La Luz en la Oscuridad [Remastered]

Capítulo 11: Surfing the past.

~Jason~

Escucho pasos. Pasos firmes, regulares e ilocalizables. De fondo, el aullido de un lobo. Un gran lobo negro que observa desde lo alto de un monte. A cada lado hay dos sombras encapuchadas realmente familiares. Quizás no sean mi padre y el resto, pero sin duda se tratan de Exterminadores.

Los pasos se hacen más y más sonoros, ensordecedores. A pesar de estar en exteriores, suenan como si chocaran contra un suelo de madera. Tacones. Sin duda escucho tacones. Un susurro en una lengua extranjera se alza en la cálida brisa: Nous chassons ceux qui nous chasser.

«Cazamos a los que nos cazan.» traduzco del francés, a pesar de mi pequeño nivel. De repente, escucho un aullido gutural y me doy la vuelta. Una sombra humanoide de ojos amarillos brillantes me mira fijamente a los ojos. Pero lo que sucede a continuación me deja anonadado. Los ojos de la sombra se están volviendo dos rubíes. Sus ojos se vuelven rojos. Y, frente a él, aparece una mujer que recuerdo a la perfección: Kat.

Abro los ojos de golpe, despertando al instante. Mi corazón está acelerado y mi cuerpo está empapado en sudor. Otra pesadilla o, mejor dicho, otra visión de Sanador. Un lobo negro, cuatro exterminadores, un hombre lobo que cambia el color de sus ojos y Kat. ¿Cuatro eventos relacionados o aleatorios?

La respiración de Matthew llama mi atención. Es cierto. Nos hemos acostado. Dos veces. He vuelto a caer en el pasado sabiendo como va a terminar el futuro. Matthew volverá a Asheville y yo me perderé en las calles de San Diego. Y el Destino volvería a jodernos una vez más.

No puedo ilusionarme con mi historia con el vampiro. No puedo permitir que el Destino siga jugando con nosotros, por lo que me esfuerzo en atraer el inevitable final. Pero no puedo. Verlo me calienta el corazón y soy incapaz de romper nuestra esperanza con mis propias manos. En su lugar, le escribo una nota mientras me pongo la ropa de ayer y le hago su desayuno favorito antes de irme a mi habitación.

Tardo esos magníficos once minutos en llegar. Una vez allí, me vuelvo a duchar por el estado en el que me he despertado. Dejo el agua caer sobre mi piel y mi mente vaga entre los recuerdos de mi noche con Matthew y las sensaciones que ha dejado mi visión. De repente, una figura femenina aparece frente a mí, forzándome a esconder mis genitales entre mis manos.

– ¿Ves cómo no era tan difícil dejarse llevar por lo que dicta el corazón? —Pregunta Alice, apoyándose en la pared de la ducha— Solo os queda hacerlo en esta ducha.

– ¿Y cuándo termine el verano qué, Ali? Cada uno a un lugar y no volveremos a vernos nunca más...

– Eso no lo sabes, JJ. ¿Quién sabe? Quizás el Destino os tenga algo preparado y te sorprendas de lo que es capaz de hacer por amor.

– ¿A qué te refieres? —Pregunto, dibujando su preciosa figura a fuego en mi mente.

– Oh, no sería divertido, ¿no? Ya lo descubrirás, JJ. Siempre lo haces.

Vuelvo a abrir los ojos como si hubiera sido expulsado de un trance. Como si haber vuelto a ver a Alice no fuera más que un estúpido sueño, una maldita ilusión. Pero, lo cierto es que no lo siento así. Lo siento como si hubiera pasado. Como si realmente hubiera estado frente a mí. Como si quisiera hacerme entender que Matthew y yo debemos luchar por volver a estar juntos.

Salgo de la ducha y pillo la toalla para secarme. Escucho ruidos en la habitación, por lo que imagino que los chicos se han despertado. Al salir, me miran con una sonrisa de oreja a oreja y yo entiendo casi al momento lo que está pasando. Así pues, me dejo caer contra mi cama, esperando a que me avasallen a pregutnas y comentarios al respecto. Pero no ocurre nada. Simplemente me miran, como si me quisieran confirmar que no hace falta que hablemos de ello.