Capítulo VIII

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Caminó por mucho tiempo sin saber su rumbo. En su alma se habían amontonado tantas impresiones imposibles y extraordinarias que dudaba por momentos si se encontraba despierto. Algunos transeúntes miraban con desconfianza a aquel hombre desaliñado y ropas mojosas, caminando en medio de la calle. Se le veía murmurar algunas palabras para sí, se sometía al ejercicio de remontarse a las causas de este horrible desarrollo de eventos simultáneos, o al menos especular acerca de sus secretos mecanismos. La muerte de Clara, la ruptura con Alejandra, las palabras de Hilda... todo caía sobre su cabeza de victima sin que lo pudiera evitar. ¿Acaso sería cierto que fuerzas oscuras se apoderaban de él?

- Ah no, no. Eso no puede ser. – decía, sacudiendo la cabeza.

Pero esa negación era dicha sólo para expresar la posibilidad remota de una dilucidación metafísica, y no por rechazar absolutamente el axioma de la espiritualidad. Él tenía una vaga convicción de la supervivencia del alma y de Dios pero, como muchos de nosotros, tal convicción sólo salía a relucir cuando su fe en el mundo sensible se debilitaba. Estaba decidido a buscar una explicación positiva a todo lo que estaba aconteciendo.

Meditaba, rascándose la cabeza y, de pronto, luego de lastimarse tanto en aquel ámbito de incertidumbre, una sonrisa brotó de sus labios.

- ¡Es evidente! – el hombre se llevó el dedo a su frente señalando con un gesto el crédito que merecían sus facultades intelectuales. – Clara se suicidó porque se enteró de lo que le hice. Pudo haber sido menos trágico pero sucedió lo peor. Está dentro del círculo de las posibilidades. Tambien es posible que me haya sido infiel, como aseguró Alejandra. ¡Quién sabe! Nunca terminamos de conocer a la gente... De cualquier manera no pudo ser empujada por fuerzas invisibles.

Tulio se interrumpió y buscó sonreir pero las ideas se le presentaban tan vagamente en una ráfaga de lucidez sobrenatural, que eran inútiles sus esfuerzos por sistematizar sus presagios, era preciso conseguir en las palabras que dijera a sí mismo el eco de su pensamiento. Se decía:

- Mi madre está enferma por soledad, la muerte de mi padre pudo socavar en ella los principios de una neurosis. Y en el caso de Alejandra, la única razón que se me ocurre es que las mujeres son incomprensibles. ¿Acaso no es perfectamente evidente lo que me sucede? – abría los brazos en medio de la calle. En el rostro del hombre se posaba una alegría puramente instintiva.

Es increíble cómo las personas viven y mueren de sus emociones. Hace diez minutos estaba diezmado por sus fatales coincidencias, ahora sonríe de habérsele ocurrido tales cosas.

Cuando soplaba el viento sobre sus cabellos castaños, daba la impresión que algo se desprendía de él, a lo mejor se liberaba de sus ataduras y empezaba a ver la existencia en sus maneras sencillas de ser o no ser. Pensaba en Clara y una dulce nostalgia lo invadía en todos los lugares de su memoria, lo penetraba en la piel hasta producir en él cierto recogimiento y un sentimiento reposado, saludable y profundo. Pero al mismo tiempo una felicidad desaforada y momentánea le asaltaba. ¡Oh, Alejandra! Todo en ella era un trazo limpio y de perfecta simetría. Se quedaba por momentos estacionado en lass correcciones de su cuerpo que casi parecía perder la noción de la forma y la materia. Se debatía ante estas dos solicitudes... Una le hablaba a su corazón y a su inteligencia, la otra le hablaba a sus excesos y sentidos. En medio de una y otra se hallaba el hombre desorientado, perdido entre todas sus ruinas. ¿Sería posible poder amar a ambas? Algunos hombres no tienen corazón para amar a una sóla mujer y buscan amar a dos.

Llegó a su casa y encontró afuera a Alba, regando el jardín. Su tía al verlo, soltó la regadera y salió a su encuentro. Estaba pálida y temblorosa.

- ¿Qué le pasa tía? Parece que hubiese visto un fantasma – le dijo, buscando la llave en su manojo con manos vacilantes.

Su tía trató de disimular pero no podía resistir el sabor agrio en la boca y el creciente aire de sus tripas. Por una razón que no sabemos hasta el momento, Alba estaba empecinada en evitar que su sobrino entrara a la casa. ¿Escondía algo que él no sabía?

Te perdono.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora