Capítulo 43: Too good at goodbyes.

81 7 0
                                    

~Jason~

Suena nuestro despertador y nos despertamos con mucho pesar en nuestros corazones. La noche anterior habíamos estado empaquetando todas nuestras cosas y, aunque ninguno de los cuatro lo admitiría públicamente, algunas lágrimas cayeron en el proceso.

Una vez dejamos la llave en recepción al hacer el check out, salimos al exterior para saludar al sol paradisíaco de Hawaii una última vez. El hermano de Mark, quien no tardó en disculparse con su hermano por orgulloso y por no habernos ido a recoger al Aeropuerto, nos saluda con la mano, abriendo la parte de atrás de su camioneta para que metamos nuestras maletas.

– ¿Qué os ha parecido Hawaii? —Nos pregunta, incrementando nuestra tristeza por dejarlo atrás.

– Increíble. —Respondemos los cuatro, subiéndonos al vehículo para marcharnos.

Al llegar al Aeropuerto, nos encontramos con nuestros amigos. Aquellos que más tristeza nos daba dejar atrás. Jack y Kat nos abrazan, algo sorprendente en la muchacha, diciéndonos que nos echarán mucho de menos. Max y su familia hace lo mismo, una vez el exagente nos suelta. Chris me estrecha entre sus brazos, dándome las gracias por todo lo que he hecho por él estos meses. Y, entonces, llega el turno de despedirnos de Zack.

Para los chicos es sencillo. Un abrazo, dos besos y un adiós. Pero Zack y yo hemos vivido muchas cosas como para despedirnos de esa manera. Porque, para nosotros, eso era demasiado superficial, demasiado frío.

Al ver que el muchacho no parece poder dar el primer paso, decido estrecharlo entre mis brazos, siendo rápidamente correspondido. Sé que, a pesar de nuestra conversación, los sentimientos por uno no desaparecen de la noche a la mañana —pues los míos tampoco lo habían hecho—, pero ambos tenemos claro que este abrazo es amistoso por mucho que podamos querer llevarlo a otro nivel.

Durante el abrazo, me acerco a su oído para susurrarle algo, que deja al muchacho con los ojos abiertos completamente. Al separarnos, me mira fijamente a los ojos y yo me acerco a su frente para plantar un pequeño beso amistoso.

– Dios, me parece raro que os vayáis, después de todo lo que ha pasado... —Murmura Kat, con lágrimas en los ojos.

– No llores, Kat. Vendremos el verano que viene, prometido. Y este invierno a Australia...

– Pues hay un torneo de surf para gente de dieciséis a veinte años... —Menciona Allyssa, mirando a Mark— Podrías... Por los viejos tiempos...

– ¿Competir? Oh, no sé, Ally... Hace tanto que no compito...

– Pues no lo hagas. —Dice Brady, animando a su mejor amigo— Simplemente participa y pásatelo bien. Hace años que se te curó la lesión que te bajó de la tabla. Además, de esa forma podríamos ver al surfista verdadero Mark Bradbury y no al surfista Mark Bradbury que da el cincuenta por ciento para no humillarnos en el agua.

– Está bien... Participaré. Pero solo si JJ lo hace también.

– ¿Yo? Ni siquiera puedo cabalgar cinco olas seguidas, ¿cómo voy a competir?

– ¡No mientas! —Grita Chris, haciéndonos reír— Eres muy bueno y lo sabes.

– Bueno, no como Allyssa y Mark, pero si es lo que hace falta hacer para verlo en acción... ¿Por qué no? Será divertido cuanto menos.

Seguimos charlando mientras esperamos a que nos llamen para embarcar. Kate molesta a Chris todo el rato, lo que me hace creer que terminarán saliendo juntos, Kat conversa con Jack mientras se regalan algún que otro beso y Max ríe con las bromas de su padre. Allyssa nos cuenta sus experiencias en competiciones, mientras que Zack, Chloe y Brady la escuchan alucinados.

– Oye, venga... Se queja Mark, entre risas— No estéis así por una subcampeona.

– Habla el retirado por lesionarse entrenando. —«Auch. Ese golpe bajo ha debido de doler»— ¿Te recuerdo que he ganado todas las competiciones desde entonces?

– Claro, porque yo no estaba. —«Madre mía, entre estos dos vuelan más golpes bajos que besos»— ¿O se te ha olvidado?

– ¿Sabes? Tienes una forma muy extraña de pedirme que te bese...

– ¿Q-qué? —Y la muchacha lo besa delante de todos, empujándolo después, colocando su pie en el camino para hacerlo tropezar— Ups, qué torpe soy.

Todos explotamos en carcajadas, mientras que Mark trata de recuperarse del beso y la consecuente trabanqueta. De repente, la voz de una azafata suena a través de los altavoces, golpeándonos con más fuerza de la que pueda haber hecho cualquiera de los comentarios de la pareja feliz.

– Pasajeros del vuelo Delta Air Lines con destino San Francisco al Lobby número cuatro. Pasajeros del vuelo Delta Air Lines con destino San Francisco al Lobby número cuatro.

– Ese es nuestro avión. —Dice Chloe, cambiando la cara de todos nuestros amigos— Bueno, chicos, nunca me han gustado las despedidas, así que... —Y la muchacha rompe a llorar, haciendo que todos nos abracemos.

– Hasta pronto. —Dice Jack, forzando una sonrisa.

– Tened cuidado. —Digo, en mi último día como Alfa— Espero que, cuando volvamos a vernos, tengáis una gran manada unida y que seáis mucho más fuertes para poder enfrentarnos en peleas de entrenamiento.

– No te prometemos nada, jefe. —Bromea Chris, riendo.

– Nos vemos en Stanford, Mickey. —Le dice Allyssa, besándolo una vez más.

– ¡Adiós! —Gritamos los cuatro, separándonos para caminar hacia nuestra puerta de embarque.

Una vez en el avión, nos sentamos en nuestros asientos y respiramos hondo, mirando por la ventana. Ya volvemos a casa y, de hecho, no solo volvemos allí. Una vez en Estados Unidos, apenas tenemos unos días para preparar todo lo necesario para irnos a nuestras Universidades.

Estas vacaciones de verano, exceptuando por algunos momentos, han sido más perfectas de lo que habíamos imaginado. Quizás, ahora, estaríamos separados de nuestros amigos y entre nosotros, pero nunca lejos de nuestros corazones. Porque estábamos conectados por un rayo de luz que nos permitía ver entre toda la oscuridad.

Hawaii se va haciendo más y más pequeña a medida que ascendemos en el cielo y tras una valiente lágrima que cae por una de mis mejillas, digo adiós a todo lo que he vivido estos últimos meses. Porque, después de todo, soy alguien nuevo. Alguien diferente a la persona que fui al marcharme.

Nada más aterrizar, escuchamos unos gritos que nos sorprenden. Aunque al principio creemos que alguien está en peligro, al mirar hacia el lugar del que proceden, observamos como nuestras familias y nuestros amigos del Mercy Grace saltan y nos saludan, gritando eufóricos.

Qué gran vuelta a casa.

La Luz en la Oscuridad [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora