Capítulo XIV

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- ¿Por qué eres blando con ella?

- Estoy haciendo todo lo que usted me pide.

- No es suficiente hacerlo. Tienes que ser más severo con ella.

- ¡No puedo! – exclamó, tomándose de los cabellos.

Tiró una pequeña escultura contra la pared y le gritó:

- Si no haces lo que te digo, asume las consecuencias.

Tulio no dijo nada. Finalmente cuando se sentó en la cama, murmuró con pesar:

- ¿Qué más puede pasarme? Sólo quería tenerla cerca de mí, al fin y al cabo, si no estará conmigo lo menos que puedo hacer es dejarla escapar. Ya sea por medio de usted o sin ella, la muerte me encontrará más rápidamente.

Un cuadro en frente de él reflejaba su rostro transpirado . Todavía conservaba algunos rasgos de su belleza anterior, correciones que hallaban la luz cuanto más se individualizaba de la crueldad en ese combate interior.

- Lo dices como si te mandaras tú mismo. – la voz sonrió ridículamente. Tomó una navaja y se la puso sobre la garganta, diciéndole con el mismo timbre de voz – Tú me perteneces o... ¿acaso te olvidas de lo que nos hiciste?

Tulio contuvo el llanto en una mueca de risa, se levantó y miró su reloj un instante.

- Será mejor que me vaya. Ya son las 2:00 pm. Ella debe estar lista para su primera prueba.

- No, esta vez iré yo.

Se encontraba ahora en la habitación, frente a cuatro monitores que vigilaban a la mujer incesantemente. A través de uno de ellos, Cinthia aparecía caminando de un lugar a otro, rumiando sus dudas y sus tontas aprensiones, hasta que sonó de nuevo la corta nota musical que antecede el comunicado.

- Apague el televisor. Es tiempo ya de la primera prueba. Coloque la cámara delante de usted y camine según se le indicó.

Cinthia colocó al muñeco encima de una silla, intuyendo el camino que atravesaría posteriormente. Arrastró la mesa del televisor hacia la pared y despejó el suelo de algunos zapatos en el recorrido. Volvió de nuevo a su lugar, esperando una señal.

- ¡Camine!

Estaba tensa, podía sentir su corazón latir fuertemente contra su pecho. Los movimientos de Clara eran muy especiales, no porque eran armoniosos sino porque eran sobrios y sencillos. Sus hombros siempre estaban descansados y su mentón permanecía siempre elevado, dando la impresión de estar encorvada. Sus pasos eran rápidos y cortos, y sus brazos que impulsaban ligeramente la marcha, la mayoría de las veces andaban pegados al cuerpo. Se necesitarían muchos años para alcanzar la postura probable de aquellos gestos habtuales, cultivados desde su forma de ser.

Cinthia caminó, caminó y caminó por tres minutos sin parar. Acaso hubo algún rasgo inverosímil con los movimientos originales, pero no tenían mayormente punto de comparación. Como sucede en estos casos, entre más se busca imitar a la perfección un carácter tan definitivo lo que acontece es su caricaturización y su vulgar parodia.

Sonó la nota y ella se detuvo, expectante. Hubo un silencio. Una voz pausada, impregnada de perversión, le dijo:

- Hemos determinado que en la escala de 1 a 10 su presentación, llena de absurdas exageraciones, tiene como nota un 3. Como consecuencia de su pésima imitación, imponemos como sanción 48 horas sin raciones de comida y la clausura al baño por 24 horas. Fin del comunicado.

Te perdono.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora