Su figura delgada, alta y estilizada hacía que cualquiera se confundiera. Sus mallas y zapatillas de ballet no ayudaban.
A veces se paseaba por la escuela en pantalones y camisa de vestir, y otras merodeaba por los pasillos con su leotardo y sus mallas propias del baile que practicaba.
Siempre le había llamado la atención. Recordaba perfectamente que la primera vez que le vio, la cuestión sobre su género se anidó en su cabeza.
Era alguien muy extraño, pero a la vez le parecía interesante. ¡Por favor! ¡Si era todo un genio! A lo que sabía, el joven Holmes era uno o dos años menor que él, y a pesar de eso iban en el mismo semestre.
Sus conocimientos de química rebasaban los del profesor, sus matemáticas rara vez se equivocaban, bailaba ballet, leía por montones... y alguna vez había llegado a escuchar de unas chicas que tocaba el violín como si el mismísimo Paganini hubiese tomado posesión de su alma y cuerpo. No entendía cómo le consideraban un raro cuando tenía tantas habilidades.
Reconocía que era un tanto diferente, e incluso tenía sus aspectos malos. Alguna vez lo vio en los baños bajándose la manga de la camisa; unos cuantos pequeños moretones residían en su antebrazo. Entonces descubrió dos cosas: Sherlock en realidad no era una niña y Sherlock era otro de esos que con felicidad introducía sustancias a su cuerpo; era otro feliz adicto.
Aun así, John Watson seguía viéndolo con asombro. Quizá era demasiado genial para un simple jugador de rugby como él.
Hombre, mujer, una forma de ser idiota, o sólo otro adicto. Sherlock Holmes era todo un misterio, y no entendía por qué tanto interés en él.
No entendía por qué tantas gana de cruzar palabra, y quizá más que eso, con aquel chico afeminado.
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Johnlock Drabbles
FanfictionEllos resuelven crímenes; el doctor escribe en su blog de ello, el detective olvida sus pantalones y yo hago relatos cortos de este par.