"Y es que... para escribir del amor, tienes que estar enamorada
o con el corazón roto y no sé cuál de las dos cosas es peor"
C A P I T U L O 3
Con mucho sigilo bajé de ese taxi que me devolvía a la vida, a mi vida. La calle estaba como siempre, pero para mí no era la misma. Mi portal, el buzón rebosante de ofertas de supermercado y algún menú del restaurante chino que estaba a la vuelta de esquina, la escalera, estaba limpia, Amparo, la chica que nos limpia las zonas comunes no debía estar muy lejos. Metí la llave en la cerradura, puerta 25, y cerré los ojos. Al tirar de ella noté su olor y recé todo lo que no había hecho en la vida porque me encontrara en el salón guitarra en mano, como tantas otras veces, bueno, quizá podía estar fumando en la terraza o en el despacho con el ordenador... pero la realidad es que no estaba. Se había ido. Y con él la luz de nuestra casa.
Su parte del armario vacío me saludaba desde el marco de la puerta de nuestra habitación, esa que ya no compartíamos. Su cepillo de dientes, su maquinilla de afeitar... incluso se había llevado su guitarra. En realidad no le culpaba, sentía que no podía hacerlo porque me lo había ganado a pulso, pero me daba mucha rabia. Me daba tanta rabia que no sé si lo podía soportar, había pedido tiempo muerto al entrenador o en el peor de los casos había tirado la toalla, solo esperaba que no fuera ese peor de los casos. "Aitana no me llames más, no me mandes mensajes. Esta es la última vez que te cojo el teléfono. Respeta mi decisión" me dijo la última vez que hablé con él. Estaba en Galicia, en su casa. Me moría de vergüenza de pensar que les habría contado a sus padres lo que nos había pasado, no sabía qué imagen podía tener ahora Encarna de mí y empezaba a agobiarme.
Me estaba agobiando en mi propia casa, con mis muebles, esos que tanto tardamos en elegir, muchas tardes de Ikea nos hicieron falta para ponernos los dos de acuerdo, mi ropa, mis cosas, nuestras fotos, nuestros recuerdos. "No vayas a Madrid, quédate aquí unos días, con nosotros. Somos tu familia, queremos lo mejor para ti" me pidió mi madre antes de subir las maletas al coche. Pero era tarde. Estaba claro que eran mi familia, que me querían pero no sabían que era lo mejor para mí. Para mí lo mejor hubiese sido llegar a casa y que Luis me estuviera esperando. Que nos hubiésemos perdonado y hubiésemos acabado haciendo el amor en el suelo del salón como tantas veces pasadas, o en el baño, sobre la encimera de la cocina, en nuestra habitación, o la vez aquella en el despacho que rompimos el ordenador por sentarme sobre las teclas... demasiados recuerdos.
- Ana por favor deja de llamarme, no me apetece hablar con nadie - le dije respondiendo al teléfono.
- Solo quiero saber que estás bien - dijo mi interlocutora, yo carraspeé - bueno dentro de lo que cabe. ¿Voy y comemos juntas?
- ¡No! Estoy cansada. De hecho voy a ponerme el pijama y a meterme en la cama - mentira, iba a ponerme una camiseta de Luis y a inhalarla hasta que se fuera su olor.
- Aiti es Luis, no puedo creer que esto esté pasando. Eres demasiado importante para él como para dejarte escapar. Todo se arreglará - intentó animarme.
- Pero de momento no veo el modo de que se arregle así que me apetece meterme en la cama y disfrutar de mi drama.
- Después le llamaré, hablaré con él. - me informó.
- Déjalo, tengo que respetar su decisión, es lo justo.
Siempre he sido una persona muy dramática y cuando un drama venía a mi vida, lo enfatizaba más para poder disfrutarlo. Son momentos que pasan sin contar el tiempo. Te acuestas y no sabes cuánto rato has estado durmiendo, llorando. Cuanto rato llevas sin comer, sin ducharte o sin salir a la calle. Pero así es como quieres vivirlo.
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·· d e s p e r t a r ··
RomanceDicen que si la vida te da limones... hay que hacer limonada... de eso se trata, no de lo buena que esté la limonada, de si los limones eran bueno o estaban pochos... se trata de la limonada como algo general, de saber hacerla, de recomponerte, de v...