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SIETE AÑOS

Tengo en mi mente perfectamente grabado el primer día que vi a Jungkook. El ambiente del orfanato era un poco mas lúcido que otras veces, y algunas niñas y niños jugaban en el patio o correteaban por los pasillos, con posible dirección a la cafetería del lugar. Aquello en verdad me sorprendía a pesar de no comentarlo con alguien nunca, pues no tenía ni un solo amigo. De vez en cuando hablaba con Seokjin, pero, lamentablemente, él ya tenía sus propias amistades y a mí no me convencían del todo como para hacerme amiga de ellos, solo, como mucho, del recién nombrado. Y bien, me sorprendía porque era un maldito orfanato, donde todo tendría que estar callado y a rebosar de disciplina, pero toda la gente de allí era la mas amable que había conocido a mi corta edad de siete años.

—¿Vienes conmigo a la cafetería, Lisa? —me preguntó Seokjin, posando suavemente una de sus tiernas manos en mi hombro derecho.

Negué con la cabeza rápidamente, musitando con debilidad un «no» que hasta a mí me costó escuchar.

—Bueno, está bien —sonrió como siempre lo hacía: abiertamente—. Ya sabes que no hace falta que pidas permiso, si quieres te sientas en mi mesa y ya sabré a lo que vienes.

—Claro... Que disfrutes de tu comida —hablé cortada y pausadamente.

—¡Gracias! ¡Adiós, Lisa! —exclamó, trotando hasta su grupo de amigos, siendo el más bajito de ellos, y dándome aún más ternura de la que ya me daba.

Sinceramente, no sabía por qué me hablaba cuando nadie más lo hacía, y más cuando no tenía un motivo.

Resoplando y abultando mis labios, haciendo un pequeño puchero, posé las manos en mi espalda baja y anduve con zancadas hasta llegar a la puerta que era la salida hacia el patio. Empujé la puerta con todas mis fuerzas, pues me costaba demasiado al ser de metal y pesada; de por sí notaba que mi altura no ayudaba, y, a pesar de tener siete años, yo quería ser la más fuerte del lugar, lo que no conseguí en numerarles veces. Tampoco me decepcioné mucho, ya que en mis pensamientos, para no sufrir por algo así, puse el pretexto de que, posiblemente y rezando, llegaría a ser fuerte y alta en cuanto fuera una total adolescente.

Recorrí con mi mirada todo el lugar, pudiendo ver una mesa vacía bajo la sombra de un árbol, la mesa que siempre estaba vacía... Porque yo me sentaba en ella. Sí, mi presencia era de todo menos grata para algunas personas, sobre todo para la mayoría de las chicas que estaban allí con la excusa de: «En cuento puedan, mis padres vendrán a por mí, no como tú, que ni siquiera tienes».

Era sorprendente lo repelentes que podían llegar a ser en cuestión de segundos; lo máximo que duraban a mi parecer sin serlo eran siete, porque una vez, sin saber qué hacer, los conté mientras veía cómo molestaban a otra compañera más. Eso era lo único que sabía hacer: estar callada, tanto cuando me molestaban a mí como cuando lo hacían con otras. Solo se metían con las chicas, y nos marginaban por cosas que también les pasaban a ellas, pero que, al parecer, como eran sus personas, no pasaba absolutamente nada.

Completamente soberbias, pero por razones absurdas, porque estaba claro que sus padres no iban a ir nuca a por ellas. Te acostumbrabas en poco tiempo para darte cuenta de que estabas solo hasta que apareciese alguien más. Yo lo sabía, pues había nacido sin padres y desde ese entonces había vivido en el orfanato, pero el resto, tenían que superar aquello y afrontar la verdad tarde o temprano. Era ley de vida en ese turbio lugar.

Solté un suspiro muy pesado a otras veces, y alisé mi falda mientras tomaba asiento en el banco de madera que tenía en una de las esquinas clavos sobresalientes. Toqueteé la mesa con mis dedos golpeaba la rugosa mesa. Estaba manchada por algunas zonas, pero seguía siendo mi zona de confort en los pequeños descansos después de alguna clase tediosa y estrenaste de las que teníamos que dar obligatoriamente. Aunque tampoco me quejaba mucho, pues eso era lo único que me daba la fortaleza suficiente para seguir adelante y cuando cumpliese mi mayoría de edad largarme a hacer una buena vida donde fuese. Sí, esos eran mis planes a mis siete años.

𝗢𝗥𝗣𝗛𝗔𝗡𝗔𝗚𝗘 ♡ [Lizkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora