El regreso del parque, El retorno al cine y Fiesta de cumpleaños 3

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  X-Men no es mío, ni los parques, las pendientes, Los increíbles, las cajas de arena, las cajitas negras, los collares, el té, el libro alemán infantil que habla de homosexualidad, el bar de Logan, las bebidas azules, los pasteles, las mesas de billar, velas, el feliz cumpleaños, El Rey León, las palomitas acarameladas y nada... de verdad, nada... bueno, la historia pojojojo 

...

Se adentró a los terrenos del parque sintiendo como el olor del pasto alejaba cualquier vestigio del aroma a gasolina, humo y drenaje que había percibido unos momentos atrás impregnando su nariz.

Caminó un corto tramo de cemento, rodeado de jardines con árboles y pasto verde, hasta llegar a la pequeña área con juegos. El lugar estaba prácticamente vacío a excepción de un hombre y su sobrino.

-¡Hola Kurt!- Saludaron sus hijos al instante.

-¡Hola Pietro, hola Wanda!- Contestó entusiasta como siempre, desde su posición en el interior de una caja repleta de arena, que Lensherr no había visto el año pasado.

Pietro comenzó a agitar su mano logrando que su padre lo soltara para así ser libre de correr hasta su amigo.

-Papi suéltame, quiero ir a jugar- Pidió Wanda y la petición fue aceptada por su padre. La niña corrió con su padre muy cerca caminando detrás de ella, para meterse al mismo lugar en que su hermano y su amigo se encontraban. Erik escuchó el corto pero enérgico saludo que le daban a su profesor y sin dejar de observar al ojiazul sonriente que comenzaba a ponerse de pie después de quien sabe cuánto tiempo de estar jugando en la arena con Kurt.

-Te ayudo-Ofreció Lensherr tomando una de las manos de Charles sin tener que escuchar una respuesta para auxiliarlo a salir.

-Gracias Erik- Dijo una vez estable sobre sus piernas.

-Mi tío y yo estábamos haciendo pasteles- Explicó el niño con colita y Erik sonrió apreciando cómo Charles trataba de quitar cualquier rastro de arena de su ropa, sobre todo de su retaguardia.

-Yo podría ayudarte en esa parte- Le habló a Xavier lo suficientemente bajo y cerca como para asegurar que nadie más lo había escuchado. Recibió una sonrisa complacida y una ceja alzada.

Cuando Erik era joven amaba las nuevas experiencias y la adrenalina que lo desconocido albergaba, después de casarse aquel amor por la aventura no desapareció, no hasta que Wanda y Pietro nacieron, cuando se dio cuenta de que ahora era un "Padre" noto la gran responsabilidad que aquello conllevaba y también descubrió la vida rutinaria, segura, acogedora y que le garantizaba que estaría ahí para sus hijos cuando estos lo necesitaran, tuvieran la edad que tuvieran.

Así fue como se convirtió en un hombre de rutina, no quería decir que odiaba los cambios, pero le costaba aceptarlos. Podía deberse a la incertidumbre con la que estaban envueltos.

Quería escudarse detrás de eso y decir que esa era la razón por la que amaba regresar a esa banca del parque sin puntos ciegos que limitaran el cuidado de sus hijos, la preciada rutina. Nada tenía que ver con sentarse en esa banca donde la sombra era perfecta y un pequeño rayo de sol tocaba la parte más alta de la cabeza de Charles haciendo que su cabello se viera más claro mientras este acomodaba las piezas de ajedrez.

Sonrió, porque a pesar de que veía a Charles prácticamente todos los días, había extrañado sentarse en este lugar, junto a él.

...

Erik miraba a sus hijos y a Kurt disfrutar de ellos mismos en el arenero, pero en realidad no podía dejar de pensar en cómo explicarles que estaba saliendo con su profesor.

Tendría que explicarles sobre parejas del mismo sexo, amor, lo que una relación era exactamente y lo que implicaba y por más que pensaba en la mejor manera (y aún sin atreverse en buscar en Yahoo respuestas alguna alternativa) no encontraba el, para que negarlo, valor para sentar a sus hijos en la sala y explicarles lo que estaba pasando en el universo Xavier/Lensherr.

Matando la SoledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora