Capítulo uno.

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Era un día soleado, los rayos de luz se colaban por la ventana del chico y pegaban directo en sus ojos, logrando despertarlo de su grandioso sueño

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Era un día soleado, los rayos de luz se colaban por la ventana del chico y pegaban directo en sus ojos, logrando despertarlo de su grandioso sueño.

Estaba en un gran banquete, en él habían cantidades de platillos deliciosos, pollo, salmón, arroz, pescado, etc, y obviamente jamás podía faltar el postre, recuerda haber ingerido una torta de dos pisos rellena de chocolate, recordar aquello hacia que la boca se le convirtiera en agua.

Olfateó el aire levantando su cabeza de la cómoda almohada y pudo deducir que su madre se encontraba preparando el tocino frito que a él tanto le encanta.

Con dificultad se levantó de la cama y se puso sus sandalias para poder tomar camino directo a la cocina.

Al llegar a aquel lugar escuchó el sonido que provocaba el aceite caliente en el sartén que usaba su madre para hacer todo tipo de frituras.

-Buenos días mamá. –saludó Jimin sin quitar la vista de aquel crujiente tocino.

-Buenos días Jiminnie, ¿hoy amaneciste con hambre? –preguntó la señora mientras apachurraba con sus manos los regordetes cachetes de su hijo.

-Si mami, siempre lo hago, tu comida deliciosa siempre me hace despertar así.

-Muy bien mi pequeño, no sabes cuánto me alegra esto, siéntate en el comedor que yo te llevaré tu desayuno para que puedas comerlo, ¿sí?

Jimin asintió feliz y fue a sentarse en una de las sillas que aún no había roto debido a su sobrepeso.

La señora Park llegó a los segundos con una bandeja llena de seis tostadas junto a dos huevos y una montaña de tocino.

De acompañante le llevó una taza de chocolate caliente con malvaviscos, crema y trozos de pirulín encima.

-Esto se ve delicioso mami, muchas gracias.

Jimin devoró aquello en menos de diez minutos, la madre se sentía orgullosa por mantener a su pequeño hijo feliz con su comida.

-Ahora ve a vestirte, recuerda que hoy es tu primer día de clases y no debe llegar tarde si quieres hacer amigos a primera hora.

El chico asintió emocionado por ingresar en un nuevo colegio, donde las posibilidades de hacer grandes amigos eran probables, dando saltitos que provocaban que toda la grasa de su estómago se moviera recorrió el pasillo de la sala y llegó hasta su habitación, abrió el closet y se encargó de buscar el uniforme que su madre le había planchado la noche anterior.

Jimin se sintió triste al intentar ponerse su camisa, la cual no lograba entrarle.

Otra vez había engordado en el periodo de vacaciones.

Apenado llamó a su madre, la cual fue corriendo hasta el cuarto de su hijo, preguntándole sobre si había sucedido algún tipo de accidente.

-¿Qué sucede Jiminnie? –preguntó la mujer mirando hacia todos lados.

Campamento para gordos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora