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Una de las cualidades más notorias de Jungkook era su inteligencia. Él perfectamente podía haber elegido otra hora del día, y, aunque parece que su acto era repentino y bruto, estaba más planeado de lo esperado. Simplemente, me había encontrado en la única hora en la que, tanto yo como los baños, estaríamos solos, justamente porque a nosotros nos tocaba limpiarlos.

Volví a frenar con mis pies al ver que se dirigía con exactitud a la misma ducha en la que lo recuerdos nos abarcaban a los dos en el mismo lugar. Mi cuerpo era echado hacia atrás por mi fuerza, y Jungkook ejercía de la suya para obligarme a seguir caminando, o bueno, a deslizar mis pies como llevaba haciendo desde que me sacó del armario de conserje abandonado. Abrió la llave del agua caliente, esperando un rato hasta que esta llegó a su esperada temperatura, para después soltar un "desvístete" seco y lleno de enfado. Cuando vio que mis intenciones no eran seguir las suyas, bufó y gruñó bastante alto, comenzando a quitar aquel overol que odiaba y el cual me obligaban a utilizar para esos castigos.

No los que me proporcionaba Jungkook, sino aquellos de limpiar las atrocidades que le hacía la gente a la ropa, claro.

Siguió con la ropa interior y me empujó hasta estar bajo las gotas calientes, transportándome a una relajación del cuerpo increíble, mientras que él se despojaba ahora de sus vestimentas, pudiendo ver aquellos anchos hombros, seguidos de unos pectorales que daban ganas de tocar y unos abdominales que pedían a gritos ser acariciados sin tapujo alguno. Cuando se encontraba desnudo del todo, no tuve intenciones de ver su miembro, y sin embargo lo hice por seguir con la cabeza gacha y sumisa, como cada vez que estaba a su lado.

—Vamos, dulzura, no te avergüences de ver mi polla. Seguro que algún día lo que más me pides es que te la enseñe para hacerme una mamada —golpeó mi barbilla con dos dedos para mirarle, consiguiendo lo que quería y haciéndome sentir más tímida al imaginarme la escena de mí misma elaborándole una felación.

Sacudí la cabeza y le fulminé lo más intensamente que pude, aunque no hiciera nada.

—Eres un asqueroso, Jungkook —desvié mi atención, posándola en los azulejos de la pared, como si fuesen más interesantes incluso sabiendo que no.

—¿Cómo me has dicho? —se agachó hasta mi altura e intentó encontrar mi mirada, a lo que me agarró con una sola mano, estrujando mis mejillas y empujando por obligación mis labios hacia fuera. Ese movimiento me asustó en verdad, irregularizando mi respiración un poco—. ¿Cuál era el apodo? ¿Eh?

—K-Kookie —hablé forzosamente con los labios abultados y casi pegados del todo.

—Pues parece que las cosas no te quedan nada claro, dulzura. Me gusta que seas rebelde, pero con otras personas. A mí me tienes respeto y acatas mis normas —posó un beso rápido en mi belfo—. ¿Entendido?

—S-Sí...

—Por si acaso... Date la vuelta.

—¿Qué?

—¿Quieres hacerme enojar más o qué?

—No, no...

Puse ambas manos sobre los azulejos, girándome lentamente conforme también le daba apoyo a mi frente. Mordí mi labio inferior sin saber qué era lo que me deparaba en absoluto.

¡Joder, no conocía a Jungkook para nada y yo me las daba de que sí!

Ahora lo estaba pagando por ir de lista, porque, en aquella posición sin saber qué ocurría a mis espaldas, supe que no se me pasaba ni lo más mínimo por la cabeza para saber un futuro de segundos próximos.

𝗢𝗥𝗣𝗛𝗔𝗡𝗔𝗚𝗘 ♡ [Lizkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora