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El día afuera estaba radiante, los rayos de sol parecían embellecer todo lo que tocaban.
Sam se fijo especialmente en esos ojos frente a él, brillaban como el whisky en un vaso de cristal.

-Aún no creo que aprobé física y matemáticas, digo..¡es un milagro!
El castaño trato de sacar de su ensoñación a Sam, mientras jugueteaba con el pastel frente suyo.

-Yo tampoco lo creo; Mr. Richings te odia, Oh..Hester también -tomó un trago del café que ya se había enfriado- pero estudiamos mucho de todas formas.

-Todos los profesores me odian Timon -entorno los ojos, como si eso fuese una obviedad- ¿quieres?

No espero que Sam respondiera, le metió un gran bocado de pastel lleno de crema hasta el fondo de la garganta.

Aquel era el postre favorito de Gabriel y el alce lo sabia, llevó a su chico a la cafetería de su tía a modo de festejo, la última semana habían sido sólo ellos la mayoría del tiempo, desde que Charlie y Jo se convirtieron en pareja oficial ocupaban más "tiempo a solas" y el pequeño Kev tenía las narices hundidas en su solicitud para Harvard, que había reescrito un par de miles de veces.

-Jesús, esto es demasiado azúcar -se limpió la crema con una servilleta- siento que tengo diabetes.

-Eso es porque nunca comes dulces, deberías entrenar tu paladar...-miró su pastel mientras lo pisoteaba con el tenedor- Sammich yo quería..

Sam lo miró encarnando una ceja, Gabriel lo había llamado por quince sobrenombres diferentes aquel día, podía jurar que traía algo entre manos y por eso actuaba de esa forma.

-¿Ajá..?

-Quería que cenes conmigo hoy, en casa...-se sonrojó totalmente, y trato de mirar a cualquier parte menos la cara de su amigo- en realidad quiero probar una receta..

Sam sonrió dejando ver sus blancas perlas y los hoyuelos en sus mejillas, Gabriel en verdad amaba cocinar desde pequeño y no lo había hecho en dos años, así que esa no era una invitación cualquiera, o una cena normal en donde pedirían pizza y cheesecake, Gabe volvería a cocinar..y aunque suena mundano, para Samuel significaba que tal vez; ese chico comenzaba a sanar.

***

Las horas se habían deslizado rápido dentro de aquella cafetería, en medio de dos personas que; a pesar de llevar juntos una vida, aún se sorprendían el uno al otro.

Llegaron a la casa de Gabriel cuando el cielo comenzó a teñirse de diferentes tonos rosas y violetas, antes de entrar Gabe tomó de la mano al más alto atrayendo su cuerpo hacia él, Sam lo miró confundido, el castaño se limitó a ponerse en cuclillas alcanzando a depositar un beso en su mejilla, luego se apartó entrando a la casa como si nada.

Y Sam se quedó quieto por unos segundos pensando si así era como se sentía una quinceañera enamorada.

—¿No tienes casa?

Gabriel saludo al chico pálido en medio de la sala, tenía papeles regados en la mesa de centro junto con una pila de libros y una portátil en las piernas, pero sus ojos estaban fijos en el celular entre sus manos, le sonreía al aparato como si estuviese viendo lo más bello del mundo.

—Luci....me llamó -hablaba en intervalos por el simple hecho de que no podía poner su total atención en ello- porque tu papá salió y....el también, Sydney

—Demonios Castiel, termina tus malditas oraciones

—¡Hey! Estoy en medio de algo ¿si? Bueno; la chica rara ya se fue, ¿Anna y tu solos? Eso no va pasar, y yo necesitaba alejarme de Alfie para estudiar, tiene una rara fijación por meterse mis papeles a la boca, así que acepte ser la niñera hoy.

—Entiendo, por eso estas haciendo sexting con el francés en medio de la sala.

Castiel levantó la vista para replicar, y lo primero que vio fue a su ex cuñado tomando asiento, se sonrojó de inmediato, dejó el celular lejos y tomó su cuaderno con falso interés.

—Sam..Sammy, hola

—Hey Cas!

Observó al ojiazul, él había sacado lo mejor de Dean por mucho tiempo, pero su hermano había sido un idiota y ahora el chico que amaba estaba enamorándose de alguien más, alguien que lo valoraba. Sam quería contarle a Castiel lo mucho que Dean lo extrañaba, que ya no comía ni dormía lo suficiente, que no quería salir de su habitación, pero él no se merecía que arruinen su felicidad, sería egoísta de su parte.
Cas parecía comenzar a superarlo, así que no dijo una sola palabra de aquello.

Gabriel tirando de su chaqueta lo devolvió a la realidad, siguió al más bajo hasta la cocina y allí comenzó la función.

La alegría de Gabriel era casi palpable, movía ollas, cortaba las verduras con verdadera destreza, no paraba. Sam ayudaba en lo que podía; pero su altura lo hacía realmente torpe en espacios reducidos y con Gabriel moviéndose como un conejito duracell.

Antes de terminar mando a Sam a la terraza, le encomendó la tarea de poner la mesa plegable junto con las sillas y colocar los cubiertos.
Se detuvo un momento a contemplar el cielo, la noche estaba tan hermosa como había estado el día, las estrellas brillaban como pequeños diamantes en un hermoso vestido negro, la luna menguante lucia delicada y lejana.

La cena había sido maravillosa, Gabriel cocinaba realmente bien; siempre mezclaba sabores y texturas de una manera única, Sam disfrutó cada segundo, deseando pasar el resto de su vida de esta forma, la tristeza se había colado en medio de la felicidad al recordar que no era correspondido.

—Heya Samshine, ya enviaste solicitudes?

—Me aceptaron en Stanford -confesó con una gran sonrisa- ¿Samshine? Ese es nuevo.

—Si; ya sabes eres mi Sunshine... ¿Pensabas esperar a graduarte para contarme? -bufó Gabriel con su mejor expresión dramática- en fin...

—Qué hay de ti Gabe, ya decidiste que estudiar?
Sam sintió como el corazón le dio un vuelco por aquel comentario, pero decidió fingir demencia.

—Creo que, la gastronomía es lo mío, iré por ello -sonrió con esperanza- ¿sabes que más es mío?

—Uh..-abrió la boca para contestar, pero en verdad no tenia idea de a qué se referia-

Gabriel se levantó de la silla que ocupaba y fue sobre Sam a horcajadas, acuno su rostro y muy cerca de la boca del mayor susurró

—Tu eres mío Sammy.

For him. ♡SABRIEL♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora