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Removí por séptima vez la cuchara en el café de aquella cafetería-bar cercana al hotel, metida en mis pensamientos, sin oír lo que Ro me contaba sobre un nuevo vestido que se quería comprar si tuviese dinero propio. De mis pensamientos nos desaparecía la frase «Porque maté a alguien», y me había comido la mente desde hacía dos días, en los cuales había ignorado al emisor del mensaje, quien seguía insistiendo en tener una conversación para explicarme con más detalles el por qué me había confesado aquello que no era para nada común. Ahora volvía a desconfiar de su persona en cuanto a los asesinatos que se habían cometido. Volvía a suponer que había sido él, más después de confesar aquel secreto del cual yo estaba intrigada y por el que salí corriendo de su cuarto tras oírlo, con la respiración entrecortada y mi corazón latiendo deprisa, por miedo y angustia de haber estado besándome y simplemente permaneciendo cerca de un asesino. No le había dejado contarme nada y escapé de sus manos manchadas en sangre.

—¿Siquiera me escuchas, Lisa? —reprochó mi amiga al darse cuenta de que ni la miraba, cruzada de piernas y brazos, con la espalda apoyada en el respaldo de la silla y mirándome medio enfadada.

—Lo siento, es solo que estoy cansada —hablé, poniendo una voz un poco cansada y somnolienta.

—Llevas cansada y así de rara desde que llegaste de la habitación de Jungkook —un escalofrío me recorrió con solo escuchar su nombre, y es que me imaginé aquella preciosa cara de la que ya no sabía ni que esperar ni que creer—. ¿De verdad que no pasó nada de nada?

—Que síiiiii... Nada de nada —para no conversar más agarré la taza azul de café y la llevé hasta mis labios con ambas manos a los lados de ella, disfrutando del sabor y la sensación caliente que dejaba en mi lengua y garganta.

Vi que abrió la boca para seguir con aquel tema que ería olvidar en esos instantes o en cualquiera, pero se quedó con la misma mueca, observando algo detrás de mí, por lo que giré mi cabeza en su misma dirección, encontrándome con una escena que no me gustó para nada y que me dejó atónita, sin moverme.

¿Así que tanto aprecio me tenía Jungkook como para besar a otra? Pues vaya mierda...

Sí, estaba devorando la boca a una chica mientras la tenía agarrada de la cintura, tal y como lo hacía conmigo, por lo que me sentí sucia con mi propia persona; patética y absurda en cuanto a todo lo que había dejado hacerme en tan poco tiempo. Me sentía sin valer nada incluso sabiendo que no hice nada malo. Era tan estúpido aquello.

—Lisa... —me llamó Ro, pero la ignoré por completo. Agarré mi abrigo del respaldo de la silla y me lo coloqué mientras pasaba por su lado, con seriedad y chocando con el cuerpo de la chica cuando justo se separaban del besuqueo.

Me miró sin ninguna expresión, hasta que una sonrisa amenazó por sobresalir por la comisura de su boca. No entendía aquello para nada, y me quedé confundida después de sus palabras.

—Vaya, has cambiado bastante, Lalisa. Me alegro de ver cómo estás después de cierto tiempo —sin entender por mi parte ni un pijo, le dio un beso en la mejilla a Jungkook y se retiró hasta sentarse en una mesa, esperando al chico que no me apartaba la mirada de encima.

Descarado bastardo.

—Dulzura... —llamó por ese apodo que repugnaba en aquel momento.

Ignoré su llamamiento y salí de allí, notando las lágrimas acumularse en mis ojos, cayendo lentamente una después de otra y yo limpiándolas con rapidez para que nadie las viese. Pero fue tarde... El malhumorado estaba apoyado en una pared y soltó una risa seca antes de terminarse la lata y tirarla a un cubo de basura a su lado.

𝗢𝗥𝗣𝗛𝗔𝗡𝗔𝗚𝗘 ♡ [Lizkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora