X-Men no es mío, tampoco Hulk, Iron-Man, Spartacus, las bebidas flameantes, los fuegos artificiales, los hidrantes y las calcetas negras afelpadas.
Raven le dio otro sorbo a su té tratando de evitar hacer muecas. La verdad que nunca le había agradado mucho el sabor, pero Charles siempre lo preparaba especialmente para ella, cuidando de escoger el sabor que más le agradaba a la mujer (dicho con otras palabras el que mejor soportaba), usando la cantidad justa de azúcar y calentándolo a una temperatura agradable y soportable para su sensible lengua. Pequeños detalles como estos eran los que hacían que Raven se sintiera realmente querida por su hermano y, a su vez, hacían que quisiera a Charles un poco más.
-¡Yo soy Sparty-Man, El hombre de la lluvia!- Escuchó a Kurt imitar mientras veía su programa favorito.
Este día, aunque Charles se encontraba ahí sentado frente a ella, se notaba tan... lejano. Siempre que lo veía así su corazón dolía pues le recordaba a aquellos primeros días después de que Xavier dejara al bastardo de Shaw.
Raven colocó una mano encima de la de su hermano dando un ligero apretón. Se alegró cuando obtuvo la atención deseada.
-Lo siento cariño, ¿Me dijiste algo?- La peli naranja negó.
-No- Y luego agregó sin contratiempos –Estoy preocupada por ti Charles, has estado actuando raro, ¿Dime qué sucede?-
-No sucede nada- y le sonrió, ocultándose detrás de aquel gesto, como si realmente funcionara con su hermana.
...
Raven observó a su Charles sentado en aquel sillón marrón, viéndose tan solitario y ausente. Estaba asustada, lo necesitaba de vuelta. Charles era el fuerte, el que la consolaba cuando la carga de ser mutante era muy pesada, cuando todo se ponía mal y sentía que no podía seguir. El ojiazul siempre había estado cuando lo había necesitado.
Era irónico que ahora Raven necesitara a Charles para ayudar a llenar la necesidad del mismo Charles.
-Charles- Lo llamó, en un tono tan bajo que hasta a ella misma había sorprendido. El hombre regresó en sí, devolviéndole la mirada instalando una encantadora sonrisa en su rostro.
-¿Sí, Raven?-
Esa sonrisa había sido demasiado.
¿Por qué sonreía?
¿De dónde sacaba las fuerzas para hacerlo?
Cubrió sus labios con una de sus manos, sintiendo como las lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas.
El ojiazul la miro con gesto culpable y algo melancólico. Y fue entonces que la peli naranja se aferró, en un apretado abrazó, a su hermano.
-¿Por qué no lloras?- cuestionó en un murmullo de voz entrecortada.
Xavier la abrazó, dándole una tierna y cálida caricia en su espalda. Sin una respuesta hablada, solo sintiendo ese pequeño beso en su cabello, la mujer se sintió estúpida e inútil porque estaba siendo consolada por la persona a la que ella deseaba con todas sus fuerzas poder consolar.
...
Raven estaba asustada. Temía al Charles después de Shaw, porque ese no era su Charles. Aun ahora este hombre no había terminado de ser completamente su hermano y Raven sencillamente no podía manejarlo.
Fue por eso que fingió.
-No me digas que ha pasado algo interesante con el sensual cuellos de tortuga- esperaba una risa burlesca, incluso una risa resignada o hasta una mirada molesta pero en el fondo divertida y añorante... no esa ausencia de todo, la tremenda y envidiable concentración que ahora estaba mostrando el ojiazul al observar su taza de té.
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Matando la Soledad
RomansaAU. Erik es un profesor (mutante) de universidad y padre de dos niños (mutantes), Wanda y Pietro. Charles es un profesor (mutante) de jardín de niños; entre sus alumnos hay una niña llamada Wanda y un niño llamado Pietro. A Charles le gusta desearle...