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Nunca me gustaba que la gente del orfanato me mirase, pues mi pulso se aceleraba y comenzaba a sudar. Inmediatamente los pensamientos relacionados con que susurraban cosas sobre mí o comenzaban a burlase se hacían presentes en mi mente. Y con Jungkook aproximándose más y más sin cerrar sus ojos, era lo mismo, solo que más peligroso.

Sus grandes esferas negras no apartaban el rumbo, tenía la boca ligeramente entreabierta, su pelo estaba despeinado y su olor comenzaba a embriagarme, cosa que no era nada buena, por supuesto. Sentía mi corazón chocar fuertemente contra mi pecho, y para sumar más, estaba sudando, de los nervios.

No, el no sería mi primer beso.

El primero tenía que ser especial, tanto como para permitir que tocasen mis labios con otros. La persona que me lo diese había tenido que enamorarme para conseguirlo. Mi corazón debería de estar acelerado, pero por gusto, no por miedo; mi estómago revuelto de esas populares mariposas. Sí, así debería de ser, al menos para mí, por lo que solté un jadeo mientras conectaba mis manos a su pecho, sacando una fuerza que no sé de dónde surgió. Se apartó con el ceño fruncido y con su mirada más oscura de lo que podía tenerla de por sí.

Daba aún más miedo.

—¿Qué crees que haces? —me preguntó, volviendo a avanzar, solo que se paró en el sitio al ver que alcé las manos, dándole a entender que no quería más contacto con su persona.

—N-No vas a besarme, Jungkook —musité entre dientes, rezando para que aceptase mi decisión y me dejase en paz.

—Sí, sí lo voy a hacer, así que estate quieta de una jodida vez —sujetó mis brazos, colocándolos fuertemente abajo para que no pudiese utilizarlo nuevamente.

—No, no quiero —aparte la cara cuando se aceró otra vez—. No me beses.

—Necesito que comprendas las cosas a partir de ahora —sujetó mi barbilla, pero deslizó segundos después su mano un poco más arriba, enterrando sus gruesos y varoniles dedos en mis mejillas, abultando mis labios—. He vuelto, y si recuerdas mi nombre, estoy seguro de que recuerdas cómo te trataba. Bien, pues no va a cambiar ahora, así que, tal y como hacías cuando éramos más pequeños, cállate.

Me asustó más el tono que había utilizado para decir aquello. Era seco, frío y tajante, informándome de que le daba absolutamente igual si yo quería o no. Lo iba a hacer de todos modos.

Aflojó un poco el agarre, relajando mis labios y extendiendo el alcance de que los pudiera besar más a su antojo y con libertad. Pero no, yo no quería sus labios sobre los míos. Quería salir pitando de la sala de profesores y volver a mi monotonía que no había cambiado en mucho tiempo y a la que me había bien acostumbrado. Así que decidí gritarle el motivo, por si aún quedaba algo de remordimientos en ese ser que había sido mi amigo y al cual echaba, de cierta forma, muy de menos. Pues claro que lo hacía, no es fácil olvidarte de alguien que ha marcado algo en tu vida, bueno o malo. Y mucho menos fácil era para mí olvidar al que había sido mi primer amigo desde mi nacimiento.

—¡Nunca he besado a nadie!

Y paró.

No dejó de sujetarme, pero sí volvió a mirarme con su típica intensidad, y esa vez no le aparté la mirada.

—Espero que no me estés mintiendo, porque si lo estás haciendo te aseguro que estás perdida —sonó ronco y bajo, pero no impidió que un escalofrío me recorriese todo el cuerpo entero.

—No lo hago. Te lo juro.

Me soltó delicadamente, alejando su mano con lentitud y parsimonia. Pude respirar tranquila. Veía que me había librado de que me robase esa intimidad de los labios, y aunque no se lo dije, se lo agradecía, porque tampoco me esperaba que me escuchase mucho, o siquiera un poco.

𝗢𝗥𝗣𝗛𝗔𝗡𝗔𝗚𝗘 ♡ [Lizkook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora