Un toque en la puerta la despertó del sueño inducido por el diazepam. El espiral de espectros reclinados demostraba su incapacidad de dominio y el tejido absurdo de las impresiones dispersas que giraban confusamente sobre su vista la desconcertaban. No sentía las piernas ni las manos, y su voz lánguida era fragmentada por la lucha en contra de su propia ilusión. Tulio se acercó a ella, pasándole la mano helada sobre su frente, mirándole tiernamente.
- ¿Cómo se siente? – le susurró.
- ¿Dónde estoy? – contestó, dispersa.
- Está en mi casa, en un cuarto especialmente condicionado para usted. – dijo, echando una mirada a su alrededor – No haga más preguntas y descanse. Ya tendremos tiempo para hablar de su nuevo trabajo.
- No siento mis manos, ni mis piernas. – exclamó con pesar. Un llanto contenido le impidió seguir hablando.
- Está sedada. Sus heridas fueron muy graves, pero pronto sanarán. ¡Descanse! – le dijo, besándole las manos vendadas, rociadas de sangre.
Al cabo de tres horas, recobró su conciencia. Aquella conversación con Tulio fue como el recuerdo vago de un sueño del que sólo conservaba sus emociones. Al abrir los ojos, cayó en cuenta de algo aterrador. Toda la habitación se encontraba cubierta de fotos recortadas en las que sólo se podía identificar el rostro común de una sola mujer: era Clara. Habían fotos específicas de sus labios, de sus ojos, de su cabello, de perfil, desnuda, durmiendo, sonriendo, distraída. El terrorífico sistema de fotos estaba organizado desde las partes especiales de su cuerpo, sucedidos por primeros planos de su cara, extremidades, talles, espalda, etc., pasando por sus vestimentas y hábitos capturados, hasta las impresiones vagas de sus posturas características. Si pudiera haberse concebido la recreación de un doble similar, cada detalle estaba consignado en esa habitación de 4 x 4 metros.
Frente a la cama, se encontraba encendido un viejo televisor. En él, había pegado una nota que decía:
«Inserta el video casset, que está encima del nochero»
Así lo hizo. Al reproducirse el vídeo, se proyectó una silla vacía en el centro, en lo que parecía ser la misma habitación en la que se encontraba. Luego apareció la figura de Tulio, dando un discurso ensayado de bienvenida. Cinthia se sentó en la cama, sus heridas aún palpitaban de dolor.
- Antes que nada, quiero decirte que nunca más saldrás de ésta habitación – la su mirada del hombre vagó por la habitación y luego continuó – Es pequeña pero en ella encuentras todo lo necesario para hacer tu trabajo. En la gaveta del nochero, encontrarás vídeos de todos los registros de Clara antes de su muerte. Nuestro viaje a Europa, cumpleaños, festejos de fin de año y experiencias casuales: todo lo que necesitas saber de ella. Ha llegado el momento definitivo para ser alguien en tu vida. ¡No te asustes! Es una labor sencilla siempre que la hagas de buena voluntad, tan sólo tienes que ser ella. Una nota te llegará mañana a las 11:00 am. por debajo de la puerta. Encontrarás en ese sobre todos los detalles del contrato y algunas indicaciones necesarias para hacer tu trabajo. Deseo de todo corazón que lo hagas bien, en realidad, no quiero lastimarte. – Tulio miró hacia el suelo, preocupado y se despidió tristemente.
Cinthia no salía de su estupefacción, creía que todo sería parte de un juego absurdo que pronto acabaría. La mujer empezó a caminar en círculos, pensativa; primero con lentitud y como vacilando, con timidez; luego con creciente apuro, hasta finalmente terminar golpeando la puerta con desesperación. La puerta nunca se abrió pero en su lugar, y luego de algunos minutos, un sobre de manila fue pasado debajo de la puerta, grabado con el nombre de «Clara2». Cinthia se apresuró a abrirlo y en él halló dos oficios escritos a máquina, con un encabezado que decía: «CONTRATO LABORAL» con seis enumerales. También se hallaba consignada una carta escrita con trozos de revistas y toda serie de palabras disparejas que formaban un texto que decía:
«INDICACIONES
1. El día miércoles, a las 2:30 pm. la veré a través de la cámara que está incrustada en el ojo del oso de peluche que está en su cabecera. Su trabajo para ese día consiste en caminar exactamente como Clara lo hacía. ¿Puede hacerlo?
En el contrato habían algunas observaciones:
1. Este contrato está fijado a término indefinido.
2. No trate de hacer una estupidez. Hay una cámara superior que la vigila y otra a través del espejo, sin contar los micrófonos repartidos por toda la habitación.
3. Cualquier daño en los instrumentos de observación, habilita al contratante a tomar represalias.
4. En esta misma hoja, escriba un número de cuenta corriente para transferirle la suma convenida en el contrato, la cual es diez veces mayor a la de su anterior trabajo. Pásela a través de la puerta, hasta las 3:00 pm.
5. En la puerta metálica al costado, hay un baño. Éste se abrirá siempre a las 10:00 am, cerrándose nuevamente a las 10:07 am.
6. En caso de no devolver el documento con el número de cuenta, ni firmado el contrato de trabajo en sus dos copias, se dará por entendido su negativa y, por tanto, el absoluto encierro sin raciones de comida ni suministros de aseo personal, indefinidamente.
Cinthia releyó las hojas con detenimiento, como esos monjes medievales que buscan descifrar el texto primitivo debajo de las restauraciones. Sentía aquella molestia a ser observada y escuchada por el mundo exterior, ¿Quién la vería desnuda? ¿Hacia dónde pararían sus retractaciones o juicios de valor? ¿En qué manos descansarían sus oscuras intimidades? Su insensatez había sido la causa de su condición actual. En realidad nunca pensó que aquella atracción por ese hombre solitario la arrastraría inexorablemente a todo aquello por lo que siempre luchó. Le llevó algunos minutos firmar el contrato. No precisaba firmarlo enseguida, pero algo en ella la obligaba a actuar con determinación, o quizás la misma fuerza de la circunstancia la forzó a hacerlo.
Repentinamente, una nota musical sonó por cinco segundos, seguida de un comunicado:
- Cinthia, ¿me escucha? – dijo Tulio, impasible.
Cinthia que estaba sentada en el suelo cabizbaja, movió ligeramente la cabeza.
- Sus raciones de comida se repartirán en tres tiempos: a las 11:00 am, a las 3:00 pm y a las 8:00 pm... El baño será nuevamente abierto desde las 9:00 pm hasta las 9:07 pm.
La voz parecía distraída, como si hablara en un tono angustioso.
- Cinthia, le ruego que me perdone. Le juro que no quiero lastimarla. – dijo con una voz quejumbrosa.
A partir de ahí, empezó un época diferente para ella, más intuitiva donde casi estorbaban las palabras, y en donde el tiempo la amenazaba sigilosamente en soledad.
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Te perdono.
FanficNadie sabe lo que sucede cuando se opera un suicidio y las consecuencias futuras en quienes lo practiquen. ¿Sufren? ¿Dejan de ser? Clara, una médico psiquiatra, decide quitarse la vida arrojándose desde un balcón, sin saber que su suerte empeoraría...