Capitulo 21

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Evite a Zayn todo el día. Realmente no quería tener nada que ver con él. Mi mente y corazón no pueden con tanto. Me doy por vencida. Creí que podría ser su amiga, pero realmente duele. Camine arrastrando los pies por el suelo, yendo a enfermería. Mi venda estaba comenzando a mancharse un poco. Entre y la enfermera estaba atendiendo a un niño de primero. Me senté en la primera silla que ubique. Observe como la enfermera limpiaba el codo del chico. Tendría unos doce años, no parecía más grande que eso. Saque mi teléfono para no parecer una loca psicópata y jugué mientras terminaban.

—Listo.

Levante la vista cuando el chico paso por delante y se marcho.

—Se ensucio un poco con tinta y con la tierra del campus. —le avise al ver su cara sorprendida.

—Vamos a desinfectar y cambiar la venda.

Busco todo y comenzó a limpiarme. Podía notar el hueso apenas. Aun así, no salía sangre. Algo positivo, pensé con una sonrisa. Luego que me limpiara, agradecí y me fui de allí. Necesito un cambio drástico. Quizás cambiarme de escuela fuera la solución. El resto de instituciones estaba a ocho manzanas de esta. Seria mas trabajoso caminar hasta allí, pero solo quedaba un año. Podía hacer el esfuerzo.

Mis amigos estaban en este instituto, y había pasado mi vida dentro de esa institución. No podía tirar todo por la borda por un chico. Ni que fuera el fin del mundo. Rodé mis ojos en la calle. Deje de hacer muecas al percatarme de ese detalle. Iba a parecer una loca psicótica si seguía con mis muecas.

Ahora decía que no era el fin del mundo. Pero cuando lo veía, realmente me dolía. Necesitaba hacer algo más. Simplemente ignorarlo, como hoy. Eso podía hacer. Sería difícil, porque aunque estuviera enamorada de él, él seguía siendo un buen amigo con el que compartí muy buenos momentos. Estaba decidido.

Cruce la puerta de mi casa con una nueva determinación.

—Le diré que lo amo.

Un fuerte estruendo sonó en la casa y Dafne salió corriendo hacia donde me encontraba.

— ¡¿Qué has dicho?! —grito mientras me sacudía violentamente por los hombros.

Mi cabeza voló hasta la puerta y me golpeo contra ella. Intente sacar sus manos de mi, pero me estaba mareando y mis movimientos eran errantes.

—Dafne. Cálmate. —dijo una voz que quise creer era de Louis. —Estas lastimándola.

Sus manos me soltaron y caí contra la puerta. Observe como Dafne y Louis se movían para el techo y volvían. Hasta que mis ojos se enfocaron nuevamente, me quede apoyada en la puerta. Respire hondo y me pare bien. Y explote.

— ¡¿Qué crees que estás haciendo?! ¡Me golpeaste la cabeza! ¡¿Te has vuelto loca?!

Me abalance sobre ella y la empuje. No es que pudiera hacer algo más cuando Louis se atravesó en mi camino. Me di vuelta y abrí la puerta.

— ¡No! —grito Dafne tomando mi mano. —Debes contarme porque has hecho esa declaración.

La mire por unos segundos y cerré de un portazo.

— ¿Cómo es posible que hayas escuchado?

Suspire y me encamine a la cocina, empujándolos fuera de mi camino. No iba a retrasar lo inevitable. En algún momento iba a volver a casa, por lo que no decir de inmediato no iba a hacer diferencia. Me senté en la encimera y observe que Louis tenía puesto otro de sus delantales ridículos. Esta vez le había tocado uno donde tenía el cuerpo semidesnudo de una mujer. No sé como Dafne no quema esas cosas. Son denigrantes y nada graciosas. Bueno, tenían su gracia con él, a veces.

—Simplemente tengo buen oído.

Rode los ojos al notar la arrogancia en su voz.

—Si, si. Seguro estabas espiando. —observe como Louis asentía. —Lo sabía.

—No importa como escuche, sino lo que escuche. —dijo cruzando los brazos mientras fruncía el ceño. —Suelta.

—Voy a declararme al chico que me gusta. ¿Qué tiene eso de interesante? —Dije intentando lucir una despreocupación que no sentía.

— Ahí. ¿Quién? —pregunto Louis mirando el horno. No conteste, por lo que llevo su vista a mí. — ¿Quién? —repitió.

—No lo conocen. —dije rápidamente. —Así que no importa su nombre.

— ¿No lo conocemos? —Dafne paso la mano por su barbilla y me miro inquiridoramente. — Eso puede decir que si lo conocemos. ¿Estás segura que no lo conocemos?

—Su nombre es Juan y es de Costa Rica. —solté pensando en un nombre no muy común. Nadie en Londres se llama Juan.

—Oh.

—Mierda. —soltó Louis. Lo mire agitar su mano por su cabello. —Lo siento. —dijo cuando se percato de la atención. —Me queme.

Nos reímos y cambiamos de tema. Me aplaudí internamente por mi imaginación. Al menos iba a mantener esto para mí. No quería que nadie más que yo conociera este rechazo colosal. Puede que incluso fuera suave en su rechazo. Era fácil soñar de esta manera. Me engañaba a mí misma.

•••

Como hoy es domingo, mis amigos se juntan con sus parejas. Como yo no tengo pareja, voy a comprar helado. A dos manzanas de distancia, se encuentra la heladería pero como hay tanto frio estos días, parezco un pequeño muñeco de nieve. Salgo de mi casa frotando los guantes para intentar mantener mi calor corporal. No es que funcione completamente porque llegando a la esquina estoy tiritando. Cruzo la calle y por el rabillo del ojo distingo a dos rubias caminando para una cafetería. Amanda y Perrie parecían estar riéndose mientras entraban al local. ¿Acaso eran amigas?

Ignore eso. Una persona puede conocer a otra de algún otro lugar. No me pondría paranoica por esto. Hice mi camino hasta la heladería y me di cuenta que había dejado la billetera sobre el recibidor. Volví a paso rápido y corrí hasta la heladería de vuelta.

—Buenas. ¿Qué tipo de helado busca?

—Medio kilo. —pedí mirando la pantalla con los precios.

Pague y me dio el ticket para hacer la fila de pedidos. Habían bastantes familias haciendo fila. Parecía un salón de clases. Espere pacientemente, mirando una serie en mi teléfono. Cuando toco mi turno, saque mi auricular. Le entregue el ticket y busco el pote de termopar.

— ¿Qué sabores?

—Menta granizada, chocolate suizo y melón. —dije mirando con curiosidad los sabores.

Habían unos muy extraños por lo que no me arriesgaría a probar esos. Cada semana el heladero y dueño, inventaba sabores. Algunos eran un éxito, otros no tanto. Pero yo prefería los que sonaban normal.

— ¿Cuántos cucuruchos? —pregunto la encargada.

—Ocho. —dije de inmediato.

Me encanta comer el helado con el cucurucho. En casa tenia las obleas de vainilla asique estaba preparada para ver Netflix toda la tarde. Agradecí y me fui de allí. Ojee la cafetería y Amanda y Perrie seguían allí. Abrace el helado, feliz de tener todo para mi tarde. Algunos Domingos me sentía algo sola, pero no pensaba buscar más amistades. Con las que tenia eran más que suficientes. Aparte, necesitaba momentos a solas como estos. Donde podía reflexionar sobre mi vida. Nah, necesitaba esto para mirar todas las series que pudiera antes de comenzar la semana.

Llegue a mi hogar y fui a mi habitación, debajo de una manta con el control remoto para poner play y el helado sobre la cama. Puse play y comencé a comer a medida que mi serie avanzaba.

— ¡No, estúpido! —grite contra la pantalla al verlo hacer algo estúpidamente idiota.

Suspire masticando el cucurucho. Me apoye en mi brazo y mire la televisión torcida. Me estaba acalambrando. Ya habían pasado unas tres horas desde que comencé a mirar. No había mas helado, mi cuerpo estaba entumecido porque no había cambiado la posición en todo este tiempo y mi cama estaba llena de miga de los cucuruchos. Pause el capitulo y limpie un poco mi cuarto.

Volví a acostarme en otra posición y seguí con mi día de descanso.

No te odio (Zayn Malik y Tu) (Book #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora