La hora nunca había sido un impedimento para Sherlock. Así fuesen las tres de la madrugada, él tomaba su violín y lo tocaba como si fuese mediodía. Por supuesto que John no disfrutaba de aquel ruidajal en sus horas de sueño; es por ello que en ocasiones despertaba de mal humor.
El médico solía regañar a Sherlock cada que se presentaba la oportunidad; que si había partes humanas en el refrigerador, que si había descompuesto el horno de microondas, que si había tomado su laptop... Todas las cosas 'extrañas' que hacía el detective iban acompañadas por una queja del rubio.
Escuchar a Iron Maiden en los audífonos a volumen alto nunca era una mala opción. Con tener que soportar a aquel par ya era más que suficiente para la pobre casera. Ya fuese el violín, las quejas de John o las discusiones, la señora Hudson siempre escuchaba la situación; por ello que optara por escuchar la voz de Bruce Dickinson en lugar de las voces de sus inquilinos.
Pero no, no todo eran gritos, trifulcas y melodías a la media noche; en ocasiones tan solo eran risas, carcajadas, conciertos privados a horas prudentes y aplausos.
Estuvieran haciendo lo que estuvieran haciendo, aquel pelinegro y aquel rubio eran los inquilinos más ruidosos que la señora Hudson había tenido, pero no le importaba. Ella sabía que así eran felices y que en el fondo se amaban; quizá por lo mismo eran así, porque el amor es escandaloso, y aquellos dos eran tan ruidosos como el amor.
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Johnlock Drabbles
FanfictionEllos resuelven crímenes; el doctor escribe en su blog de ello, el detective olvida sus pantalones y yo hago relatos cortos de este par.