Capítulo 3

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Después de aquello, Clarke intentó evitar a Lexa el resto de la velada. No sabía cómo proceder con aquello que estaba sintiendo. Era algo nuevo, nunca se había sentido atraída por ninguna mujer y en menos de 24 horas dos mujeres habían conseguido excitarla de manera desmesurada, con apenas unas miradas, unos susurros en el oído, el roce de su piel caliente, era recordarlo y ponerse el vello como escarpias.

Lexa no se había acercado más, pero seguía sintiendo su mirada punzante en ella, Clarke luchaba con todas sus fuerzas para no mirar y no quedar presa, sus ojos verdes parecían hacer brujería como si le hicieran un llamamiento del que no podía escapar y al final, durante unos segundos quedó cautiva, prisionera ante su mirada, como si contemplase una frondosa selva y salvaje. Siempre que lo hacía esbozaba su media sonrisa, provocando que Clarke acelerase el ritmo de su respiración.

¿Qué me pasa?

Preguntó su lado racional.

Estás caliente, eso es lo que te pasa.

Respondió su lado más impulsivo, aquel que solía ser reprimido por la lógica.

Nada más llegar a casa, Clarke tuvo que ir al baño y darse una ducha. Sola, en aquel lugar, los recuerdos azotaban en su cabeza, encendiéndola aún más. El cuero chocando en sus glúteos, seguidamente siendo masajeados por las manos de Ama Heda. "Heda" ¿que significará aquella palabra? ¿Sería Ama en otro idioma? Clarke puso un mohín "¿Ama ama?" no, eso sería muy raro. Recordó sus manos sobre su cuerpo, viajando hasta su abdomen como si hubiera dejado una hilera de puro fuego sobre su epidermis del cual sería incapaz de olvidar.

Echó la cabeza hacia atrás para dejar que el chorro de agua tibia le diera en la cara. Comenzó a enjabonarse el cuerpo lentamente, su piel seguía caliente y para qué negarlo, otras partes de su anatomía parecían insistir en cobrar vida. Pasó la pastilla de jabón por su cuello, ¡oh sí!, sobre su cuello sintió el aliento de Heda, pero no era la única. Lexa también la había dejado marcas transparentes sobre su piel. Ambas consiguieron poseerla de tal forma que no conseguía controlar sus impulsos. Bajó sus manos enjabonando cada zona de su piel, haciendo pequeños círculos hasta que llegó a sus senos, encontrándose con un su pezón totalmente erecto, escapando un suspiro de su boca a su propio roce en aquella zona tan erógena. La mano de Heda rozó aquella zona. ¡Oh sí! No podía evitar acariciarse, en principio eran unos roces, seguidamente sus roces retornaron a pequeños masajes, pero ¿Qué estaba haciendo? Clarke nunca hacia esas cosas, nunca se tocaba, sin embargo, ahí se hallaba, acariciando y masajeando sus pechos, aumentando su excitación, un fuego que solo se podía apaciguar de una única manera. Esa que se hacía notar en su sexo que se humedecía hasta el punto de chorrear. Su pudor y una parte de su cerebro le decía que parase, que aquello era pecado, desear a una mujer era el pase al infierno, pero su deseo la pedía a gritos que siguiese y que no parase, una mano descendió mientras la otra seguía excitándola, roces, masajes pellizcos, mordiéndose los labios para acallar sus pequeños gemidos, ¡oh sí! Heda consiguió que gimiera delante de tanta gente. La mano pasó por su abdomen, el agua caía como una autentica cascada sobre su cuerpo, aquello era tan erótico, pero ¿Qué estaba haciendo? "Para" Se decía una y otra vez, pero sus manos ya habían cobrado vida, tanto que se sorprendía así misma el placer que estaba experimentando. Su mano acarició el monte venus, caliente e hinchado. Nunca se había acariciado aquel lugar. Se hacía la depilación láser, así pues, la zona estaba libre de vello, totalmente suave ante su tacto.

Sí, anhelaba que sus caricias fueran más profundas, pero estaba disfrutando tanto con aquello que se hizo de esperar y prolongarlo. Sus piernas comenzaban a temblar. Dios, todas esas sensaciones nunca las había experimentado con Bellamy ¿Qué la habían hecho aquellas dos mujeres? La habían corrompido y no dejaba de tocarse pensando en ellas. Apoyó la espalda sobre la pared y abriendo un poco las piernas prosiguió. Lentamente, muy lentamente fue introduciendo sus dedos en aquellos protuberantes pliegues cada vez más lubricados e hinchados. Sí, había dado enseguida con una zona sensible ¿Era normal que estuviera tan inflamado? ¿Tan caliente? Aquello latía con fuerza. Suspiró fuerte cuando comenzó a friccionar aquella zona. Oh sí, que sensaciones tan deliciosas. Recordó a Lexa con su bikini verde casi transparentando sus pezones, totalmente erectos. Sus manos ardían quería habérselos tocado. El roce sobre su clítoris fue en aumento. Era como si corrientes eléctricas viajaran a través de su epidermis y recorrieran todo su cuerpo. No podía gritar, Bellamy estaba en la habitación, sin embargo, quería hacerlo. Sus oídos recordaban la voz de Lexa con cierta seducción. Esa que sabía encender hasta una bombilla fundida y Heda, ¡Dios! no podía más, friccionaba y friccionaba, todas esas sensaciones que recorrían por todo su cuerpo ahora estaban en un solo lugar. Sí, oh sí, querían salir de su cuerpo liberarse como nunca.

Átame  (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora