La popularidad del capitán del equipo de rugby de la escuela era bastante notoria. Incluso aquellos a los que no les gustaba el deporte sabían quién era John Watson.
El rubio se paseaba por los pasillos rodeado de gente, siempre con una sonrisa en el rostro y con un brillo muy especial en sus orbes. Quizá por esto despertaba tanto interés en las muchachas de todos los grados.
Era obvio que John tenía miles de admiradores y admiradoras, y cientos de ellos eran secretos, pero ninguno de ellos se comparaba con el más secreto de todos; Sherlock Holmes, el joven prodigio.
Si Holmes no estaba en el laboratorio de ciencias, entonces estaba en la biblioteca; no había manera de encontrarlo en uno de los partidos de rugby.
Pero también existían los entrenamientos. Había ocasiones en las que se sentaba en las gradas libremente y otras en las que se ponía a "analizar" el barro que se juntaba en ellas con una lupa, todo para ir a contemplar aquella pequeña y fornida figura masculina.
Jamás en su vida le había hablado; compartían un par de clases y tal vez habrían intercambiado unas cuantas miradas en algún momento, pero nada más. Nunca se atrevería a dirigirle la palabra, era demasiado tímido como para hacerlo y a final de cuentas no ganaría nada.
Y a pesar de no haberle hablado nunca, Sherlock sentía que el rubio era parte de su día a día, de su vida. En su palacio mental se imaginaba explicándole un tema de química o enseñándole lo que podía hacer con su violín, pero sólo era eso; imágenes producidas por su mente para tratar de evadir el hecho de que jamás podría tan siquiera pedirle la hora.
Era tonto pensar que alguna vez podría impresionarlo. Él no tenía trofeos, no tenía un cuerpo perfecto, no tenía un alma perfecta; claro que deseaba tener todo eso, deseaba ser especial para él, deseaba ser su amigo, deseaba que por lo menos John Watson se diera cuenta de su existencia.
Quería que se percatara cuando no iba a verlo en los ensayos, cuando se dedicaba a dibujarlo entre sus apuntes, cuando lo miraba como si fuese un ángel. Quería que le reconociera, quería ser tan especial como John lo era para él.
Pero sólo eran eso, deseos, sueños. Después de todo, ¿quién le prestaría tanta atención a Sherlock Holmes? ¿Quién le prestaría atención a un bicho raro como él? ¿Quién le prestaría atención a un rarito?
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Johnlock Drabbles
FanfictionEllos resuelven crímenes; el doctor escribe en su blog de ello, el detective olvida sus pantalones y yo hago relatos cortos de este par.