Continuaba estacionado de espaldas a su hermano, sirviéndose el trago. En un abrir y cerrar de ojos, las recordaciones de los eventos recientes y sus crecientes presunciones, lo habían tornado indiferente a la opinión que podría formarse de él. Su hermano no era el tipo de hombre que coloca sus resoluciones en manos de los demás, siempre buscaba sacar ventaja de la indulgencia que podía inspirar en los otros. ¡Cosa curiosa! A lo mejor, la solicitud no era un gesto de condescendencia, era más bien una advertencia silenciosa, un epiólogo maravilloso de una horrible tragedia ¿Qué ocultaba entre manos? Luego de un instante, creyó percibir los hilos de un plan que el mismo Andrés desconocía, pero del que hacía parte.
Una pregunta no será afirmativa ni negativa siempre y cuando no se fugue en sus extremos la mueca retórica de un juicio de valor.
- Dudo mucho que tu decisión sea sólo por nosotros... - indagó Tulio con un tono de fingida despreocupación. - ¿Acaso hay algo que no quieras contarme?
Tulio se volvió hacia él y le llenó el vaso a tope. Entonces prendió otro cigarrillo y se dejó caer junto a él.
- Nada es más importante para mí que estar con ustedes. – dijo el hombre, mirando a su hermano de perfil – Sin embargo, no te puedo negar que hay razones menores que me llenan de determinación.
- ¿Qué razones?
- Conseguir a una mujer, tener mis hijos, crear mi propia familia. ¿No es acaso el sentido natural de la vida que el hombre conviva con su mujer?
Un carrusel de eventos trancurría en abstracto en su cabeza a mayor velocidad, como si presintiera con efímera claridad el desenlace de la conversación, torpemente fragmentada por el avanzado estado de embriaguez. ¡Debía hacer algo! Al menos anteponerse a los hechos para desorientar al enemigo. Aquella idea se apoderó de tal manera de su espíritu que incluso cedería al menor de sus males con tal de preservarse de los males más graves. Tulio contempló a su hermano con la mirada penetrante, de la misma forma en que un jugador de póker examina a su adversario antes de apostarlo todo. Le dijo:
- Tienes que conocer a Alejandra, es una mujer encantadora.
La propuesta tomó por sorpresa a Andrés que casi sintió ahogarse con el trago.
- ¿Alejandra? – dijo, levantándose del diván, paseando por la sala horriblemente pálido - ¿Quién es esa? ¿La del velorio?
- ¡Sí, esa misma...! - exclamó Tulio con astucia, detenido en sus comportamientos – Ella es amiga de la familia desde cuando éramos niños. No debes conocerla, mi padre prefería llevarte a la capital en las vacaciones de verano.
- Sí, sí. Puede ser... - contestó debilmente, pasando sus dedos distraídos por el borde de su vaso – Fuiste muy duro con ella hoy. Parecía muy triste cuando bajó las escaleras.
- ¡Ah! No te preocupes por eso – respondió el hombre, haciendo un gesto grosero con sus dedos - Las mujeres están mayormente dotadas para sufrir decepciones. ¡Ya se le pasará! Mañana la invitaremos a cenar, me disculparé con ella y te la presentaré enfrente de todos. ¿Qué dices?
El joven pareció sonreirle y sólo cuando se acercó a él, pudo notar que estaba muy triste, como si algo le atormentara. ¡Los hombres solemos ser mucho más dramáticos en la primera ronda de copas que cuando sabemos que estamos ebrios!. Posiblemente no hubiese sido tan sincero con lo que estaba a punto de decir, quizá hubiese sido menos elegante en estado de conciencia y sobriedad. Pero aquellas cosas hubiesen sido igualmente dichas en todo el silencio que era capaz de decir.
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Te perdono.
FanfictionNadie sabe lo que sucede cuando se opera un suicidio y las consecuencias futuras en quienes lo practiquen. ¿Sufren? ¿Dejan de ser? Clara, una médico psiquiatra, decide quitarse la vida arrojándose desde un balcón, sin saber que su suerte empeoraría...