On a date

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—¿Una cita? ¿Qué eres, una colegiala?

Kirishima hizo una mueca.

—¡Venga! Todas las parejas lo hacen.

—¿Y a dónde quieres ir? ¿Al cine a ver una película romanticona? Paso.

Puso los pies sobre el escritorio de Kirishima, sus brazos detrás de su cuello mientras apoyaba en la silla rotatoria del pelirrojo.

—¡No! Estaba pensando en ver la de Jurassic World. —Sacó de un cajón un par  de entradas—. Pero no quieres, Kaminari estará encantado de...

—Vamos.

Kirishima sonrió mientras se levantaba de la cama y salió de la habitación, seguido por Bakugou.

Kirishima abrió su móvil y repasó el plan que Midoriya le había trazado, quedándose ligeramente atrás del otro, que se detuvo. Kirishima acabó chocando con él.

—¿Qué se supone que haces?

—¿Eh? —Kirishima le miró y trató de inventarse algo—. Estoy... viendo los buses.

—Date prisa.

Se puso las manos en los bolsillos y se adelantó mientras Kirishima guardaba el teléfono y corría un poco para alcanzarle.

Midoriya era fantástico para hacer planes.

★★★

—¡Ha sido fantástico! ¿Has visto los efectos? ¿Y cuándo...?

Bakugou sonreía mientras le escuchaba, con un brazo alrededor de los hombros del pelirrojo que hablaba animadamente de las películas.

—Oye, ¿sabes que hay una ala de videojuegos aquí? —comentó Kirishima.

—¿Dónde?

—Según sé, por ahí —señaló unas escaleras mecánicas que subían a su derecha.

—¿Pues a qué esperas? Vamos. Te voy a matar.

—Eso no lo decías con el Mario Kart.

—Porque tenías el mando trucado.

—¡Sabes que no!

—Ya, eso es lo que tú dices.

Ambos rieron mientras subían las escaleras, llegando a una sala llena de gente y videojuegos.

—¡Mira, una bolera! —exclamó emocionado el pelirrojo.

—¿Sabes jugar?

—¿Yo? Soy un experto en la Wii.

—Si juegas con el mismo mando con el que juegas al Mario Kart, te voy a hacer polvo —sonrió arrogante.

—Eso ya lo veremos.

Pagaron el par de boletos, dieron sus nombres y tallas, cogieron las zapatillas y se adentraron en la bolera, buscando el número catorce. Probaron las diferentes bolas para ver cuáles usar.

En cuanto Kirishima vio su nombre, sonrió y se preparó para lanzar.

—¡Semipleno! —celebró.

—Eso no es nada. Prepárate.

Bakugou lanzó la suya, y lo hizo con tanta fuerza que todos los bolos cayeron de una.

—Pleno —rió, picando al pelirrojo.

La competencia estuvo reñida. Cada que uno hacía un semipleno, el otro aprovechaba para hacer un pleno. En una ocasión, Kirishima hizo algo de trampa abrazando por detrás a Bakugou, distrayéndolo y haciendo que el segundo tiro fallase, perdiendo el semipleno.

—¡Eso es trampa, pelo pincho!

—¡Nada!

En el turno de Kirishima, Bakugou le hizo cosquillas, haciendo que Kirishima soltase la bola y le diese a tres bolos.

—¡Eh, eso no es justo!

—Aplícatelo.

Kirishima rió y tiró la siguiente antes de que Bakugou se le volviese a acercar, haciendo semipleno.

Estuvieron los dos distrayéndose mutuamente, hasta que el marcador se acabó por Kirishima perdiendo a un punto contra Bakugou.

—¡Ja! ¿Ves cómo estaba trucado el mando?

—¡Porque en el último me distrajiste!

—¡Tú has hecho lo mismo!

—¡Solo dos veces! ¡Tú cuatro!

—¡Nada!

Salieron y compraron un par de helados con el dinero restante. Kirishima se pidió una de fresa y Bakugou uno de menta.

Pero Kirishima empezó a robarle el helado de camino a la residencia, y Bakugou hizo lo mismo con el suyo.

Era una cita peculiar, pero así eran ellos.

Peculiares.

30 Days: Kiribaku short storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora