Capítulo 18

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 Clarke estaba de espaldas, colocándose el pelo después de haberse puesto el vestido. La rubia curvo la comisura de sus labios. Escuchar aquella pregunta solo le hizo pensar en una cosa. Se giró picarona a Lexa:

— ¿Eso son celos señorita Woods?

Lexa hizo un mohín y se dispuso a ponerse los pantalones. Clarke se acercó, y agachándose le ayudó a ponerse la prenda. La rubia no mencionó más el tema, aunque estaba segura al cien por cien, de que la ojiverde se había celado. Quizás debería valerse de eso. A lo mejor, así obtendría de Lexa, algo más que su apetito sexual. Le había terminado de abrochar los pantalones. Cuando sin previo aviso la atrajo para besarla de forma posesiva. Y de nuevo aquella tensión en su rostro:

— Soy posesiva, lo reconozco y te veo como mía. No porque esté enamorada de ti, no te equivoques— la miraba seriamente— simplemente porque soy así. La razón por la que te di esa libertad es porque a ti te haría sentir como un objeto. Pero ¿Qué quieres que le haga? Lo que es mío no se toca.

Clarke le apartó de un empujón y volvió a ayudarla a ponerse la camisa:

— Yo no te puedo pertenecer— aquello dejó loca a Lexa— yo ya tengo dueña.

Lexa quedó boquiabierta al escuchar aquello.

Increíble, Lexa Woods a la sombra de Heda. Pensó la ojiverde anonadada:

— ¿y si un día te pido que dejes de pertenecerla a ella? Y ¿si te pido que te entregues completamente a mí?

Clarke se puso de brazos cruzados:

— Me confundes Lexa— dijo algo irritada— no quieres exclusividad, sin embargo no soportas verme con otros. No quieres que me enamore de ti, sin embargo quieres que me entregue a ti. Ahora soy yo la que te pregunta a ti. ¿Qué quieres Lexa Woods?

Lexa chirrió los dientes, se terminó de vestir y se dispuso a salir del ático. Dejando aquella pregunta en el aire. Pero la rubia se interpuso en medio de la ojiverde. Ésta cerró los ojos y suspiró:

— De momento quiero recogerte mañana.

Qué remedio. Clarke tuvo que darse por vencida. Sabía que seguir por esa línea era como incitarla a salir huyendo. Se fijó en la marca del cuello. Bueno, la rubia había dejado claro a Lexa, de que ya pertenecía a Heda. Pero ahora era Lexa la que estaba marcada:

— Perdón— dijo Clarke pasando los dedos por el muerdo— creo que me emocioné un poco.

Lexa había dejado de sonreír hacia un rato y parecía no estar de humor:

— Con tal de que no se vuelva a repetir— la bordeó y abrió la puerta— espera aquí, voy a mirar que no hay monos en la costa.

Lexa bajó las escaleras del ático. Miró dirección al pasillo donde estaban las escaleras que daban al piso de abajo. Al darse la vuelta acabó sobresaltándose al encontrarse con un desconocido. Lexa dio un par de pasos atrás hasta chocar su espalda contra la pared, y con la mano en el pecho:

— Perdona— dijo el desconocido ampliando una adorable sonrisa— me dijeron que había un baño por aquí— puso cara apenada— temo que me he perdido.

Lexa señalo el pasillo:

— Dos puertas más allá

El desconocido llevaba un esmoquin, de chaquetilla francesa blanca, pajarita negra y camisa blanca, los pantalones y zapatos iban a juego con el color de la pajarita. La máscara era al estilo fantasma de la ópera. Y aunque parecía agradable a simple vista. Lexa sentía un escalofrío por su espalda. Como si ya le hubiera visto en otro lado y se veía incapaz de ubicarle:

Átame  (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora