Epílogo.

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—Deberías ir a verle, han pasado cuatro miserables años y no has cambiado nada. —pronunció Hoseok pasando de un lado a otro en la oficina.

Yoongi no se molestaba si quiera en levantar la vista, estaba sumido en su propio mundo, cada vez existían más conferencias dentro y fuera del país, el trabajo consumía su vida sin duda alguna, pero se había convencido que para eso nació. 

—Si no vas a aportar alguna idea para el campamento pido que te retires. —dijo Yoongi tecleando algunas palabras en su computador.

—Deberías tratarme mejor, ¿quién se aguantaría a un jefe como tú?

—Tu padre fue peor que yo, te agradeceré que te retires, a no ser que quieras un recorte salarial. 

Hoseok se mordió la lengua y salió de aquel lugar indignado, sentía lástima por Yoongi quien siempre era manipulado por las grandes cabezas.

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—Pronto saldrá, termina de hacerme caso, estoy seguro de que el tiene algo que ver con la desaparecida de Yoongi, si eso es así, jamás lo perdonaré. —dijo Jimin apretando con fuerza el volante de su auto.

—No creo que sea así, Junmyeon lo único que ha hecho es ayudarte, ¿cómo va a tener a Yoongi? —preguntó Seokjin mensajeándose con su novio.

 Jimin sólo giró los ojos arrancando el auto con una velocidad moderada, Junmyeon ya había salido y el solo quería seguirlo para acabar con sus sospechas.

Lo había estado pensando por mucho tiempo, el que Junmyeon tuviera algo que ver con la extraña desaparición de Yoongi y además de Hoseok, que el muchacho jamás se contactara con él le era sorprendente en muchos aspectos.

—¿Ves?, sólo es una persona normal que se dirige a tomar un té antes de ir a trabajar. —murmuró Seokjin sin despegar la mirada de Junmyeon, quien entraba en una tienda de café.

Algo llamó la atención de Jimin, un chico con tapabocas le entregó algo y se retiró, por más que obligara su vista a identificar a aquella persona le era imposible cuando se encontraba cubierta por una gorra y gafas.

—¿Viste eso? —preguntó Jimin estupefacto a Seokjin.

—Él... ¿No es Hoseok? —preguntó con la boca abierta asombrado.

—Realmente no lo sé, debemos comprobarlo. —respondió Jimin poniendo en marcha el auto una vez la persona misteriosa abandonó el lugar.

—No pierdas de vista ese taxi, si lo haces adiós pista. —dijo Seokjin observando como la persona tomaba un taxi y se iba.

—Tendría que estar loco para perder semejante indicio. —contestó Jimin con euforia, si aquel hombre era Hoseok tal vez las cosas cambiarían.

Paso cerca de media hora, el taxi se detuvo en un gran edificio y se marchó dejando a aquella persona en la entrada de aquel lugar, Jimin y Seokjin estacionaron el vehículo y se observaron a los rostros indecisos sin saber muy bien qué hacer ahora después de haber llegado tan lejos.

—Debemos entrar. —anunció Jimin despegando la llave para luego abrir la puerta y salir, Seokjin le siguió.

—Espera, ¿y si no nos dejan pasar? 

Campamento para gordos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora