Capítulo 26

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— Sí— durante unos segundos se puso seria— y claro que quiero que deje el rincón del castigo, ni quiero hermanos sumisos.

La ojiverde esbozó una sonrisa, le puso el anillo con el trisquel y seguidamente se puso el suyo, tiró la cajita encima del sillón y la atrajo hasta pegarla a ella, la miró a los ojos durante unos segundos intensamente, dibujó una sonrisa en sus labios, no la media sonrisa que tanto amaba, si no que ambas comisuras de los labios estaban curvadas, era preciosa. No hacían más palabras, ¿para qué malgastar más saliva? Lo que realmente querían era que sus labios tomaran contacto. La morena fue quien dio el primer paso inclinándose hasta que sus bocas se rozaron, Clarke pasó su mano por su nuca para atraerla más y profundizar ese beso. Suave, sensitivo, dulce, sintiendo como la morena la estrechaba aún más fuerte entre sus brazos, como si quisiera fundir ambos cuerpos en uno:

— Entonces podemos tener una sesión BDSM— comenzó a decir Clarke a la vez que recuperaba un poco de aliento— ¿siempre que queramos?

— Una buena sesión BDSM debe ser premeditado— respondía a la vez que la acariciaba en la mejilla— por ambas partes, planear que tipos de juegos va haber, juegos de rol, fantasías o dejar volar la imaginación

Esbozó una sonrisa pícara, le agarró de la mano y comenzó a tirar de ella de nuevo, la rubia sonriente, se dejó guiar al piso de arriba. Incluso eso era excitante, porque sabía dónde la estaba guiando. A la habitación roja. No es que entraran y lo primero que recibiría sería cuatro latigazos y diez azotes. Hasta el momento estaba siendo de lo más dulce, le soltó de la mano y colocó dos cojines que formaban una especie de rampa erótica:

— siéntate ahí y espera

Ordenó la ojiverde a la vez que buscaba y escogía juguetes. Lo primero fue el collar de sumisión. Heda era el otro extremo de Lexa, dentro de sus juegos masoquistas mimaba a Clarke. Preparó un par de puños o conocidas como esposas de cuero cuyo interior estaba forrado de terciopelo color rojo, y de toda la variedad de látigos, acabó escogiendo uno de suaves flecos negros, el puño tenía una forma extraña, no era el típico agarre de cuero negro y un utensilio cuya forma no era para nada alentador, pues tenía como una especie de mango metálico acabado en una ruedecita giratoria con muchos, parecía una pieza quirúrgica para torturar:

— Levántate— ordenó cuando terminó de prepararlo todo— una sesión corta no hará daño a nadie

Clarke acató la orden, ¿de quién? ¿Lexa o Heda? Aun no llevaba puesto el collar, así que técnicamente era Lexa, que comenzó a desnudarla lentamente:

— ¿Siguen estando prohibidos los besos?

La morena bajó la cremallera y le quitó con suavidad sus tirantes, dejando caer la prenda al suelo:

— El contrato sigue siendo el mismo— contemplo el cuerpo de la rubia con deseo, antes de acariciarla la mejilla, acabando en sus labios— con la única diferencia de que no me vas a pagar— agarró el collar para ponérselo, pero quedó pensativa durante unos segundos— No sabes lo difícil que se me hace no poder besarte— la acercó y la besó con hambre, acabando atrapando su labio inferior, provocando que Clarke gimiera— por lo menos quitarme el mono antes de ponerte el collar y no estar tan tentada.

Clarke miró los labios de Lexa:

— yo también muero por besarte— se pegó aún más al cuerpo de la morena— ¿Por qué pusiste esa mierda de clausula en el contrato?

— Porque considero los besos como una huella dactilar— respondía Lexa a la vez que sus manos no dejaban de acariciar su cuerpo desnudo— difícil encontrar a dos personas que besen de la misma forma. O te besaba Heda o Lexa y no podía esperar a cada sesión para perderme en tu boca

Átame  (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora