peligrosos esperaba que Daemon regresara. Aun así, se dijo que, si cumplido el plazo Daemon no acudía ella, cumpliría con su obligación desposando al lord.

Daemon llevaba cinco días internado en el bosque, el primer día persistía la esperanza de que Anastasia volvería en pos de él, un terrible error de cálculo pues la doncella, fiel a su palabra no acudió. Sin embargo, él no se sentía dispuesto a ceder, lo que ella pedía superaba con creces el límite de lo que estaba dispuesto a dar, resopló con solo pensarlo <<Alejarse de su más profundo anhelado>> su conciencia misma lo confronto, al proferir el valor de la dama sobre lo antes deseado con fervor.

—Lo que desea hacer y lo que se debe hacer no siempre resulta ser lo mismo—se dijo.

Por otro lado, existía una manera de cumplir ambos, al incrustarse la idea en su cabeza no supo si era buena o mala, pero estaba seguro de que, si llegaba a oídos de la mujer, o simplemente lo sospecharse patearía su trasero al otro lado del continente.

Era consciente de que ella continuaba recibiendo las visitas de Christopher, por ende, no se le hizo extraño verlo caminar junto a ella en los jardines de Grafton, desde la distancia escucho la risa de la joven, los puños de Daemon se apretaron al punto de tornar sus nudillos blanquecinos, apartó los ojos de la pareja buscando calmar la tempestad rugiente en su interior.

<<Te escogía a ti>> recordó. Pamplinas, casi gritó; si realmente fuese así hacía tiempo atrás habría puesto un alto al cortejo, el paseo de la pareja continuó por un par de minutos más, cuando el carruaje del duque partió Daemon estaba que se jalaba los pelos del coraje. Atravesó la puerta del servicio que naturalmente se encontraba despejada, camino derecho hasta que el pasillo chocaba con un hombre canoso sentado sobre un caballo negro. Con sigilo hizo girar el retrato, hasta internarse en un pasillo secreto, hedía a moho, y suciedad, no obstante, dentro residían huellas frescas, Daemon las ignoró, cuando percibió una rejilla de luz, la señal que había encontrado el balcón de Anastasia, la alcoba se encuentra decorado en tonos borgoña y dorado, dio el primer paso e inmediatamente retrocedió al percatarse de entrada de la mujer, que reconoció como lady Lena.

—Vuestra madre me ha convidado a indagar vuestras intimidades—relató la mujer con una sonrisa.

Anastasia cerró sus ojos contrariada, al escuchar como su tía relataba los tormentos de su madre, no le extrañó la intervención de la misma, puesto que, conocía a la marquesa, pero aun esperaba tener una respuesta de aquel hombre, por ende, sus decisiones futuras eran una incógnita inclusive para ella. Bastó un vistazo para que la mujer supiera que las cosas no se encontraban bien, tomo la mano de la joven y la condujo al lecho donde ambas se sentaron.

—Puedes decir que no—le aseguro lady Lena—. No es un secreto lo que se espera de ti. Mi hermano se ha empecinado con emparentar con su excelencia. ¡Sabe dios que yo también tuve que pasar por ello!

Los ojos de Anastasia se agrandaron con el sonido de las palabras de lady Lena, lord Bainbridge, la instaba a congraciarse con el duque, atrayendo su atención para sí.

>>Por mucho tiempo lo intente; pero yo no era de su agrado—Anastasia quiso interrumpirla a fin de halagar la belleza de su tía, no obstante, ella la detuvo—. Debo aceptar que él tampoco era de mi agrado, no me mal entiendas, lord Shepherd es un hombre atractivo a la vista, pero en ese tiempo éramos todos completamente diferentes a lo que somos ahora. Sus pasiones eran violentas y yo no estaba preparada para algo así, aún menos lo deseaba.

—¿Qué lo hizo cambiar? —preguntó Anastasia.

El semblante de Lena cambió, su cuerpo se redujo sus ojos se tornaron como el vidrio durante la llovizna.

—Una horrible tragedia —respondió con un hilo de voz—la llamaron fiebre salvaje

Daemon esperó pacientemente a que la mujer se marchara, salió de su escondite sus ojos inteligentes se posaron en Anastasia. Al no saber cómo reaccionaría la joven al verlo, permaneció a una distancia prudencial.

Anastasia no supo si besar la catanys o empujarlo por tenerlo en vela. El viento hizo maravillas con su cabello, y las manos de la mujer picaban por tocarla, el hombre ingresó a la estancia su cuerpo tenso, verlo entrar en el lugar donde dormitaba se sentía más íntimo que sus encuentros anteriores; los nervios la consumían, tratando de adivinar cuál sería el siguiente movimiento del hombre

—He tomado una decisión—pronunció, con voz de barítono directo al oído de la dama, su respiración caliente levanto cada diminuto vello de la dama—. Escapa conmigo

Anastasia #ZelAwards2019 #pgp2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora