Capítulo 44

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Parecían dos auténticas adolescentes, encerradas en el archivero magreándose de lo lindo, un estilo a siete minutos en el paraíso, pero pasándose de esos siete minutos y haciendo más cositas aparte de unos simples besos inocentes. Después de romper el hielo, había que reconocer, cada vez que se miraban, parecían dos perras en celo. Le hubiera gustado a Ontari dejar la puerta sin el pestillo, para darle un poco de morbo, pero en ese sentido Niylah era más precavida. Que entre ambas había algo, era obvio para todos sus compañeros inclusive, se llegaron a dar cuenta antes de que alguna lo admitiera.

Ese día cualquiera que estuviera en la misma sala que ellas, salía corriendo gritando mentalmente Fuego. A primera hora, tuvieron que ir a unos apartamentos para comenzar un caso, un asesino en serie que mataba a mujeres daba igual edad o estatus social, andaba por la ciudad, incluso mirando por la escena, bastante macabra, se notaba el calor que desprendían cuando se acercaban. Y cuando tocó ir al archivero en un principio para llevar los detalles del nuevo caso, cuando una cosa llevó a la otra, acabando con la morena esposada a una de las estanterías, mordiéndose los labios para evitar gritar mientras que Niylah le torturaba placenteramente de todas las formas posibles, e incluso jugaron con el arma reglamentaria, descargada claro, ya se sabe que esas cositas las carga el diablo... o JRat, vale se me escapó el comentario... Con el tiempo contado, no podían pasarse todo el tiempo que a ellas les hubiera gustado:

— Un asesino en serie— dijo vistiéndose la morena, nada de conversaciones personales en el post coito, pero aún seguían en el trabajo— es extraño que nos pasen el caso ahora, ese hijo de puta lleva matando medio año.

— Te he regalado dos puñeteros orgasmos— añadió Niylah abrochándose la blusa— lo normal sería escuchar, un gracias no ponerse hablar de asesinatos.

— Estamos trabajando Niylah— dijo agachándose para atarse los cordones de los zapatos— quedamos que nada de conversaciones post coitales.

— No te estoy pidiendo que babees, ni me des carantoñas ni cursilerías a lo Anatomía de Grey, pero un— puso una vocecita— ha estado bien, no estaría de más.

La morena carcajeó y se acercó desafiante, en lo que alcanzaba una carpeta que tenía detrás Niylah:

— Porque ya la he visto desnuda agente Green— dijo con voz sensual y provocadora— pero eso es lo típico que se le dice a un hombre para subirle el ego, aunque lo hubiera hecho fatal.

— ¿Te gustan también los hombres?

Ontari, con su maravillosa forma de tentarle, se acercó a un más a su rostro, curvó la comisura de sus labios con satisfacción, Niylah no dejaba de mirar su boca con deseo:

— Nada de charlas personales después del sexo— dijo con un susurro erótico— Recuerdas

Niylah sonrió y se dispuso a romper la poca distancia que quedaba, cuando sintió el cartón de la carpeta sobre sus labios. Ontari estaba riendo de forma traviesa y se separó:

— Nada de besitos tampoco— fue hasta la puerta y quitó el pestillo— solo cuando la cosa acabe en sexo.

Le guiñó un ojo y dejó a la agente Green en el archivero. Se puso con los brazos en garra y esbozó una sonrisa tontorrona. Se apoyó en una de las estanterías, intentando recuperarse, también de controlarse, esa mujer le estaba volviendo loca. Aunque le dejó con la intriga ¿A caso era bisexual? Hasta el momento solo le vio interesada en una persona y resultó ser mujer. Debía ser un dato irrelevante para el tipo de relación que estaban manteniendo, pero la idea de que alguno se le acercara con otros fines más físicos, le revolvía el estómago y no le gustaba nada. Agitó la cabeza de un lado, debía de quitarse esas ideas de la cabeza, solo sexo. Se guardó el arma, de nuevo cargada y con el seguro puesto en su funda, normalmente era ella quien estaba segura referente a ese aspecto, sin embargo, Ontari parecía más segura. ¿Pero qué narices le estaba haciendo esa chica?

Átame  (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora