Doing something together

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Eso era inhumano.

Kirishima bostezó mientras miraba la hora. ¿A quién se le ocurría despertar a estudiantes a las cuatro y media de la mañana? ¡Estaban cansados!

Solo podía ser el profesor Aizawa. Empezaba a pensar que a ese hombre le molaba el joderlos lo más posible.

—Por fin estáis todos —se quejó cuando vio a Kaminari, el último junto a él, llegando a la sala.

—¿Qué querrá? —bostezó Kaminari, y Kirishima se encogió de hombros.

Distinguió a Bakugou en una de las primeras filas. Seguramente se había levantado antes que la mayoría, pero se veía de mal humor. Nada fuera de lo habitual excepto por los bostezos.

—¿Qué sucede, Aizawa-sensei? —preguntó Iida, ejerciendo su papel de delegado.

—Campo de entrenamiento. Tenemos un buen viaje, así que preparaos. Os quiero aquí en media hora.

«¿¡A las cuatro de la mañana?!» fue el grito generalizado.

—Sin quejas. Los héroes pueden tener una emergencia en cualquier momento. Venga, arreando.

Todos se quejaron mientras iban a las habitaciones. Kirishima acompañó a Bakugou porque bueno, estaban prácticamente al lado.

—No se le ha podido ocurrir mejor hora —gruñó Bakugou, estirando los brazos para despejarse.

—Ayer me pasé demasiado jugando —se arrepintió Kirishima—. Apenas he dormido unas horas.

—Eso te pasa por trasnochar tanto —apuntó Bakugou—. Yo he dormido pronto, pero necesito dormir más.

Kirishima volvió a bostezar, pensando en el menudo viaje que le esperaba. Solo deseaba que pudiese dormir por lo menos tres horas más. Sacó una de las mochilas que había traído cuando se mudó a la residencia, y empacó lo que supuso sería necesario. Aizawa no les había dicho ni siquiera el tiempo, pero suponía que sería mejor llevar lo necesario para, al menos, una semana. Los campos de entrenamiento no solían durar poco, especialmente después de su ingreso en la residencia.

Tomó el móvil y enrolló los auriculares alrededor de este, guardándolo en su bolsillo. Se puso la mochila al hombro, saliendo de su habitación y dirigiéndose a la sala de nuevo. Había ya unos cuantos, como Iida y Todoroki, que habían sido los más rápidos. Poco después llego Yaoyorozu con Mina, y luego Midoriya. El goteo de estudiantes cansados, y algunos con ojeras, fue sucediendo. Se acomodaban en los sofás, y cuando Bakugou llegó, Kirishima le hizo un hueco a su lado.

—No debería ser legal que nos despierten a esta hora —se quejaba Mina.

—Lo que no debería ser legal es que tenga que aguantar quejas a las jodidas cinco de la mañana —gruñó Bakugou.

—Venga, que todos estamos cansados —tranquilizó Kirishima.

El último en aparecer fue Sero, y segundos después, llegó Aizawa con su propio equipaje.

—Los buses os están esperando. Vamos.

Habían dos buses para que no fueran demasiado apretados, y ni bien tocaron asiento, un cuarto de la clase cayó rendida. Kirishima agradecía haberse subido en el que iba Aizawa, porque podía escuchar el eco de los gritos de Present Mic desde su propio bus.

—¡Mierda!

El grito por lo bajo alertó a Kirishima, que miró a Bakugou. Parecía buscar algo en su mochila que parecía haber olvidado.

—¿Qué ocurre?

—Me he olvidado los auriculares —chasqueó la lengua, enfadado.

—Qué mal —hizo una mueca—. Ahora ya no puedes volver.

Miró el bus alejándose, dejando atrás la residencia, y Bakugou bufó.

—Maravilloso. Con todo el ruido que hacen estos no voy a poder dormir —se quejó, escuchando las sonoras risas de Sero y Kaminari, que se sentaban delante suya.

Kirishima miró al techo, intentando pensar una solución. Entonces, sacó su móvil y desenrrolló sus auriculares, tendiéndoselos.

—Sobreviviré sin ellos —sonrió.

Bakugou sonrió también, pero negó con la cabeza.

—No me sirven. Mi viejo me ha comprado un móvil que solo conecta cierto tipo de auriculares —se quejó—. Pero... gracias de todas formas —miró a la ventana, algo molesto.

Kirishima sabía que esa molestia venía de un avergonzamiento que Bakugou nunca admitiría. Rió un poco y conectó los auriculares a su móvil. Se puso uno de ellos y le tendió el otro al rubio, que le miró con una ceja arqueada.

—Tengo música en mi móvil, ¿sabes? Podemos escucharla juntos.

Bakugou pareció pensarlo, pero luego suspiró y aceptó el ofrecimiento, acomodando el auricular en su oreja. Kirishima puso el móvil en medio de ambos, indicándole su multimedia.

—No tienes mal gusto —se sorprendió Bakugou.

—¿Lo dudabes? —preguntó divertido.

—Mucho.

—Qué poca fe tienes en mí.

—Poquísima —ironizó, seleccionando una canción.

"Centuries" empezó a sonar en el móvil, una canción de un grupo en inglés que era bastante movida para ser las cinco de la mañana. Dejaron reproducir el aleatorio, con Bakugou burlándose del aspecto romántico/cursi del pelirrojo cuando empezaron a sonar canciones de amor. Kirishima se sonrojaba y le daba codazos que luego Bakugou le devolvía, ambos riéndose.

El viaje duraba seis horas, de las cuales dos estuvieron despiertos. Las cuatro restantes, las pasaron dormidos.

Sin embargo, no supieron cuándo la cabeza de Bakugou se había deslizado al hombro de Kirishima, ni cuándo el pelirrojo decidió apoyar la suya contra el cabello del rubio. Sus manos habían quedado, de alguna manera, una encima de la otra, con el teléfono debajo de ambas. Tan solo despertaron así por alguna razón.

Había cosas que, sencillamente, era mejor no buscarles explicación.

Aunque si Bakugou encontraba al idiota que les había tomado la foto, que luego se subiría al chat del grupo, juraba que lo mataría.

30 Days: Kiribaku short storiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora