Capítulo IV

85 5 4
                                    

Al día siguiente una joven entraba en la casa de Alejandra; era una mujer sencilla pero bastante bien formada. Tenía un aspecto enfermizo, demacrado. Su respiración era entrecortada, como asmática; venía corriendo desde algún lugar. En el vestíbulo, no había más que un diván estropeado, forrado con esos mosaicos de flores desiguales, colocado enfrente de un mesedor que miraba hacia un pequeño televisor, muy antiguo de hecho. Alejandra se sentó en el mesedor y la mujer, en el diván. Al sentarse, un fino polvillo se levantó, iluminándose por los aces de luz que entraban por la ventana.

- ¿A qué vienes? ¿A que te trabajo? – se apresuró a decir Alejandra – ¿No te he dicho que eres muy joven para prostituirte?

Aquella respuesta no era más que una salida decorosa a una negativa. La mujer presentaba un aspecto enfermizo, desprendía un olor a humedad que contagiaba todo el ambiente.

- Señora Alejandra, en verdad necesito este trabajo. Estoy embarazada. Necesito ajuntar dinero suficiente antes de que nazca mi hijo. –la voz era entrecortada.

Alejandra alcanzó ver en ella el brillo de unos ojos quebrados, como el de un cristal triturado. Subitamente le embargó un sentimiento de compasión. Se puso de pie, dio una vuelta en la salita y luego volvió para dejarse caer en el diván junto a ella.

- ¿Cuántos meses? – le preguntó, inclinándose a ella.

- Sólo dos... Sólo he estado con un hombre. – dijo con una expresión sombría en el rostro.

- ¿Quién es aquel? No me digas que es Arthur...

La mujer sonrió de que se le hubiese ocurrido aquello. Hasta cierto punto no sabía si eso era mejor o peor.

- Usted no lo conoce... él no vive aquí. Lo conocí en San Miguel; es un hombre hermoso. ¡Su voz! ¡Ay! ¡Como olvidar su voz! – inesperadamente, la mujer fijó los ojos en Alejandra y acentuó su sonrisa – Cuando ese hombre me hablaba, yo sentía que perdía toda voluntad sobre mí. Era arrogante... si que lo era. Pero eso me gustaba, me sentía valiosa al pensar que un hombre como él se fijara en una mujer tan sencilla como yo.

- Cinthia, eso es absurdo. – replicó Alejandra, al tiempo en que cruzaba una pierna sobre la otra – Una misma es quien se destruye, una misma es la que permite que la maltraten, pero también la que evita sus males o se depura de ellos.

- Ciertamente, fui una idiota. – dijo moviendo la cabeza. La joven hizo una pausa como para recapitular la historia y continuó – No le ha pasado que, sabiendo con premeditación que un hombre le hará mal, se siente atraída más oscuramente por un placer secreto...

Alejandra la miró de soslayo y se encongió de hombros.

- Bueno, el punto es que la vez que lo conocí él me dijo que no estuviera con otro hombre, que él volvería y me llevaría consigo hasta acá. Me dijo que no me impacientara, que pasara lo que pasara nunca aceptara unirme a otro hombre porque si eso sucedía me arrancaría de sus brazos, destruiría mi hogar y hasta mataría a mis hijos. «No me olvides, yo volveré» Eso fue lo último que me dijo.

- ... y ¿qué pasó luego?.

- Pues pasaron siete meses y yo no sabía nada de él. Por esos días, una profunda tristeza invadió todo mi ser, y pasaba días y días sentada en una peña, a la orilla del río esperando que él regresara. Mis padres se desesperaron y me presentaron a un muchacho muy rico con el fin de animarme a olvidarlo, pero yo lo rechacé. No porque fuera un mal partido, sino porque enseguida llegaban a mi memoria las palabras de Joaquín (porque así se llamaba él) que me decía que destruiría mi hogar y mataría a mis hijos si estaba con otro. Como consecuencia de mi decisión, el pretendiente que rechacé le inventó a mis padres toda clase de historias calumniosas que mis papás no dudaron en creer aunque yo les protestara de mi inocencia. Una mujer joven y hermosa tiene muchos enemigos, comenzando por las mujeres que la rodean. Mi madrastra me retiró sus afectos y mi padre, huyendo de su deshonrra, se arrojó hacia el abismo de una montaña por el que pasaba un ferrocarril, que al cruzar le destrozó el cuerpo.

Te perdono.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora