"Solo las personas que se atreven a ir demasiado lejos
logran descubrir hasta dónde pueden llegar"
T. S. Eliot
C A P I T U L O 5
Escapar... que fácil de decir pero que compleja resulta de analizar. Se dice que escapar es salir de un lugar en que se está privado de libertad o en peligro, no era mi caso. También puede significar tratar de evitar alfo que puede resultar tedioso o negativo, ¿tedioso?, ¿negativo? Puede que nuestras peleas fueran tediosas o negativas, pero mi vida con él no lo era, ni siquiera cuando dormíamos con el ceño fruncido a dos metros para ni siquiera rozarnos. Quedar fuera del dominio o influencia de alguien o de algo... no me sentía influenciada por nada ni nadie, librarse de alguien.... Más concretamente se habían librado de mí así que no, está tampoco era el significado que yo le quería dar a esa palabra que mi madre no paraba de repetirme por mensajes, por llamadas o gritando a mi contestador. El significado de la palabra escapar era resultado de una huida, alejarme precipitada y ocultamente de un lugar, de una situación... huir, evadirme, fugarme, desertar, escabullirme, desaparecer, esfumarme, salir, partir, marchar, ausentarme, pirarme, retirarme.... Abandonar. Llámalo como quieras pero el único significado a ello era salir por pies, salir por pies de algo que me ahogaba, algo con lo que no podía vivir y eso no era tan difícil de comprender.
Mis padres me llamaban de cuatro a cinco veces al día, hasta que al final desconectaba el teléfono. Me pedían por activa y por pasiva que volviera, que mi sitio estaba allí con ellos y no perdida en a saber que sitio, porque lo cierto es que no les había dicho dónde estaba perdida, solo Amaia sabía de mi retiro. En parte pensé que contándoselo a ella se le escaparía y se lo contaría a Luis y este cogería su caballo y vendría corriendo a mi encuentro... en fin, aunque tampoco sabía si era eso lo que quería, no era justo, necesitaba mi tiempo, él necesitaba su tiempo, nos vendría bien me repetía una y otra vez. Ellos, mis padres, no entendían que mi sitio no era allí con ellos. Que yo podía estar allí con ellos una comida, una cena o incluso unas vacaciones, pero cuando cerraban la puerta de su habitación ellos se tenían el uno al otro y a mí no me quedaba nada, que manera tan difícil de querer el de unos padres a sus hijos.
Bourton era un lugar tranquilo. Un lugar donde pasear, donde perderte en tus pensamientos. Llegué una fría noche con una maleta y una amable señora me abrió las puertas de su hostal y me invitó a chocolate caliente. Estuvimos hablando toda la noche, de su vida, sus hijos, sus historias y a medias verdades de la mía. A la mañana siguiente me llevó a una casa donde podría quedarme el tiempo que necesitara, me dijo, no preguntó nada más y así fue como se convirtió en mi ángel de la guarda.
Una casa preciosa al final de una calle con adoquines. Tenía un pequeño jardincito delantero al que acedias después de pasar una puerta de madera roja. Al final del pequeño sendero, una puerta de láminas negra con una anilla de las antiguas, la que se utilizaban antaño para llamar. La casa me cautivó en cuanto la abrí. Paredes blancas con vigas de madera a la vista. A la derecha un pequeño despacho, enfrente un aseo y al fondo un salón comedor que daba paso a su derecha con una cocina totalmente equipada e isla central, y de nuevo me recordó a Luis "te prometo que la próxima vez que nos mudemos tendremos una cocina con isla central. Me muero por subirte sobre ella y hacerte el amor con sabor a café", no pude evitar reír, le habría encantado esta cocina. Al fondo unas puertas correderas me mostraban el precioso jardín trasero, perfecto para barbacoas y reuniones familiares pensé. Arriba una planta, dos habitaciones y dos baños completos. Eso era todo, mi nuevo lugar favorito en el mundo.
Los primero días fueron complicados, los pasaba debajo de una manta recostada en el sofá o en la cama. A veces curioseaba un poco las redes para saber de Luis pero llegué a la conclusión de que así no iba a solucionar nada. Pensé en llamarle, en saber de él y que él supiera de mí, quería gritarle que ya no quería pensar más, que le echaba de menos y que necesitaba que viniese a rescatarme pero eso sería perder, dejarle ganar y yo tenía muy mal perder, no me gustaba ponérselo fácil ni jugando al Monopoly ni deshaciéndome de las prendas de ropa momentos antes de gritarle que necesitaba más. Pero lo cierto era que cuando ya llevaba un par de semanas en Bourton ya no sabía qué hacer con mi vida, no estaba hecha para contemplar la vida, me gustaba moverme, incluso estaba pensando en buscar un trabajo, algo que me mantuviera la mente ocupada.
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·· d e s p e r t a r ··
RomanceDicen que si la vida te da limones... hay que hacer limonada... de eso se trata, no de lo buena que esté la limonada, de si los limones eran bueno o estaban pochos... se trata de la limonada como algo general, de saber hacerla, de recomponerte, de v...