Capítulo dos.

4K 656 737
                                    

Mientras Jimin dormía plácidamente, su padre tenía otros planes.

El hombre entró silenciosamente y se sentó en su cama para acariciar su cabello.

-Jimin, debemos trotar, de ahora en adelante lo haremos todas las mañanas antes de que asistas al colegio, andando.

Jimin se levantó aterrado al principio, puesto que creía que había una emergencia, honestamente prefería que fuera un incendio a que su padre lo levantara para ir a hacer una caminata.

-¡Pero papá!, ¿Qué hora es? –preguntó adormilado.

-Eso no importa, primero tu salud.

El chico asintió enojado y se levantó para cambiar su pijama y cepillar sus dientes.

Estuvieron dando vueltas por toda la manzana alrededor de una hora, el señor Park se había olvidado de avisarle a su esposa que saldrían, por eso se encontraron con una mujer sumamente histérica en la sala de la casa, ambos recibieron un regaño, claro que el de Jimin no fue tan fuerte como el de su padre.

-Ve a darte una ducha Jimin, debes prepararte para la escuela. –finalizó su madre.

El chico acató las órdenes de su madre y fue directo hasta el baño que se encontraba en su cuarto, con cuidado limpió cada zona de su cuerpo para luego salir de la regadera y vestirse con su usual uniforme.

Cuando bajó hasta la cocina, su madre le tenía preparada una gran hamburguesa, con pollo, huevo, lechuga, carne, diferentes cremas, tres tipos diferentes de queso y un batido de vainilla con trozos de chocolate en ella.

-Come rápido antes de que tu padre vuelva de su baño, si ve que te estoy dando hamburguesa me va a matar.

El chico devoró su gran hamburguesa en menos de siete minutos y se fue sin despedirse de su padre ya que se le hacía tarde.

A partir de ese día aquella rutina se repitió durante varios días, inclusive iban a un gimnasio en las tardes, pero al señor Park se le había olvidado un pequeño detalle.

Su mujer era la encargada de alimentar a Jimin, por lo que el chico en vez de bajar de peso lo único que lograba hacer era ganar peso.

Una tarde el señor Park se sentó junto a su esposa e hijo y dió un gran anuncio.

-Ya encontré una manera para hacer que bajes de peso cariño –dijo el señor Park dirigiéndose hacia su hijo– como no lo hiciste conmigo ya que tu madre es un gran obstáculo, me temo que tendré que enviarte a un campamento.

A la señora Park casi se le salen los ojos al escuchar aquello, ella amaba con toda su vida a Jimin, era el único bebé que había logrado tener después de todos esos intentos fallidos, nadie lo cuidaría como lo hace ella, era su deber de madre tenerlo con ella hasta que decidiera volar del nido.

-Creo que perdiste la razón cariño –dijo intentando sonar calmada, sin embargo, aquel tic nervioso la hacía ver totalmente diferente– nuestro Jiminnie está en temporada escolar, y los campamentos normalmente son lejos de casa.

-Por supuesto que si mi amor, por eso me aseguré de que en esta dieran clases, él podrá ser trasladado sin ningún tipo de problema.

-En el colegio donde él está ya tiene sus amistades.

-Allí tendrá un compañero de habitación.

-No estoy de acuerdo contigo, nuestro hijo no está obeso.

-¿No puedes darte cuenta?, él tan solo mide un metro setenta y pesa cien kilogramos.

La mujer iba a seguir reprochando, buscando formular oraciones incoherentes, pero Jimin se interpuso entre ambos.

Campamento para gordos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora