Capítulo 20

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Lexa asintió con la cabeza a la vez que salían del ascensor:

– me tomo mi tiempo duchándome– dijo encaminándose a su habitación– posiblemente llegues antes a la zona del bar. Puedes pedirte lo que quieras, todo se carga a mi cuenta.

Clarke se giró para rebatir ese punto, pero Lexa ya había entrado a su habitación. Suspiró frustrada. De verdad que no entendía a esa chica. Por momentos fría y por otros cálida. ¿Por qué no podía ser siempre la Lexa bromista? La que le agarra de la mano, la acaricia o la besa. Entró en la habitación cerró la puerta tras de sí y se desplomó en la cama. Seguramente que esa noche querría sexo, tal y como había insinuado en el parque.

Lexa agarró el albornoz y una pequeña toalla, mientras que en su interior batallaba la mayor de las guerras. Claro que quería tocar a Clarke, abrazarla y besarla. Siempre que la tenía delante se moría por hacerlo. ¿Qué había cambiado? Pues que en un principio solo pensaba en follarsela hasta el cansancio. Ahora quería compartir mucho más que eso, como el ir a un maldito parque natural, que por cierto aborrecía, conducir y agarrarla de la mano, bromear y reír juntas. Bueno el deseo de tener sexo con Clarke no había cambiado de eso estaba seguro.

Tanteo la temperatura del agua. Aunque le daba exactamente igual, muy fría o muy caliente. Hacía mucho tiempo se había inmunizado a ciertos dolores. Su piel parecía de lo más suave, pero debajo de su morena epidermis, se encontraba cicatriz y callo. Dio un paso y entró a la ducha, empapando su cuerpo desnudo, dejando que el líquido, aquella noche tocó caliente, recorriese cada centímetro de su anatomía. Limpiando la suciedad que había dejado el sudor. Un tic que tenía en esas ocasiones. Con ojos cerrados, frente apoyada en la pared, acarició su cicatriz.

Flashback

La sed y el hambre habían comenzado a torturar a la niña. Era como si aquellos hombres olvidasen de que ella tenía ciertas necesidades básicas para sobrevivir. No solo eso, si no que la herida que se había hecho en el pecho comenzaba a arder. Empezó con escozor, siguiendo con una pequeña quemazón para terminar ardiendo. Solo en la noche la dejaban sola. Cerraban todas las puertas y como era de esperar, dentro de aquella insoportable jaula.

En altas horas de la noche. Vio la figura de un muchacho infiltrarse por una de las ventanas. Tenía una pequeña mochila en la espalda. Lexa achicó los ojos para agudizar la vista:

– Corres peligro al acercarte a mi

Dijo Lexa al percatarse de que era el joven Cage. Por su culpa ya le habían pegado dos veces, no soportaría que le pegaran una tercera. Cage, puso el dedo índice en los labios en señal para que no hiciera ruido. Se acercó hasta la pequeña, de su mochila sacó una botellita de agua, un cacho pan con un poco de jamón:

– Perdona– dijo el chico mientras le daba aquello que la devolvería a la vida– ojalá pudiera traerte más comida o algo mejor.

Lo cierto es que a Lexa le importó una mierda si el pan estaba correoso, mohoso o al contrario duro. Era comida y llevaba casi 24 largas horas sin probar bocado. El agua, estaba fresca, incluso se le escapó alguna lágrima:

– ¿Por qué haces esto?

Preguntó Lexa sin entender. Si le pillaban se arriesgaba a que le pegaran y ella se vería obligada a presenciarlo. Cage se encogió de hombros:

– Cuando era pequeño no me castigaban como ahora, me encerraban ahí, durante días. Supongo, que sé lo que se siente– amplio una sonrisa– Heda.

Escucharon a lo lejos ruidos. Cage recogió su mochila y Lexa escondió todo en un rinconcito. Justo donde estaba su pequeño Poni. O como ella lo había llamado. Clarke. El chico guiñó un ojo a la niña y se escabulló por el lugar donde había entrado. La niña se llevó la mano al pecho e hizo un sonido quejumbroso. Se apoyó contra la pared. Sacó el poni de su escondrijo y lo acarició:

Átame  (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora